|14/03/24 01:05 PM

Las barbas en remojo

El recrudecimiento delictivo de las organizaciones narcos que actúan en Rosario hace necesario que, además de incrementar la presencia de las fuerzas de seguridad en las calles, se tomen medidas de inteligencia para cortar el financiamiento del delito

14 de marzo, 2024 - 13:05

La gravísima situación que se registra en la ciudad de Rosario, además de ser una tragedia, puede ser la oportunidad de rever asuntos que presentan fallas a la hora de frenar el avance criminal del narcotráfico, transformado ahora en una especie de narcoterroristas para crear caos y miedo generalizado.

La escalada de la violencia se incrementó unos cinco años atrás, con una guerra entre bandas que provocó decenas de muertos desde entonces, y ahora mutó en el asesinato de inocentes que nada tienen que ver con la actividad al margen de la ley, convirtiéndose directamente en una acción contra el Estado, que corre desorganizado detrás de los hechos en una vertiginosa secuencia que la gente observa con lógica preocupación y terror.

Esa inquietud ya se trasladó también a los mandatarios de otras provincias, los que pusieron las barbas en remojo y comenzaron a movilizarse en busca de apoyo, preparándose para lo que vendrá si es que los narcos son neutralizados en Rosario y deciden desparramar su actividad en el resto de los Estados.

La lucha contra los criminales no solo requiere de una acción presencial, como se está haciendo acertadamente con el refuerzo de las fuerzas federales y la incorporación de las Fuerzas Armadas como apoyo, sino con otros medios que están regulados por las leyes y que podrían mejorarse con nuevas normas y sistemas más sofisticados que los que se utilizan actualmente para así combatir la delincuencia organizada desde frentes diversos.

Por otra parte, son muchos los casos en que los capos de las bandas son considerados poco menos que "benefactores" en los barrios más pobres y poco menos que dejados de lado por el Estado, donde los criminales distribuyen mercaderías, dinero y hasta pagan cumpleaños de 15, atendiendo además necesidades básicas de los vecinos.

Por eso, a pesar de que hay una clara voluntad en todos los niveles del Gobierno de luchar contra el narcoterrorismo, esta acción no se debe transformar en declamatoria, como las medidas que se anunciaron durante tantos años sin que se llegaran a concretar casi en ningún caso, porque así se agrega frustración y rechazo en la comunidad.

La experiencia indica que los problemas que no se resuelven, se trasladan de año en año, a veces de década en década y van creciendo. Por eso está muy bien lo que están haciendo ahora tanto la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, y su par de Defensa, Luis Petri, como el gobernador Maximiliano Pullaro y el intendente Pablo Javkin, porque se han puesto al hombro esta crisis y recurrieron a la saturación, a llenar de fuerzas de seguridad, atender el problema concreto y tratar de solucionarlo.

La ministra Patricia Bullrich y su par Luis Petri, junto al intendente de Rosario, Pablo Javkin.

Sin embargo, se podría aprovechar la efervescencia del momento y convocar a que se organice una agencia que concentre la lucha, la que podría integrarse con los Poderes Judiciales de las distintas provincias, la UIF, la AFIP, la Aduana, el sistema carcelario y los servicios de inteligencia, entre otros organismos, además de un equipo de legisladores.

Esa agencia debería concentrarse en investigar el circuito de dinero, que acá es clave, porque si se desarma la red, obviamente se pierden los incentivos para el delito.

Por ejemplo, en la actualidad los jueces y las autoridades que funcionan en materia represiva están limitados y no pueden actuar en las distintas jurisdicciones donde están los problemas, por lo que habría que considerar contar con una legislación que organice el problema de las jurisdicciones, ya que a veces las jurisdicciones políticas y las judiciales no coinciden con la organización de las acciones.

Ahora hay una reacción que está totalmente justificada, pero por las experiencias anteriores la gente lo ve con escepticismo y se pregunta si se puede sostener o no en el tiempo, pensando en qué pasaría si las fuerzas de represión abandonan dentro de un tiempo el escenario.

Por otra parte, todavía no se cuenta con la infraestructura básica para, en el caso de que sea detenida una cantidad importante de miembros de las bandas, sobre todo los cabecillas importantes, puedan ser alojados con la máxima seguridad para controlarlos y neutralizarlos debidamente.

La inseguridad en Rosario es un problema complejo y multifacético que requiere una respuesta integral y sostenida y, por lo tanto, es fundamental abordar las causas subyacentes de la inseguridad, fortalecer las instituciones y promover la participación ciudadana.

Solo a través de un esfuerzo conjunto y comprometido se podrá reconstruir una ciudad haciéndola más segura y brindarle tranquilidad a los vecinos.