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Se enamoró de un 'deepfake' que la estafó: "Violaron mi alma, mi espiritú"

Una francesa vivió una historia de amor y desilusión al ser víctima de esta tecnología utilizada para falsear identidades

Por Redacción

10 de febrero, 2022 - 14:55

Una cineasta francesa fue engañada durante meses por un hacker que se hizo pasar por un cirujano y logró enamorarla. La mujer le confió intimidades personales, imágenes de sus hijos y hasta llegó a prestarle dinero hasta darse cuenta de que todo se trataba de una puesta en escena basada en un artilugio tecnológico que permite suplantar la cara de las personas: el 'deepfake'.

Todo comenzó en 2017 cuando Yzabel Dzisky, en ese momento soltera y con 46 años, inició una investigación sobre el mundo de las citas en línea para trabajar en su próximo documental. El plan inicial era conectarse con personas aleatorias y seleccionar posibles colaboradores.

Con el paso de las entrevistas, la artista empezó a considerar la posibilidad de involucrarse ella misma en el proceso de conocer íntimamente a otra persona. 

"Mis amigos solteros me contaban todas esas divertidas historias de amor y sus citas en esas aplicaciones. Primero planeé entrar y entrevistar a la gente. Pero pensé que si la gente logra encontrar el amor allí, tal vez yo también podría", le contó a la BBC.

 

Fue así que dio con el perfil de Tony, un cirujano de Los Ángeles, California, quien tenía planes de mudarse a Francia. Durante las primeras conversaciones Yzabel se conmovió por las coincidencias entre las vidas de ambos. "Curiosamente, los nombres de nuestros perros y los nombres de nuestras hijas resultaron ser muy similares", detalló.

El interés por conocer más de este hombre romántico la llevó a proponerle que se vieran por primera vez en una videollamada, y así fue. En medio de una salida nocturna con amigos, la francesa llamó a Tony y mantuvieron contacto por unos 10 minutos en los que mostró el rostro del hombre al grupo.

"Cuando estás en una videollamada, la mayoría de las veces tiendes a mirarte a ti mismo y salir bien en lugar de concentrarte en la persona en la llamada, así que realmente no presté mucha atención a los detalles", explicó.

Siguieron algunos mensajes y videollamadas cortas hasta que todo empezó a cambiar. Luego de no responder por varios días sin razón aparente, el hombre volvió a conectarse y le confesó a la cineasta que su nombre no era Tony, sino Murat, lo que la asombró aún mas que antes. "Otra coincidencia más, porque el nombre de mi exmarido también es Murat. Dijo que era turco y que vivía en Estambul".

 

 

La cara del otro lado de la pantalla le reveló que temía que ella lo juzgara por su origen árabe, a lo que Yzabel le respondió contándole sobre su exmarido, quien también era árabe-francés. Pero a raíz de esto, decidió saber más de Murat y lo buscó en Google. "Podía ver las fotos, los videos en turco. Estaba en todas partes, incluso en la televisión. No tenía ninguna duda sobre él: era real y un cirujano muy conocido".

Las promesas de que viajaría a Francia para conocerla eran cada vez más frecuentes. Pero antes, el reconocido profesional debía viajar a la ciudad china de Shanghái, y fue entonces cuando empezaron a aparecer las alarmas. "Me llamó diciendo que estaba en Shanghái para comprar equipo médico. Dijo que su tarjeta de crédito no funcionaba y me pidió ayuda. Quería que le enviara 3.000 euros", contó la mujer.

Aunque empezó a sospechar, decidió enviarle 200 euros con la esperanza de que se tratara de una eventualidad y realmente viajara a Francia después de la parada asiática. 

"Pensé que tal vez las tarjetas de crédito emitidas en Turquía tenían problemas allí. Me dio las gracias y me mostró su boleto de avión de Shanghái a París. Iba a estar aquí en tres días", relató.

Llegó el día del encuentro e Yzabel fue muy emocionada al aeropuerto. Espero varias horas, pero Murat nunca apareció. Ella trató de contactarlo para saber qué había pasado, pero no recibió respuesta por varios días. Más allá de la indignación, las videollamadas y los contactos anteriores la convencían de que no podía tratarse de una estafa; lo había presentado ante sus amigos, hasta a sus hijos.

El siguiente contacto fue unos días después, y fue ahí cuando la cineasta empezó a dudar de la veracidad de todo por lo que veía en pantalla. "La calidad era mala; pensé que tal vez su conexión no era buena. También hubo un retraso en la imagen. Escuchaba 'clic, clic, clic' cuando me estaba hablando". Por eso consultó con un amigo editor de video, quien le aconsejó que mirara el famoso video de deepfake con el expresidente estadounidense Barack Obama en YouTube.

"Me sentí avergonzada, tonta, ingenua. Soy una mujer con espíritu de rock and roll, nunca me dejo caer. Pero con esto me sentí robada, me habían despojado los sentimientos y violado mi alma, mi espíritu. Nos habíamos estado escribiendo algunas cosas hermosas, yo creía en él. Le mostré a mis hijos", lamentó.

Después de descubrir la farsa, Yzabel mantuvo algunos diálogos con el impostor, que tenía 20 años y vivía en Nigeria. Averiguó que formaba parte de un grupo de estafadores que ya le habían robado mucho dinero a gente de todo el mundo con estafas como esa.