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Gentrificación, Zonda y Emergencias

En cualquier desarrollo inmobiliario se deben respetar las enseñanzas del cambio climático para prevenir los desastres que ello puede producir, con tremendos efectos económicos, sociales y humanitarios en la población

28 de julio, 2023 - 07:52

La gentrificación comienza cuando un grupo inmobiliario con poder económico descubre lugares baratos y aptos para urbanizar según sus preferencias, ya que los mismos ofrecen una buena relación entre la calidad y el precio, por lo que deciden instalarse en él.

Estos barrios suelen estar situados cerca del centro de la ciudad o contar con buenas vías de acceso o disponer lugares de atracción turística.

Tal parece ser el caso que se encuentra detrás de la proliferación de countries, emprendimientos y centros comerciales en lugares tales como Vistalba, Maipú y Dorrego, entre otros, que podrían mencionarse en cercanías de nuestra ciudad capital.

El término gentrificación es un neologismo, aceptado por la RAE y que procede del inglés. Deriva de “gentry”, una clase social histórica inglesa de composición mixta entre la baja y media nobleza. Lo utilizó por primera vez la socióloga inglesa Ruth Glass en 1964, al estudiar los cambios sociales que se presentaban en Londres.

Desarrollo urbano sin buenos servicios públicos

Lamentablemente, estos procesos no son siempre armoniosos ni terminan redundando en una mejora de las condiciones de vida, tanto para los viejos como para los nuevos vecinos que llegan con la gentrificación.

Por ejemplo, suele suceder que en el apresuramiento por impulsar el crecimiento comercial e inmobiliario se deje de lado la correspondiente necesidad de mejora en las distintas redes de servicios públicos que deberían acompañar al crecimiento urbano.

Tal parece ser el caso en las zonas nombradas, lo que se hace cada día más evidente en la ausencia de una buena red de servicios esenciales como los del agua potable, los buenos tendidos eléctricos y la conectividad por Internet. A lo que se suma la ausencia de cuidado del frondoso arbolado y que constituye, paradójicamente, uno de los aspectos que los mismos gentrificadores resaltan como un aspecto muy positivo de esas zonas.

Todas estas cuestiones serias y graves per se, se ven aún más resaltadas durante la ocurrencia de emergencias, como lo fue el viento Zonda, que azotó a esas zonas días pasados, que se materializó, entre otros efectos negativos, en centenares de árboles y postes caídos.

Como lo hemos repetido en varios artículos anteriores, Mendoza es un oasis en el desierto, y como sabemos, a la par de que se construían las grandes obras hidráulicas en el siglo pasado se plantaron las arboledas de álamos, plátanos o sauces a la vera de los canales del riego.

Ello no sólo contribuyó a generar toda una imagen turística de la provincia que le ganaba al desierto, sino también permitió –entre otras cosas– que los paseantes gozaran de una reparadora sombra en los meses estivales y de una barrera contra los típicos vientos de la zona en los otoñales e invernales.

Pero todo beneficio va acompañado de un servicio, y en este caso es que a esas arboledas se las debía regar y realizar las podas correspondientes.

La enseñanza que deja el Zonda

Nada de eso se ha hecho en los últimos años por varias causas concurrentes. Entre ellas, cabe destacar que los trabajos de impermeabilización de cauces que lleva adelante la Dirección Provincial de Irrigación no han contemplado la construcción de los nichos necesarios para que cada uno de los árboles reciba el riego correspondiente.

A la par, son varios los municipios que hace años que no encaran las tareas de poda correspondientes y el retiro de los árboles enfermos o muertos a la vera de sus calles y carriles.

Todo esto podría sonar algo baladí, si no fuera por las consecuencias que hemos visto tras el paso del Zonda. Por ejemplo, en el departamento de Luján de Cuyo se produjo la caída de 162 árboles, lo que arrastró a 52 postes, mientras que en Godoy Cruz la cifra de árboles caídos fue de 146 contra 51 postes. En otros departamentos afectados los números fueron similares.

Lamentablemente, los problemas no terminan, sino que empiezan con los postes caídos, ya que ellos son portadores de servicios esenciales como el eléctrico y los servidores de Internet y televisión por cable.

Que vivimos en un siglo electrodependiente, ya no hay quien lo niegue. Pero a ello se ha sumado recientemente otra característica, y es que hemos pasado a ser “Internet dependientes”, pues sin ella no sólo dejamos de estar conectados con el mundo, sino también dejamos de estarlo con nuestras familias y con los servicios de emergencias como el 911.

Sucede que las compañías telefónicas, en aras de la modernidad y cansadas del robo de sus líneas físicas de cobre, las han reemplazado por routers inalámbricos servidos por la mencionada Internet. Por eso, cuando ésta se cae dejan de funcionar, dejan de comunicarse.

Para terminar, saltan dos consecuencias fundamentales. La primera es que la mencionada y explicada gentrificación no nos debe llevar a perder lo que con tantos años y esfuerzo nos llevó construir, como nuestras frondosas arboledas, para lo cual sus integrantes, los árboles, necesitan del agua y de los cuidados necesarios. La segunda es que a nivel de Defensa Civil de la Provincia se debería sacar las enseñanzas correspondientes de esta emergencia, especialmente en todo lo relacionado con las comunicaciones, pues como hemos visto, sin electricidad no hay Internet y sin ésta no hay comunicaciones.