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Todos bien peinados y de zapatos lustrados

Pese a que Mendoza ha perdido espacios en el concierto de las provincias con una menor participación a nivel nacional, aún conserva las buenas formas y el respeto por su calidad institucional

22 de abril, 2019 - 10:09

Con esa prolijidad que tanto suelen destacar los mendocinos, ha quedado prácticamente completa la grilla de partida para las PASO locales que tendrán lugar el 9 de junio. Quizá el más duro en lenguaje de campaña sea el Gobernador, quien busca recordarles a los mendocinos las gestiones de sus antecesores justicialistas, en especial Francisco Pérez.

Pero en general dentro del estilo de buenos modales las fórmulas hicieron sus presentaciones sobre el límite de cierre y se confirmaron algunas presunciones, como también se evidenciaron algunas novedades.

En el espacio peronista, y a pesar de las fotos previas donde se los vio juntos y sonrientes, Alejandro Bermejo no arregló con Anabel Fernández Sagasti para compartir una fórmula. No obstante, en ningún momento ambas figuras ni se reprocharon por no haber llegado a esa esperada instancia de unidad.

De todos modos cabe señalar que es una señal positiva de respeto democrático interno y también que pese a la imposibilidad de acordar, el sector más cercano al kirchnerismo prefiere competir por dentro del justicialismo y no romper y competir por fuera, esto, por lo menos en Mendoza. 

Seguramente los puristas del espacio inspirado en la expresidenta Cristina Kirchner no verán con buenos ojos la sociedad de Anabel con Jorge Tanús, un representante del viejo sector Azul del peronismo local, que otrora respondió al exministro del Interior José Luis Manzano. Pero los azules, lejos de sus orígenes, conservan un importante  caudal de votos, acercados por otro representante del sector, como Jorge Giménez, intendente de San Martín, y por sus colegas Righi de Lavalle y Martín Aveiro de Tunuyán.  

Mientras que Alejandro Bermejo esgrime la prosapia de su apellido ligado a una reconocida gestión en Maipú, y además busca captar a los votantes del sur provincial a través de la figura de Cristina Da Dalt, funcionaria comunal de San Rafael, por supuesto vinculada a los hermanos Félix.

La falta de acuerdo entre Sagasti y Bermejo no fue por cuestiones ideológicas si no por la cantidad de candidatos que cada espacio pretendía imponer en la malograda lista común. 

La nuevas formas de marketing electoral nos permitieron ver por estos días que los políticos se van soltando más para aceitar sus relaciones con la gente, que por su parte, está cada vez más crítica y pendiente de su accionar a la luz del cada vez más evidente fracaso de las distintas gestiones en solucionar los problemas más acuciantes.

Fernández Sagasti, cuya imagen más difundida es la de su sitio en el Senado, muy cerca de Cristina, denostando con vehemencia al gobierno de Cambiemos, esta vez se permitió jugar un partido de fútbol en el parque San Vicente presentando una imagen más amigable en la búsqueda de votantes.

Otro tanto hicieron los radicales también jugando al fútbol en el barrio Olivares. Allí Cornejo y el intendente Rodolfo Suarez oficializaron al precandidatura de Ulpiano Suárez a la Muni de Capital.

Y mientras Omar De Marchi completa su equipo de precandidatos a intendentes sorprendiendo con la adhesión de algunos radicales, como Débora Quiroga en Santa Rosa y Jorge Palero en Godoy Cruz, y Rodolfo Suarez capta votos en el Gran Mendoza a la espera de poner en acción el ‘aparato’, a último momento apareció un representante de esa Unión Cívica Radical purista y principista que permanece. 

Se trata de Fernando Armagnague, que aunque lo consideran un veterano de viejas lides, se atreve a proponer también cambios.

Si bien todo indica que el futuro gobernador va a salir de las dos expresiones políticas más numerosas de Mendoza, también competirán José Luis Ramón y Mario Vadillo por el partido Protectora, y Noelia Barbeito y Soledad Sosa por el Frente de Izquierda y los Trabajadores. Ambas expresiones, sin duda, aspiran a conservar sus bancas en la Legislatura.

Un paso corto para iniciar una larga caminata

El peor resultado que se puede esperar de las medidas anunciadas el miércoles para paliar en parte los efectos de la crisis en la gente de a pie, no es tanto que sirva poco para frenar la inflación, sino que pone en evidencia la absoluta falta de empatía con el semejante que tiene el argentino medio.

Y no es esto un ejercicio de ingenuidad esperando que todos seamos buenos después de semana santa, se trata de comprobar que ya desde el anticipo, cuando todavía nadie sabía bien qué se iba a anunciar, los presagios eran malos. Multiplicados por nutrida fauna de economistas, analistas, politólogos y opinólogos, las tenues esperanzas que algunos podrían haber abrigado quedaban por el piso.

Hasta se diría que en estas líneas estamos haciendo fuerza por no ser arrastrados por la mala onda generalizada.

La oposición de todos los tintes se restriega las manos viendo como sacan provecho electoral de un nuevo fracaso de Macri. Y sí, con esta atmósfera no hay con qué darle.

Lo que no aparece por ningún lado de parte de políticos, empresarios, sindicalistas, curas y esclarecidos de las redes, es un atisbo de aportar una idea desinteresada para contribuir a aliviar la penosa situación de los más perjudicados, que no son estadísticas son personas, que las vemos dormir en las calles, mendigar, rebuscárselas como pueden con tareas miserables, o revolver en la basura buscando comida a altas horas de la noche, cuando el carnaval del mundo apaga sus ruidos. Mientras que otros que avanzan hacia el borde del precipicio perdiendo todo lo que pudieron juntar para vivir como alguna vez pudimos los argentinos.

De esta realidad nuestra que tanto sorprende al mundo, parece no haber salida, solo alguno que otro resurgir temporal por alguna buena cosecha, pero nada permanente. Cuántos planes australes, convertibilidades, revoluciones productivas, décadas ganadas o cambios que sí se pueden, hemos estado viendo pasar sin que ninguno nos cambie realmente la vida, sin que ninguno nos haga recobrar la confianza en esa abstracción que llamamos país, Estado, Argentina, la gente o de muchas otras formas impersonales que creemos ajenas a nosotros. 

No sé quién ni por dónde tendríamos que empezar a ser distintos a nosotros mismos, pero más parecidos a otros pueblos que pasaron por iguales o peores vicisitudes que nosotros. Que no están tan lejos, que no viven en ningún paraíso ni han alcanzado la felicidad en la Tierra, pero que por lo menos se respetan entre sí un poco más que nosotros, conservan una idea de bien común y perciben que dañar lo colectivo es dañarse a sí mismos. Que no piden más de lo que pueden ganarse con el esfuerzo propio, y que no obstante eso se rebelan contra las injusticias. 

Argentina no tiene destino de potencia, no lo supo ser tal vez cuando pudo, pero es un pueblo trabajador que sin embargo valora más al que corta camino que al que espera su turno. Las causas pueden ser muchas: el que da el turno a cambio de alguna dádiva o el que da la dádiva para sacar ventaja. 

Tratemos de no conformarnos con un destino tan chiquito y pensemos entre todos por dónde empezar a ser como deberíamos ser.