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La segunda ola de Covid llega con una población totalmente indefensa

La pelea de todos los países por lo único que puede dar una posibilidad a la gente de enfrentarlo, la vacuna, se hace dura

21 de marzo, 2021 - 10:00

El coronavirus se mantiene firme en su paso mortal por toda la humanidad.

La pelea de todos los países del planeta por lo único que puede dar una posibilidad a la gente de enfrentarlo, la vacuna, se hace dura, tanto como las exigencias de empresas farmacológicas o los laboratorios de recibir miles de millones de dólares para enviar las esperanzadoras dosis.

Mendoza, que culmina una semana complicada con calculadora en mano tratando de ver hasta dónde alcanzan las dosis que han llegado para vacunar todo lo que más se pueda, mira el tiempo próximo con pronóstico reservado.

Es el otro aspecto que se agrega y hace más dramática la estadía del COVID-19: estar en la mejor ubicación de la fila para recibir las dos dosis necesarias para enfrentar al virus.

Que, más allá de esas voces que aseguran que sortearla impunemente sobre los que más las necesitan no sea malo, la espera para recibir la primera puede ser todo un tiempo, mientras que la segunda una eternidad.

Desde que se dieron a conocer distintas vacunas en el orden internacional, comenzó la lucha contra un tiempo que hoy no tiene ninguna parte de la humanidad.

Tiempo que se ensancha con la reprochable actitud mercantilista de los laboratorios que solo entienden una sola transacción: dinero al contado.

Solo para tener en cuenta de lo que hablamos, el laboratorio que creó la vacuna Pfizer estaría a punto de alcanzar en ganancias el equivalente a un tercio de la deuda que tiene la Argentina con el Fondo Monetario Internacional.

Las miserias humanas afloraron a tono con la agresividad de la pandemia.

La actitud egoísta de no querer tomar ninguna medida sanitaria por parte de aquellos sobre sus propios seres queridos y el resto de la gente por donde circulan hizo que el virus alcance más rápido a la mayor cantidad de personas con sus brazos de contagio y de muerte.

La misma actitud, demencialmente egoísta, para viajar al exterior portar el virus y volver al país mintiendo con PCR truchos.

En la vacunación fueron más profundas las visiones de miserias, entre los privilegiados, el mercantilismo y esas prioridades poco entendibles en su alcance.

Mendoza, con lógica, inició el proceso de vacunación con el personal de la salud, se agregaron los mayores de 70 años y luego la docencia.

Un cronograma que solo tiene ajuste a los sectores nombrados, mientras cajeras y cajeros de supermercados, personal de empresas de servicios fúnebres, choferes de unidades del servicio urbano de pasajeros, empleados bancarios y trabajadores municipales que tienen contacto a diario con muchas personas, solo observan esa luz que les diga que también tendrán esa vacuna que los sacará del real peligro de contagio que segundo a segundo tienen, toda vez que están en sus tareas laborales.

En la pelea política nacional por las vacunas, su adquisición y su distribución no se muestra sensatez de nadie para con los millones de habitantes del país que las necesitan.

Y la historia, con su colador natural, deja traslucir los únicos que llegarán a mediados de este año portando las añoradas dos dosis de Sputnik, o de Moderna, o de Johnson & Johnson, Pfizer, Sinopharm o la observada AstraZeneca.

Al resto solo le queda cuidarse y cuidar a su entorno, evitando contacto en lugares muy concurridos y con personas que poco les importa guardar distancia y medidas sanitarias.

Pedirle esperar a esa gente sería irrespetuoso, como cuando un enfermo de cáncer sin recurso alguno ve el raudo paso de otro ser en sus mismas condiciones, pero con recursos, entrar a esa quimioterapia que le daría un hilo de esperanza de vida que al primero se le negó.

Pareciera ser que todos nos encaminamos a eso que venimos observando desde hace mucho tiempo: un mundo, una sociedad profundamente selectiva y con grandes diferencias.

Donde pocos alcanzan privilegios de un vivir digno ante muchos del sálvese quien pueda.

Principios que creíamos que pertenecían a un lejano holocausto y que el coronavirus los adelantó cruelmente.

Por eso, quizá la segunda ola llega con una población totalmente asustada, desanimada e indefensa.