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Fontezuela, un episodio olvidado que cambió nuestra historia

Desde ese levantamiento, el deseo de un gobierno más federal resonó con fuerza en las provincias, llevando consigo la promesa de un futuro más equitativo para los argentinos

15 de abril, 2024 - 10:44

Poco se ha difundido que, durante los primeros tiempos de la incipiente historia de nuestro país, se produjeron desde 1809 más de un centenar de alzamientos armados, sublevaciones y hasta golpes de Estado.

Uno de los eventos que se destaca entre ellos es la sublevación ocurrida el 3 de abril de 1815 en Fontezuela, ubicada en la actual localidad de Pergamino, provincia de Buenos Aires.

Este levantamiento tuvo importantes consecuencias, abriendo las puertas a un nuevo orden político que desembocará posteriormente en los sucesos del 9 de julio de 1816.

De la Asamblea nace el Directorio

Durante el Segundo Triunvirato y la conformación de la Primera Asamblea General Constituyente y Soberana, conocida como la Asamblea del Año XIII, que inició sus sesiones el 31 de enero de 1813, se reunieron los diputados de las provincias interiores del territorio, incluyendo a Potosí, Chuquisaca, Montevideo y Maldonado.

Sin embargo, los designios del destino tenían otros planes en mente, y el escenario político se convirtió en un campo de intrigas, desafíos y luchas de poder que profundizaron aún más esta crisis que venía sucediendo desde mucho tiempo.

En este período, se propuso una nueva forma de gobierno que pudiera garantizar la estabilidad y la continuidad en medio de las convulsiones internas y externas que sacudían la región.

A raíz de esto, la figura del director Supremo, introducida como parte de esta nueva estructura gubernamental a través de la Asamblea, encarnaba la esperanza de centralizar el poder y brindar una voz unificada.

Sin embargo, esta ambición centralizadora chocaba de frente con las aspiraciones autonomistas de las provincias del interior, que veían con recelo cualquier intento de dominio desde la capital de las Provincias Unidas.

De esta manera, la tensión entre el poder central y las provincias periféricas se convirtió en una constante en el devenir político.

El escenario por aquellos tiempos no era el mejor. La lucha contra los portugueses en la Banda Oriental, liderada por el carismático caudillo José Gervasio Artigas, desató una tormenta de conflictos y tensiones que amenazaba con desestabilizar el frágil equilibrio del gobierno central.

Artigas, uno de los principales protagonista de aquella sublevación en abril de 1815.

La influencia de Artigas, que se extendía más allá de la Banda Oriental hasta la Mesopotamia, Santa Fe y Córdoba, desafiaba la autoridad del gobierno de Buenos Aires y alimentaba el fuego de la discordia en todo el territorio.

Posadas y el breve Directorio

El 31 de enero de 1814, Gervasio Antonio de Posadas subió al poder en un momento crucial. Sin embargo, su mandato estuvo marcado por la influencia de figuras como su sobrino segundo, el entonces general Carlos María de Alvear, que ejerció una poderosa influencia sobre su gobierno y marcaron el rumbo de sus decisiones.

Una de las más polémicas fue declarar a Artigas como "fuera de la ley y traidor a la patria", desencadenando una serie de conflictos que sacudieron las Provincias Unidas del Río de la Plata.

Artigas, en abierta lucha con Buenos Aires, no reconocía la autoridad del Directorio y luchaba por la independencia del Uruguay, desafiando así la autoridad del poder central.

En un intento por consolidar su control sobre la región, Posadas creó una escuadra naval dirigida por Guillermo Brown, que bloqueó Montevideo y derrotó a la flota española, asegurando así una importante victoria para la causa independentista.

Además, designó al general Alvear como jefe de las fuerzas sitiadoras de Montevideo, en un intento por sofocar la resistencia realista en aquel lugar.

Sin embargo, la ambición de Posadas no conocía límites. En un esfuerzo por obtener el reconocimiento internacional de las Provincias Unidas, envió a figuras prominentes como Belgrano y Rivadavia en una misión diplomática a Europa, buscando el apoyo de potencias europeas, pero sus esfuerzos fueron en vano, y la resistencia interna a su gobierno comenzó a intensificarse.

La sublevación de la oficialidad militar en apoyo a Rondeau, la revolución en las calles de Buenos Aires y la amenaza inminente de un ejército realista comandado por Morillo pusieron fin al breve reinado de Posadas.

Obligado a renunciar el 9 de enero de 1815, su gobierno llegó a su fin en medio de la agitación y el caos que marcaban el panorama político argentino.

El efímero Directorio de Alvear

El 9 de enero de 1815, Carlos María de Alvear ascendió al poder en un momento de profunda crisis y desesperación tanto militar como política en las Provincias Unidas.

Su gobierno, designado por la Asamblea General Constituyente en un intento desesperado por restaurar la estabilidad y la seguridad, estuvo marcado por una serie de desaciertos y conflictos que profundizaron aún más el caos que existía en todos los frentes.

Desesperado por la hostilidad de Artigas, la amenaza de los realistas y la inminente invasión por los pasos cordilleranos, a Alvear se le sumaba el temor a la llegada de un ejército comandado por Morillo enviado desde la península ibérica por el rey Fernando VII con la intención de sofocar aquella rebelión en los territorios de ultramar, especialmente en Buenos Aires.

El director Supremo Carlos María de Alvear, derrocado por Alvarez Thomas en Fontezuela.

Fue así que Alvear tomó medidas extremas en un intento por asegurar la supervivencia del gobierno, envió a Manuel José García a Río de Janeiro con la esperanza de obtener el apoyo del Reino Unido y ofreció el protectorado de las tierras argentinas como una última medida desesperada.

Esto causó el enfado de gran parte de militares y políticos, incluso los de Buenos Aires.

Pero la situación empeoró rápidamente. Las tropas enviadas para combatir a Artigas se sublevaron en Fontezuela, mientras estallaba una revolución en las calles de Buenos Aires tendiente a deponer a Alvear.

Ante la creciente presión y el clamor popular por su cabeza, Alvear tuvo que huir hacia Río de Janeiro el 17 de abril de 1815, marcando así el abrupto fin de su gobierno.

Rebelión contra el despotismo

A fines de marzo de 1815, consciente de la amenaza que representaba la rebelión de Artigas y la creciente insatisfacción en las provincias, Alvear se vio obligado a actuar.

En un intento desesperado por restaurar su autoridad, envió al general Ignacio Álvarez Thomas con una fuerza de vanguardia de 1.600 hombres hacia Santa Fe para sofocar un alzamiento que se había producido contra su gobernador, el coronel Eustaquio Díaz Vélez, a fin de separarse de la hegemonía de Buenos Aires.

El general Ignacio Álvarez Thomas, quien el 3 de abril de 1815 encabezó la revuelta contra el gobierno de Alvear.

En Fontezuela, el coraje y la determinación de Álvarez Thomas y su plana mayor encendieron la chispa de la rebelión contra el director Supremo Carlos María de Alvear.

Mientras tanto, en la vecina Banda Oriental, José Gervasio de Artigas se erigía como el defensor de las provincias del Litoral, desafiando el control ejercido desde Buenos Aires y proclamando una visión de autonomía y justicia para las tierras del interior.

Al llegar a la entonces posta de Fontezuela, Álvarez Thomas y sus oficiales no solo rechazaron el mandato de Alvear, sino que proclamaron abiertamente su repudio a un sistema político que priorizaba el poder sobre los principios republicanos.

Este acto de desafío, conocido por algunos historiadores como la "revolución federal de 1815", fue apoyado entusiastamente por líderes como el general José Rondeau y el entonces gobernador de Cuyo, el coronel mayor José de San Martín, quienes vieron en él la oportunidad de dar una nueva etapa en la vida política y militar de las Provincias Unidas del Río de la Plata.

El alboroto de aquella asonada no fue simplemente un acto de insubordinación militar, sino el reflejo de un profundo descontento de gran parte de los respetables ciudadanos que estaban inconformes con las medidas tomadas por el primer mandatario.

La disolución de la Asamblea, la deposición de Alvear y el inicio de un nuevo orden político marcaron el comienzo de una nueva era en la historia del país.

Desde entonces, el deseo de un gobierno más federal y representativo resonó con fuerza en las provincias, llevando consigo la promesa de un futuro más justo y equitativo para todos los argentinos.

Así, en los campos de Fontezuela se forjó un nuevo capítulo crucial que marcó en el inicio de 1816 la posibilidad de formar una nueva Asamblea General Constituyente que tendría su punto de reunión en Tucumán.

Un capítulo que, aunque olvidado por muchos, sigue siendo un recordatorio poderoso del coraje y la determinación de aquellos que buscaban la conformación de una nueva nación.