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F 16 A y B, JF-17, HAL Tejas, MIG 35

Las autoridades que resulten electas deben analizar sin demora todas las opciones disponibles para adquirir el mejor equipamiento aéreo que nos dé una seguridad acorde a las probables amenazas externas, sin incurrir en gastos inútiles como ya ha ocurrido antes

11 de agosto, 2023 - 07:22

El título de esta nota ¿es una Sopa de letras, Batalla naval, Scrabble, Bingo? Ninguna de esas opciones querido lector: se trata de siglas para entendidos. Entendidos en aviones, ya que incumbe a la designación de distintas aeronaves destinadas a la caza de otras similares y de ataques a tierra.

Sucede que nuestra aviación, en sus dos versiones –la principal, que es la de la Fuerza Aérea Argentina, y la secundaria, la Aviación Naval de la Armada–, carece desde hace varios años de aeronaves aptas para tareas de caza y ataque. 

También existe la Aviación de Ejército, pero no tiene aviones de caza, sino –mayormente– helicópteros. Para remarcar su importancia baste recordar que ella, durante la Guerra de Malvinas, fue la responsable de infligir al enemigo inglés las mayores pérdidas en buques desde la Segunda Guerra Mundial.

Para empezar, y antes de meternos en complejos temas geopolíticos, es menester que conozcamos algo sobre nuestras siglas y lo que significan. Vamos a ello.

Antes de seguir, vale aclarar que no somos expertos en este complejo tema y que hemos procedido a una simplificación brutal a los efectos de que el lector pueda seguir nuestros razonamientos. 

Por ejemplo, no hemos querido meternos en las variantes que cada una de estas aeronaves presenta, tampoco en el detalle de sus especificaciones, mucho menos en las diferentes formas de pago en que las mismas podrían financiarse. 

En función de lo expresado quiero expresar los siguientes criterios generales que guiarán la continuidad conceptual de este artículo. A saber:

1º) El sistema de Defensa argentino necesita disponer de aeronaves de vuelo supersónico con capacidad de atacar tanto blancos aéreos como terrestres y navales con los que tengamos razonables probabilidades de enfrentarnos. En buen romance, aeronaves y/o buques presentes en nuestra región y que representen una amenaza para nuestros intereses. Hoy, principalmente, ella proviene de la denominada “Fortaleza Malvinas” en poder de Gran Bretaña. 

2º) En esta adquisición, no sólo deben pesar los rendimientos técnicos de las mencionadas aeronaves sino también sus posibilidades y costos de mantenimiento, pues de nada serviría adquirir una de última generación si no la podemos mantener a mediano y largo plazo.

3º) Igualmente, y dada nuestra precaria situación económica, no sólo el costo final de la operación es muy importante, sino además, la forma y las condiciones de pago que se establezcan para su compra.

4º) Finalmente, es condición sine qua non que las aeronaves a adquirir no dispongan de componentes de origen británico; ya que los mismos son susceptibles de ser interdictados por Gran Bretaña, como ya ocurrió con los asientos eyectables de los recientemente adquiridos Super Etendard Modernisé, de origen francés, que por esa causa no pueden volar. 

Ahora, con los datos técnicos en mente y bajo el cristal de los criterios generales enunciados, vamos a lo concreto, es decir vamos a tratar de discernir qué avión nos conviene adquirir.

A primera vista, vemos que hay que hacer dos grandes grupos. Por un lado, están los F 16, que son de origen estadounidense, y por el otro, el resto, que son de origen oriental.

Hecha esta primera salvedad, dentro de ella hay que reconocer que el Hal Tejas no cumple con la condición de no disponer de partes británicas, aunque la industria india ha prometido solucionar este problema; sabemos que no es sencillo y no tenemos certeza de cuándo se cumpliría con el mismo.

A segunda vista los F 16 estadounidenses disponen de dos grandes ventajas: su bajo precio y sus facilidades de mantenimiento, ya que es una aeronave muy difundida, aún en nuestra región, siendo la Fuerza Aérea Chilena su operador más cercano. 

Su principal desventaja es su antigüedad, ya que son aviones viejos, aunque no obsoletos. Un tema aún más espinoso es si consideramos su aviónica, armamento con los que serían entregados por los EE.UU. y la disponibilidad de componentes británicos, como sus asientos eyectables. 

A tercera vista, tanto los JF 17, en menor medida, como los potentes bimotores rusos MIG 35, lucen magníficos en sus respectivas prestaciones. Meten miedo a cualquiera. Pero creo que su talón de Aquiles surge de sus posibilidades de mantenimiento, pues no es fácil hacerlo con material de ese origen, como ha quedado demostrado con los helicópteros M 17 que dispone nuestra Fuerza Aérea y que no pueden volar desde hace años.

Llegado a este punto, solo nos resta apelar a la voluntad política, que en última instancia es la causa eficiente de todo este nudo gordiano. Podemos discutir durante horas cuál sería nuestra mejor opción, pero sin un verdadero proyecto de país y sin políticas de Estado para la Defensa, sería al ñudo hacerlo. Mucho más cuando nos encontramos ante la probabilidad cierta de un cambio de gobierno y de orientación. 

Por eso le pedimos a las autoridades que resulten electas que entre todos los difíciles temas de los que tienen que ocuparse, lo hagan también con nuestra Defensa, pues no hay una más cara que no tener una adecuada y acorde a nuestras amenazas externas.  

El Doctor Emilio Luis Magnaghi es Director del Centro de Estudios Estratégicos para la Defensa Nacional Santa Romana. Autor de El momento es ahora y El ABC de la Defensa Nacional.