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Congelamiento de precios: “Un parche de corto plazo y muy bajo impacto”

El titular de la Federación Económica de Mendoza, Juan Manuel Gispert, opinó sobre la decisión del Gobierno de imponer los ya conocidos controles, una medida que en un marco inflacionario como el actual enerva a los sectores del comercio, la producción y la industria

18 de octubre, 2021 - 08:08

Robert Schuettinger y Eamonn Butler escribieron en 1979 un libro que se llamó 4.000 años de controles de precios y salarios, y en él analizan los casos históricos de este tipo de políticas para bajar la inflación. El antiguo Egipto, el Imperio Romano, la China, fueron ejemplos de la prehistoria, mientras que más cerca en el tiempo, hasta la Revolución Francesa ensayó ese tipo de política. La conclusión a la que arriban los autores es que, en todos los casos, su destino fue el fracaso.

Ahora, el flamante secretario de Comercio Interior, Roberto Feletti, definió un congelamiento hasta los primeros días de 2022 de más de 1.200 productos. Sobre el tema, la 91.7 dialogó con Juan Manuel Gispert, director ejecutivo de la Federación Económica de Mendoza (FEM), quien expresó: “Para marcar un poco el debate, me parece, en primer lugar, que estamos de acuerdo en que hoy un gran flagelo que tiene la economía y la sociedad argentina es la inflación”.

Luego indicó: “Nosotros venimos estudiando cómo se ha caído el consumo en general en los últimos seis o siete años, y estamos hoy en una caída de un 13% respecto al 2019, que fue un muy mal año. La situación del comercio es muy grave y el vector que explica principalmente esta caída del consumo es una pérdida importantísima del poder adquisitivo del salario”.

Para el dirigente, las empresas que están vinculadas al mercado interno –que son cerca del 85% de las empresas argentinas– “necesitan de un sueldo fortalecido con poder adquisitivo real para que haga girar la rueda de la economía, como también necesitamos la inversión porque solamente el consumo no alcanza, es la inversión y el consumo”.

“El problema es la inflación y hay que abordarla. Nosotros, desde la Federación Económica Mendoza intentamos no plantear una posición ideológica, sino decir cuál es la razón, porque sabemos que hay muchas posturas respecto a cuáles son las razones que explican la inflación en Argentina”, continuó.

“Ese es el problema que tenemos y nosotros no decimos cuál es la forma de resolverlo. Ahora, si la forma de resolverlo es la presión y la imposición de herramientas legales para para perjudicar al empresario si no cumple un precio, obviamente nosotros no estamos a favor, (porque) nos parece que ese no es el método de construcción”.

Con respecto a los consensos para bajar la inflación, señaló que también hay algo que llamó inercia, “que nos pasa a los pequeños comercios. Uno está todo el tiempo atento a subir los precios con el miedo de que el día de mañana, cuando vas a reponer la mercadería, esté más caro”.

Entonces, Gispert cree que “si se logra armar una mesa de consensos reales, no de imposiciones, donde los que forman los precios frenan esa inercia, puede ser una ayuda. En la historia argentina, hasta ahora, los programas de precios cuidados han sido como un parche, de muy corto plazo y de muy bajo impacto. Esa es la realidad, así que no creo que tenga el resultado esperado”.

 

Los eslabones de la cadena

Gispert también fue consultado sobre dónde se debería controlar para tener un mejor comportamiento de los precios, sobre lo que recalcó: “Hay una particularidad de lo que estuvimos leyendo de las declaraciones de Feletti, y es interesante porque él marca una diferencia con la gestión anterior de Paula Español, porque dice que en el acuerdo de precios el problema no son los supermercados, sino los productores primarios de alimentos”.

A este lo definió como “un sector muy concentrado de la economía argentina. Son ocho empresas que producen más del 90% de los alimentos de todas las marcas que uno encuentra en el mercado. Y lo que ha hecho Feletti en este acuerdo –entre comillas acuerdo– es ver al supermercado como garante del acuerdo, pero el acuerdo es primero con los productores, y obviamente con los productores también se está discutiendo en el marco del Consejo Agroindustrial Argentino”.

Además, agregó que en esa discusión, “los productores aducen problemas fiscales, problemas impositivos, problemas financieros, y pérdida de competitividad. En la Argentina hay un Gobierno que trata de obligarlos a vender en el mercado interno, siendo que uno como empresario quiere vender donde mejor pueda colocar su producto”. “Hay una discusión con el Gobierno, que está abordando toda esta problemática fiscal, impositiva, financiera, de falta de crédito, para poder mejorar la productividad y bajar los precios, y así solucionar los problemas de importaciones para la industria, que debería ayudar a que este acuerdo funcione. Lo que ha sorprendido es que gran parte de estas ocho o diez empresas productoras de alimentos aceptaron el acuerdo, y después hubo algunos empresarios que salieron muy enojados respecto de las amenazas de imponer la Ley de Abastecimiento, pero en un principio acordaron”, agregó el titular de la FEM.

 

Capacidad ociosa

Otro tema sobre el que fue consultado Gispert es qué pasaría, en caso de un aumento fuerte del consumo, frente a la oferta de productos para atender esa demanda supuestamente creciente, y si eso no resultaría un nuevo factor de aumento de la inflación.

Sobre el particular, expresó: “Tenemos depreciado el consumo y tenemos una capacidad instalada ociosa en torno al 35%. Eso quiere decir que la demanda puede crecer perfectamente sin que esto genere una gran presión en los precios”. “Debería ser así porque los costos de aumentar la productividad hoy son bajos”, consideró. En cuanto a su punto de vista personal, expresó: “Soy de la idea de que la inflación hay que abordarla en simultáneo en muchos frentes, no creo que esté explicada solamente por la emisión monetaria. Estamos en un contexto de estanflación, pero los indicadores del PBI por suerte este año han estado por encima de la expectativa del año pasado”.

“El Presupuesto nacional ha estimado un crecimiento del 5%, el Fondo Monetario y el Banco Mundial del 4,5% y hoy han ajustado las perspectivas de crecimiento del PBI tanto el Banco Mundial y el FMI como el Gobierno nacional al 7,5%, y algunos ya plantean que puede estar en el 8%. Nosotros estamos en un contexto muy favorable de ingreso de divisas”, agregó. A partir de eso, consideró finalmente que “hay elementos de contexto para pensar que se podría lograr un aumento del poder adquisitivo y un aumento de la productividad, la inversión y el financiamiento. Tenemos un contexto favorable externo, pero hay una disputa intergubernamental que está dificultando aprovechar ese viento de cola”.