|05/05/23 07:37 AM

Sobre tontos y tontas

Para no repetir la experiencia de gobernantes que solo actúan en función de sus apetencias personales, es necesario que la ciudadanía medite el voto con inteligencia

05 de mayo, 2023 - 07:37

El gran teólogo que fue Tomás de Aquino sostenía que el gobierno –tanto de las cosas públicas como de las privadas– debe confiarse a los mejores, vale decir a quienes disponen de una inteligencia y de una voluntad superior. Para él, no hacerlo era un grave error, pues obligaba a encumbrar a un tonto.

Un breve examen de nuestra realidad política nos permite concluir que, en varias ocasiones, estamos siendo conducidos por verdaderos tontos, en el sentido explicado más arriba.

Al respecto, el padre jesuita argentino Leonardo Castellani avanzó un paso más que Tomás de Aquino y se atrevió a clasificarlos en cinco grandes grupos, a saber: el tonto a secas, esto es, el ignorante; el simple, un tonto que se sabe tonto; el necio, el tonto que no se sabe tonto; el fatuo, un tonto que no se sabe tonto y además quiere hacerse el vivo, y el insensato, el tonto que no se sabe tonto y encima quiere gobernar (o hacer que gobierna) a otros.

Y concluía que el insensato es el más peligroso de todos, aún peor que el malvado, pues éste obra mal a sabiendas, a diferencia del insensato, que obra mal pensando que hace bien. Además, el malvado, cuando llega a gobernar, lo hace ocultando a quienes lo han encumbrado sus verdaderas intenciones, de tal modo que, una vez descubiertas, puede ser echado. Pero al insensato lo encumbran los tontos a secas y los simples, a quienes conduce fatalmente a su perdición sin que éstos reaccionen pues son eso, unos tontos.

Me pregunto y les pregunto a cuántos de sus políticos y/o dirigentes pueden ustedes identificar como verdaderos insensatos o insensatas. Eso sí, cuando lo hagan, no caigan en la categoría del fatuo y mucho menos en la del necio. Pero si son sólo tontos o simples no sabrán de qué se trata la pregunta.

 

Crisis en el sistema político

Pero, ¿cómo se aplica esto de los tontos y de las tontas a la política? Veamos:

  1. Para empezar, con la gente de a pie, hay que evitar caer en la categoría de simples o de tontos a secas. Como les ocurrió a 7.000 sanrafaelinos cuyos votos en las últimas PASO fueron declarados nulos porque votaron la lista completa de su elección, pero luego tildaron a algún intendente de otra línea interna o partido. Para ello, infórmense bien antes de votar, ya que hay varios sitios en Internet que lo hacen. O para los ajenos a la tecnología, bien pueden consultar a un hijo o hasta a un nieto hábil en tales menesteres.
  2. Para seguir, un consejo para nuestros políticos que pretenden ser electos, y hasta algunos, reelectos: eviten caer en las categorías del necio y/o del fatuo y no pretendan que se la saben todas. No viene mal contestar alguna vez “mire, ese tema no lo he estudiado bien, lo averiguo y se lo cuento la próxima vez…”. La gente no es tonta, al menos una gran parte de ella.
  3. Para finalizar, y especialmente para los que resulten electos, no sean insensatos. Recuerden que la política, si bien es el arte de lo posible, debe serlo en el marco de la ética. Vale decir que usted tiene que tener una gran vocación de servicio y tomar decisiones en función del bien común y no de sus conveniencias personales.

Por otro lado, hay quienes sostienen que conforme a la “ley de la trivialidad de Parkinson” –que explica la inexplicable tendencia de las organizaciones humanas a complicar lo sencillo– los fatuos tienden a elegir a políticos fatuos como ellos, porque les resultan más convincentes al plantear soluciones sencillas a problemas complejos. Mientras que el político con autoridad y sincero propone soluciones difíciles que les repugnan, porque se creen más vivos que el resto.

En esa misma línea, el filósofo español Miguel de Unamuno afirmaba que “no hay tonto bueno" -el que en la clasificación de Castellani sería el fatuo-, pues se trataría de una persona envidiosa, y es por eso que vota al político fatuo como él mismo, porque envidia al inteligente y con autoridad.

Sea como sea, tanto por culpa de los tontos, de los fatuos o de los insensatos, hoy vemos que el actual sistema de partidos políticos atraviesa una grave crisis, la que se ve reflejada en la extrema fragmentación de sus candidaturas en todos ellos, casi sin excepción.

Claro, me dirán, todo se da en el marco de crisis políticas, económicas y sociales recurrentes, con niveles tan altos de conflictividad que recuerdan a la república alemana de Weimar, que mutatis mutandi, llevó a la elección de un veterano de la Primera Guerra Mundial y, como recordamos, condujo a su país a la Segunda Guerra Mundial con las consecuencias por todos conocidas.

Por todo ello, en las próximas elecciones no actuemos como un fatuo, tampoco como simples tontos, pero por sobre todo, no elijamos a un insensato.

 

El Doctor Emilio Magnaghi es Director del Centro de Estudios Estratégicos para la Defensa Nacional Santa Romana. Autor de El momento es ahora y El ABC de la Defensa Nacional.