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Independiente Rivadavia: atado a un sentimiento

Roberto D’Agostino , historiador e hincha de la Lepra, describe su pasión por Independiente, que acaba de cumplir 106 años

25 de enero, 2019 - 10:10

El 24 de enero de 2019 fue el cumpleaños número 106 de una pasión interminable e inentendible. 

Los viejos fundadores de una institución que fue nuestro origen, el querido Club Atlético Belgrano, como así también quienes fundaron a los otros dos clubes que lo siguieron en el tiempo, ya no existen. Quiénes reemplazaron al Club Atlético Belgrano por el Club Atlético Independiente, como los que luego produjeron una hermosísima fusión que duraría para toda la vida, con pasión, alegrías y lágrimas.

Pero fundamentalmente siendo dueños de lo que muchos hoy siguen diciendo en la cancha, y que es sólo propiedad de los elegidos: el güevo, señores.

Seguramente esos fundadores se sentirían orgullosos de saber que crearon no solamente una gran institución, sino que fueron los propulsores de un sentimiento que no se puede explicar con palabras, al menos entendibles.
Y ser parte de ese sentimiento, está reservado sólo para los elegidos. 

Y la mayoría de esos elegidos sabemos que difícilmente podamos ser entendidos por quienes no viven con esta pasión dentro del alma.

Porque de eso se trata: hay que sentirlo en el alma, aunque muchos digan que se lleva en el corazón.

¿Cómo puede ser que con un promedio acuciante durante los últimos casi 11 años, estemos siempre yendo masivamente a la cancha y alentando al equipo a más no poder?

¿Cómo se explica que en los fatídicos 15 años de sequía, desde 1945 hasta 1960, la hinchada se convirtió en la más popular y seguidora, captando la inmensa cantidad de más de 20 mil socios?

¿Cómo puede ser que un mote casi de mal gusto, leprosos, se haya convertido en nuestro nombre de batalla, del cual estamos orgullosos?

¿Qué explicación hay para entender que en cada viaje a los viejos torneos nacionales, miles de leprosos iban a los rincones más alejados del país, aun estando en las últimas posiciones de la tabla, contra equipos porteños que en esos años eran tremendamente superiores?

¿Es posible entender o tener una explicación coherente para haber sido el equipo que más entradas vendió el año en el que deambulábamos en los últimos puestos de la tabla del torneo Nacional B?

¿Cómo puede todavía permanecer el “odio”, deportivamente hablando, del resto de los equipos mendocinos, deseándonos siempre el mal, a lo que nosotros respondemos con el orgullo de ser quienes más torneos ganaron en Mendoza, quienes estuvieron en una gira mundialmente reconocida a Centroamérica, por casi un año y medio, por ser quienes más gente lleva a sus partidos, por ser tan raros en nuestras vidas cotidianas, pues pasamos de tener todo el dinero y a dirigentes y jugadores ricos y famosos, a no tener nada? 

Pero seguimos siendo fieles y seguidores, pues eso, la denominada PASIÓN, es patrimonio nuestro, muy metido en el alma, y también en nuestros corazones.

¿Y cuántos más cómos o cuáles habrán que no podamos explicarnos?

¿Será cierto que la camiseta azul es tan pesada como una bolsa de cemento, según cuentan grandes ídolos del pasado, tal como siempre me lo refrendaron amigos ex futbolistas de las décadas del 50 en adelante? Es así, no hay dudas al respecto. 

Pero los que conocemos y amamos esta pasión, sabemos de qué se trata y estamos no orgullosos, sino agradecidos por ser hinchas de una tradición, de un sentimiento inexplicable, de un algo que no se puede traducir al curso normal de una explicación al menos, coherente.

Esa hermosa locura tiene un destinatario para siempre, y ese destinatario de nuestro inconmensurable amor, es el más grande que hayamos conocido: el CLUB SPORTIVO INDEPENDIENTE RIVADAVIA…!!!

 

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