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Ser evasor o delincuente, ¿da derecho a gritar "viva Perón"?

Hoy, con una Justicia que tiene muchos agujeros negros y un debilitado Estado nacional, aparece una caterva de delincuentes vestidos de empresarios o políticos para mentir ante el mundo rotulándose "perseguidos políticos".

15 de abril, 2019 - 07:24

Brabucón y pesado, como muchos de su especie, se mostró desafiante entre los policías que lo llevaban esposado. En esos precisos instantes se escuchó su grito de "¡viva Perón!".

Para algún descuidado de la realidad argentina es pensar que es el grito de un perseguido político. Intencional y grotesca puesta en escena para tapar que el tipo es lisa y llanamente jefe de una asociación ilícita.

Un carnicero que le debe al fisco más de $28 millones, que se da la gran vida mientras el resto de los ciudadanos pagan como pueden semejante presión fiscal, tanto en lo particular, como en lo empresarial.

Otra imagen de este difícil y desigual país pletórico de injusticias que nos toca habitar.

Lo de Alberto Samid constituye ese oscuro repertorio de los que quieren disfrazar robos, evasiones y el accionar corrupto que cayó con saña en los bienes de la nación.

Hoy, con una Justicia que tiene muchos agujeros negros y un debilitado Estado nacional, aparece una caterva de delincuentes vestidos de empresarios o políticos para mentir ante el mundo rotulándose "perseguidos políticos".

La República Argentina tiene graves problemas económicos y financieros. Con altos niveles de desocupación, comercios y fábricas que cierran día a día. Aspectos que desembocan en los más de 13 millones de pobres y las difíciles circunstancias que envuelven a las pocas inversiones que quedan en píe. Las mismas constituyen las alicaídas columnas de las economías regionales.

Con todo esto, esta tierra no merece tener personajes como los Samid, los Boudou, los De Vido y esa legión empresarial que como pus gangrenoso explota sobre la piel social de la nación para desfilar procesada por los tribunales judiciales dando cuenta de todo lo que se beneficiaron y cuanto coimearon con los dineros de los argentinos.

La maquiavélica burla a la gente se extiende cuando se pone como gran noticia que Gildo Insfrán adelanta elecciones para continuar con el manejo impune de la gobernación de la provincia de Formosa. El tipo que reúne en sus manos la suma de todo el poder, sin límites, quiere que se vote el mes de junio.

Solo un trámite con la nefasta Ley de Lemas para decir que se cumplió con la democracia. Algo que los formoseños no conocen, en un país que los ha ignorado por décadas, dándole cabida a un sujeto que vivió a costillas del menemismo en sus diez años de gobierno y en los 12 del kirchnerismo. Con este último siendo parte del festín de lo que hoy investiga la Justicia. Pegado a las andanzas que en ese estado provincial tuvo en su momento Amado Boudou, José María Núñez Carmona y Alejandro Vandenbroele.

Gritar que son presos políticos. Sugerir públicamente, como lo hizo recientemente el nefasto Guillermo Moreno, con consignas de no hablar desde la cárcel de cómo se robó. Preparar precandidaturas desde la prisión. Cantar la marcha peronista y gritar "¡Viva Perón!". Es un improperio que no merece un partido como el justicialismo, que ha tenido y tiene dirigentes honestos. A estos últimos se los observa con reproche porque no deberían permitir la intencional acción de confundir a la gente con sujetos que solo deben someterse ante la Justicia, como todo delincuente.

Punto que hoy ensombrece el entusiasmo de aquellos que murieron por una causa en tiempos donde los ideales no se ensuciaban. Donde muchos jóvenes que encierra esa militancia, evocan cada grito que, alguna vez dieron sus padres y abuelos en las calles de "¡la vida por Perón!". Lejos, muy lejos de los delincuentes y mafiosos que blanden una bandera que no les pertenece, cubriendo sus fechorías con un "¡Viva Perón!".

Queda entonces que el brazo transparente y objetivo de la Justicia limpie a la nación de delincuentes, los juzgue y los encierre. De paso, otorgue transparencia a los partidos políticos de esas oscuras bandas que utilizaron la democracia y a las instituciones de Argentina para delinquir disfrazadas de dirigentes.

Los mismos que caminaron los pasillos del poder con la desfachatez de argumentar estar legitimados con ese bien tan preciado que da la Constitución, el sufragio.