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A 110 años de la trágica muerte de Jorge Newbery

El 1 de marzo de 1914 quedó marcado el destino de un hombre cuyo único anhelo era traspasar con su avión la cordillera de los Andes

02 de marzo, 2024 - 15:51

Hace 110 años, en los pintorescos campos de Los Tamarindos, en la provincia de Mendoza, Jorge Newbery, un ferviente amante de la aviación, encontró su trágico final en un accidente aéreo.

Curiosamente, su padre, un destacado dentista estadounidense llamado Robert Newbery, visitaba mensualmente la región para brindar cuidados dentales a gobernadores, adinerados empresarios y damas de la alta sociedad local.

La noticia conmocionó el mundo de la aviación, dejando un vacío imposible de llenar.

Ahora, adentrémonos en los detalles del fatídico 1 de marzo de 1914, cuando los cielos y la tierra se entrelazaron de manera inesperada para sellar el destino de un hombre cuyo único anhelo era traspasar con su avión la gigante cordillera de los Andes.

 

Fels, una fiesta y el avión de la mala suerte

En los primeros días de febrero de 1914, el intrépido piloto Teodoro Fels partió desde Buenos Aires con su avión Morane-Saulnier H de 80 HP con destino a la provincia de San Luis.

Sin embargo, los caprichos climáticos le impidieron volar directamente hacia Mendoza, llevándolo a tomar la decisión de emprender el viaje en tren hasta la capital mendocina, ¡incluyendo el transporte de su aeroplano!

Lo que parecía un contratiempo climático se convirtió en una conexión única entre el cielo y la tierra.

La visita de Fels a Mendoza tenía un propósito especial: participar con su aeroplano en la inauguración del monumento al Libertador y su Ejército de los Andes en el Cerro del Pilar, posteriormente llamado de la Gloria.

Ese 12 de febrero de 1914 marcó un hito en la historia de la aviación y la celebración de la patria.

Al llegar a la estación de Mendoza, Fels fue recibido con todos los honores por un público entusiasta –compuesto especialmente por aviadores mendocinos– que se agolpaba en el andén.

Con el avión listo para el evento patriótico, el aviador trasladó su precaria aeronave al pequeño campo de aviación ubicado a unos 5 kilómetros de la capital provincial, en un lugar conocido como Los Tamarindos, en el departamento Las Heras.

En ese momento, la historia de la aviación en Mendoza tomó vuelo.

 

Newbery y los preparativos para una travesía épica

Mientras la provincia celebraba estos eventos, en Buenos Aires, el pionero Jorge Newbery estaba ocupado organizando los preparativos para su propio viaje a Mendoza.

Con la ambición de realizar un vuelo sobre la cordillera de los Andes y alcanzar una impresionante altura de 7.000 metros, Newbery compartía el mismo deseo que Teodoro Fels, quien ya estaba listo para emprender esa travesía.

Sin embargo, la aventura se preveía desafiante para ambos aviadores.

En la tarde noche del 21 de febrero de 1914, el joven sportman Newbery partió de la estación de Retiro en el tren Internacional de la compañía ferroviaria Buenos Aires al Pacífico (BAP) hacia la provincia de Mendoza.

Al día siguiente, a su llegada a la estación de Mendoza fue recibido por sus amigos Fels, Charguelon y Pimentel.

Después de alojarse en el hotel San Martín y tras un breve descanso, se dirigió en el Ferrocarril Trasandino hacia la estación de Puente de Inca con el objetivo de estudiar los vientos y observar el clima en esa zona, esencial para la planificación de su futura hazaña.

La estadía en el hotel de Puente de Inca se prolongó por algunos días antes de descender en tren hacia Uspallata para continuar las exploraciones.

Newbery, cuando analizaba las condiciones climáticas en medio de la montaña mendocina.

Después de establecerse y concluir su trabajo de investigación, Newbery planteó la posibilidad de emprender la hazaña a mediados de marzo.

Para eso elaboró un detallado itinerario de la ruta aérea, dividiéndola en diez fases que incluían destinos como Uspallata, Punta de Vacas, Cristo Redentor, Juncal, Río Blanco, Salto del Soldado, Los Andes, Batuco y, finalmente, Santiago de Chile.

El veterano piloto incluso consideró la posibilidad de partir desde Uspallata en lugar de la ciudad.

La preparación de Newbery incluyó una extensa entrevista en el hotel San Martín con un matutino local, en la que compartió sus planes.

El 28 de febrero, el popular aviador llegó al improvisado campo de vuelo en Los Tamarindos, practicando reconocimientos con su aparato volador.

La extraordinaria exhibición atrajo a un gran número de ciudadanos que se congregaron en las inmediaciones, maravillados por las maniobras aéreas de este hombre de carácter indomable.

Entre los hangares improvisados se encontraba el aeroplano de Fels, quien se le cedió para realizar un vuelo de prueba por la zona.

Después de ubicarse en la carlinga, el intrépido piloto porteño ascendió en el aparato cortando el cielo azul con sus alas, dejando a los espectadores atónitos.

Después de su aterrizaje, Teodoro Fels y su amigo Jiménez Lastra tomaron los mandos de aquel "pájaro de madera" para efectuar giros que asombraron a los presentes.

Satisfecho con las referencias y estudios realizados, el ingeniero Newbery regresó a su alojamiento y decidió partir al día siguiente en tren hacia Buenos Aires.

Su plan era regresar a mediados de marzo con su avión Morane-Saulnier H para llevar a cabo la travesía de la cordillera de los Andes y aterrizar en la ciudad de Santiago de Chile, con el objetivo de batir el récord mundial de altura.

 

Un final inesperado

El 1 de marzo de 1914, Jorge Newbery debía abordar el tren con destino a Buenos Aires por la noche. Sin embargo, al mediodía, el gobernador Rufino Ortega (h) agasajó al distinguido visitante con un gran almuerzo, al que asistieron funcionarios de su gestión y sus familias.

Tras el agasajo, el ingeniero se dirigió hacia las puertas del hotel acompañado por Fels y Benjamín Jiménez Lastra. A la salida, un grupo de señoritas de la alta sociedad que lo esperaban convencieron a los tres caballeros de realizar una breve exhibición para ellas.

Aunque Newbery era supersticioso y dudó en emprender el vuelo, una de las jovencitas le insistió y le ofreció una medalla de la Virgen de Lourdes para la buena suerte.

Convencido de que la medalla le traería fortuna, junto al grupo se aventuró por los polvorientos caminos hacia Los Tamarindos. Una vez en el campo, el joven uruguayo ordenó sacar su aeroplano del hangar.

Mientras tanto, Newbery invitó a Jiménez Lastra a acompañarlo en el vuelo. Aunque el héroe de la aviación civil no estaba completamente convencido, el destino le tenía preparada una trágica sorpresa.

La máquina de Fels despegó de la precaria e improvisada pista y, en pocos segundos, tomó suficiente altura para el vuelo. Pero instantes después, la máquina se inclinó bruscamente sobre el ala izquierda.

Newbery extendió un brazo afuera, aferrándose a la cabina para evitar ser despedido del asiento y con su maestría reconocida, logró estabilizar el aeroplano.

Sin embargo, algo no estaba bien ese día.

A 600 metros de altura, el Morane-Saulnier inició su primer viraje. Newbery advirtió a Jiménez Lastra que se agarrara fuerte.

Realizó giros sobre el ala izquierda, luego sobre la derecha y nuevamente a la izquierda. En una maniobra crítica, Jiménez Lastra se aferró a los alambres del fuselaje, presintiendo la caída.

El aparato se inclinó hacia la izquierda y, en ese momento, el piloto intentó nivelar el ángulo de caída. Tres veces estuvo a punto de realizar el looping, pero en su último intento de corregir la marcha irregular ya fue demasiado tarde: la máquina estaba demasiado cerca de la tierra.

Detuvo el motor para intentar levantarlo, pero el impacto final estremeció el suelo, a escasos metros del actual campo histórico. Estas fueron las últimas maniobras del intrépido piloto.

Jorge Newbery falleció instantáneamente, mientras que Jiménez Lastra sufrió considerables heridas, pero logró sobrevivir.

La fatalidad abatió al famoso aviador, impidiéndole realizar su anhelado sueño.

La noticia del accidente impactó rápidamente a la ciudad, dejando atónita a gran parte de la población cuando los medios gráficos publicaron la trágica noticia.

El cuerpo de Newbery fue trasladado a la ciudad y llevado a la morgue, donde se realizaron pericias forenses para investigar las causas de su muerte.

Mientras tanto, Jiménez Lastra fue internado en el hospital provincial y, en pocos días, se recuperó de sus heridas para partir hacia Buenos Aires.

Los restos de Jorge Newbery fueron velados en Mendoza y posteriormente trasladados en ferrocarril hacia la Metrópoli.

Sepelio de Newbery en Buenos Aires.

Allí, con un solemne funeral y la presencia de miles de personas en el Cementerio del Oeste, en el barrio de Chacarita, el malogrado aviador fue sepultado, marcando el final de una era y el inicio de su inmortalidad en la historia de la aviación.