|20/09/20 09:30 AM

¿Qué hay detrás del oscuro accionar de usurpar terrenos?

20 de septiembre, 2020 - 12:11

Para un grueso de la sociedad de la provincia y el país, se simplifica la calificación de una acción en auge por estos días: “los negros de mierda están ocupando lo que no es de ellos”.

Acto seguido, exigir a viva voz que los desalojen a los palos, sin más, aunque haya bebés y ancianos de por medio.

Pero está el otro costado de esta dura historia, los dueños de los campos usurpados, muchos de ellos heredados de los sacrificios de generaciones que trabajaron la tierra para producir.

A los que también la historia de estos días los trata muy mal, al borde de ser injustamente considerados oligarcas terratenientes.

Como si poseer tierra y trabajarla es un pecado discriminatorio sobre los que no la tienen, no pueden vivir en ella, mucho menos trabajarla.

En el medio de las dos caras confrontadas, sin que ambas se lo propongan, están los verdaderos artífices de esta maniobra que podría traer muchas muertes si alguien no coloca las cosas en su lugar, con legalidad y equidad en la más absoluta sensatez.

Las maniobras de usurpar tierras está pergeñada desde las pestilentes y oscuras intenciones de políticos que llevan agua para su sectario molino de la forma más vil.

También se ha comprobado que la acción tiene autores particulares, con el múltiple beneficio de vender ilusiones de un hábitat con todos los servicios, cuyos materiales son vendidos con exclusiva desfachatez.

O la conformación de una oportuna cooperativa de vivienda con los jugosos réditos que esto significa. Sin contar a los que incitan a la maniobra, para que después del desalojo respectivo adquieran por monedas los terrenos devaluados.

Las necesidades habitacionales tanto en la provincia, como en el resto del país, son cada vez más abultadas, como graves.

Mentiras, tras mentiras, pasan los gobiernos prometiendo lo que jamás cumplen: una vivienda digna para quienes no la poseen, ni la pueden poseer por medios propios.

Lisa y llanamente porque sus sueldos no dan margen para enfrentar cualquier plan habitacional o porque son pobres e indigentes que habitan entre chapas de cartón o de zinc corroído.

Estos últimos no saben de otro vivir desde siempre, solo de ese indigno lugar donde duermen, defecan, enfrentan frío y calor, solo sobreviviendo.

Ante este panorama, vienen mugrientos sujetos que los llevan a lo que será el paraíso habitacional, con terrenos que solo será para ellos. Y allí van, mujeres, niños, ancianos y hombres, rompiendo alambrados e instalando con palos el lugar que alguna vez soñaron.

En sus analfabetos conceptos, los personajes que los llevaron los impregnaron de distorsionados derechos que esgrimen para justificar lo que es a todas luces un delito penal.

No falta el condimento de las organizaciones que, con total ignorancia, apoyan la usurpación, tal cual Fidel empujaba la revolución desde Sierra Maestra.

Con la diferencia que esto es Argentina y los ideales de líder cubano no son los bajos instintos de los políticos criollos que producen esto, como una sucia zancadilla al gobierno o adversario político de turno, sin importar lo que pase con cientos de familias movilizadas

En la memoria de los mendocinos, está presente aquella usurpación en terrenos al costado de la vieja Ruta 40 en la localidad lujanina de Perdriel, producidos por una sucia maniobra ante la fuerte puja interna entre dos popes del PJ mendocino.

Uno, por aquel entonces con rango de intendente de Luján de Cuyo, Carlos López Puelles, el otro de ministro de Hacienda de la provincia, Marcelo Costa.

En la actualidad, los provincianos ven con asombro en los lugares que se pretende dar las usurpaciones, queda claro con contundencia lo afirmado, están aceitadas por dirigentes políticos con importantes rasgos de mafiosos.

Las usurpaciones activan la memoria colectiva del país por todas las vicisitudes de un grueso de la población, ante las mentirosas, cuando menos inexistentes políticas de Estado en materia habitacional.

Nada de eso por estos días, solo escándalos, acusaciones cruzadas e inmensa cantidad de lavados de manos. No hay el más mínimo movimiento desde municipios, la provincia y la Nación, enfocándose en un problema que ya está instalado y que no tendría un retorno normal.

Solo bajo el amparo de órdenes judiciales acompañadas con palos, gases lacrimógenos y profundización de discriminaciones sociales. Sin dejar de lado lo que sienten los verdaderos dueños de esas hectáreas y hectáreas de tierras.

Ciudadanos que sienten que no tienen derecho sobre sus bienes, que a la Justicia y gobierno alguno no les interesa responder respaldando sus derechos sobre pertenencias que están siendo sustraídas, sin más.

Mientras, los que instalaron el grave problema se refriegan las manos. Ellos saben que en algún momento pasarán a cobrar la sucia maniobra. Total, estamos en Argentina, donde todo es válido, con una justicia debilitada y permeable para todos los que delinquen.

Como quedará al fin, después de que se la reforme, para ocultar también quien está detrás de la usurpación de tierras.