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La Mendoza de un solo pensamiento

08 de abril, 2019 - 07:19

En tiempos donde se piensa que la democracia está absolutamente fortalecida. Donde debería emanar de ella eso que las constituciones de la provincia y de la nación preservan como presea dorada de las libertades públicas que asisten a cada ciudadano, como son libertades de prensa y de expresión. El autoritarismo de algunos, aflora y se hace sentir con mayor virulencia a medida que se van tocando sus intereses sectarios.

Se torna decorativa la libertad de pensamiento y que la gente escuche, vea y lea sobre todo lo que ocurre en ese escenario donde la política baila con distintos pasos y al compás de la música de unos pocos. Levantadas de teléfono y sugestivos mensajes con amenazas e insultos constituyen el argumento mafioso que aquí se dice y se muestra lo que digo y hago.

El parecer diferente del prisma como se vea la realidad no existe y no es válido. Hablar de pobreza, de las deficiencias del sistema y de los caprichos de los laberintos del poder no se refleja por ningún lado, como debería hacerse. El discurso es uno solo en boca, imagen o escritura que llegue a los mendocinos.

Todo esto es más grave de lo que la gente cree o sabe. Porque precisamente está hecho de esa manera para que en años como éste, no existan sorpresas y que los moldes subliminales funcionen a la perfección y todo salga a favor de un mismo costado. Será entonces, solo un trámite institucional.

La gente debe entender que no puede saber o, mejor dicho, no debe saber de otras ideas, quizá mejores. Por lo tanto la tarea de comunicar se transforma peligrosa si se hace con objetividad. Muy buena y hasta brillante si se hace con la parcialidad de lo único bueno que podría haber llegado al púlpito de administrar.

Estamos ante una comunidad adormecida. En honor a la verdad es lo que viene sucediendo desde hace mucho tiempo, décadas, con seguridad. El que está arriba abre grifos y manda; el que difunde, juega a su conveniencia. Por eso, pasan y pasan respetando religiosamente el esquema.

Pero, como dice el viejo dicho popular, “tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe”, y eso es lo que ha comenzado a suceder en la vida de los mendocinos. Desde su propio riñón y con esa autoridad ciudadana con la que supo colocar a Mendoza en la cabecera de la calidad institucional ante los ojos del país, está dejando mensajes en cada acto donde utiliza con sabiduría el don constitucional llamado sufragio.

Con todo esto es lógico que el terror inunde los escaparates de la política local. Cada vez cuesta más aprovecharse de la inconsciencia del voto ciudadano. Porque precisamente éste está desapareciendo ante la responsable acción que han comenzado asumir quienes eligen.

Se está mirando, se está ejerciendo el sabio ejercicio de la memoria y meditando lo que al final se concretará en el cuarto oscuro.

Se hace necesario entonces tener bien ajustadas las sucias riendas de un poder prestado. No importa ni la calidad, mucho menos la capacidad de la propuesta. Eso es lo de menos, porque el "sublime" interés es mantener ese esquema que ha beneficiado a un grupo de dirigentes y sus objetivos políticos.

Apelando nuevamente a dichos populares: “mal de muchos, consuelo de tontos”, las tendencias al unicato no son privilegio de Cuyo porque en tierras del noroeste argentino encontraríamos la más cruel de las distorsiones institucionales de la democracia argentina, Formosa.

Un Estado provincial donde se blande un solo trapo en la figura prepotente de un sujeto venido a gobernador que ha destrozado instituciones, libertades públicas, de expresión, de prensa y políticas.

Hasta a la misma Constitución se la hizo añicos para colocar la oscura cláusula de reelección indefinida. Comparar a ambas provincias es inadmisible y se caería en inmerecido improperio. Solo sirve para ponderar la capacidad y el compromiso de cada ciudadano de Mendoza con la institucionalidad de su provincia.

Un aspecto que por estos días más de un dirigente debería tener en cuenta porque, para la gente, es clave para alejar la convivencia de esa Mendoza de un solo pensamiento.