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¿Habrá guerra en Europa?

Es de esperar que la sangre no llegue al río y que, finalmente, los actores del conflicto entre Rusia y Ucrania le den a la paz una posibilidad

08 de marzo, 2024 - 11:16

A poco más de dos años de que la Federación Rusa inició su denominada 'Operación Militar Especial' para ocupar los territorios rusófilos ucranianos y para evitar su incorporación a la alianza militar occidental de la OTAN, van quedando claras algunas cuestiones estratégicas. A saber:

1º) Que es muy improbable que Ucrania pueda ganar este conflicto o, lo que es lo mismo, que Rusia pueda ser derrotada.

2º) Que la gran ayuda occidental a Ucrania materializada en la entrega de fondos, sistemas de armas, asesoramiento militar y de inteligencia sólo ha facilitado la destrucción en detalle de las fuerzas ucranianas sobre el terreno.

3º) Que el cúmulo de sanciones económicas y financieras lanzadas por Occidente contra Rusia han tenido el efecto paradójico de fortalecer la economía de esta última, mientras que, por el contrario, han producido una recesión en el seno de la Unión Europea, particularmente, lo que se ha hecho patente en las respectivas industrias para la defensa.

4º) Que pese a lo enunciado, tanto la dirigencia ucraniana como la occidental no sólo se han mostrado renuentes a negociar un cese de las hostilidades sino, por el contrario, parecen estar dispuestas a continuar la lucha a cualquier costo.

Respecto del último punto, que es por lejos el más controversial de todos, se han ido acumulando evidencias en ese sentido. Por ejemplo, desde las declaraciones del presidente de la República Francesa, Emmanuel Macron, en el sentido de estar dispuesta a enviar tropas al conflicto, hasta las filtraciones de altos mandos militares alemanes discutiendo las posibilidades de atacar objetivos rusos con misiles de largo alcance y las últimas declaraciones del secretario de Defensa de los EEUU, respecto de que no pueden permitirse el lujo de una victoria rusa por sobre Europa.

Llegado a este punto es donde uno, desde el sentido común, comienza a preguntarse sobre las posibilidades y/o probabilidades de ocurrencia y de las consecuencias globales de tales afirmaciones.

Ante ellas, se nos impone la necesidad de obtener algunas precisiones al respecto para justificar nuestro juicio.

Antes de empezar, debemos reconocer que nos encontramos frente a un obstáculo formidable, en el cual –como ya lo dijimos varias veces en otras publicaciones sobre este mismo tema– la primera víctima de una guerra es la verdad. Y esta no es, precisamente, una excepción, ya que, por un lado, lidiamos con la omnipresente propaganda occidental y, por el otro, con su lógica contraparte rusa de más difícil acceso, dada la censura, pero que también está disponible para los especialistas.

Es por todo ello que hemos elegido una línea intermedia.

Luego de leer a los expertos de la OTAN y de haber escuchado las declaraciones periodísticas de Vladímir Putin y de sus generales, nos hemos decidido a escuchar, o mejor dicho a leer, una voz imparcial. En este caso, un coronel del Ejército suizo que por muchos años no tuvo otra tarea profesional que no fuera tratar de entender al temible Ejército Rojo de la desaparecida URSS.

Concretamente, se trata del coronel Jacques Baud y de su libro The Russian Art of War. How the West led Ukraine to defeat (El arte de la guerra ruso, o cómo Occidente lleva a Ucrania a su derrota), editado por Max Milo, París, 2024 y de 384 páginas.

Ya en la misma introducción de su obra nos alerta respecto de un sentido de desprecio por parte de los analistas occidentales de la cultura rusa, en general, y de sus logros militares en particular. Para Baud se trata de un grave error y no tiene dudas en afirmar que no hay peor error que menoscabar a un enemigo potencial.

El autor basa su juicio en sus estudios, tanto en la rica historia militar rusa como en la evolución de su doctrina operacional.

Respecto de la primera, trae en su apoyo las fracasadas campañas militares, tanto las lanzadas por Napoleón como por Hitler contra Rusia. También nos recuerda que, pese a determinadas versiones hollywoodenses bien instaladas entre nosotros, fueron las fuerzas soviéticas las que en realidad terminaron conquistando Berlín al final de la Segunda Guerra Mundial. Destacándose como las virtudes, propiamente rusas, su capacidad de asimilar duros castigos y la determinación eslava por la victoria sin atenuantes frente a sus invasores.

Más específico y técnico se pone Baud cuando analiza la doctrina militar rusa. En ese sentido, lo primero que hace es reconocer su permanente evolución y modernización, aunque siempre lo hace siguiendo un hilo conductor de considerarla como una visión holística que tiende a integrar en la Defensa todos los aspectos del potencial nacional, como la política, la diplomacia, la industria y el apoyo popular a la causa por la que se lucha.

Por el contrario, señala que la postura militar occidental ha evolucionado en sentido contrario a la rusa, especialmente cuando sus fuerzas se han limitado a librar campañas contra fuerzas de guerrilla del Tercer Mundo. Para Baud, este proceso los ha llevado a convertir a su aparato de Defensa en una actividad de nicho que, prácticamente, ha llevado a la casi total privatización del sector. De tal modo, por ejemplo, que hoy sus industrias no están en condiciones de alcanzar los niveles masivos de producción que hicieron famoso al denominado ‘Arsenal de la Democracia’ durante la Segunda Guerra Mundial. Tampoco sus fuerzas militares en condiciones de librar combates de alta intensidad como los que se registran en Ucrania.

En el plano operativo reconoce la capacidad rusa, tanto para la autocrítica como para la innovación y hasta la copia de ideas extranjeras cuando les resultan de utilidad. Pone como ejemplo de esto último, cómo las fuerzas soviéticas, tras ser arrasadas sin contemplaciones por las formaciones blindadas de la ‘blitzkrieg’ alemana a inicios de la Segunda  Guerra Mundial, no sólo las contuvieron muy cerca de sus grandes ciudades y de su propia derrota. A partir de allí,  sus generales, como el mariscal Georgy Zhukov, aprendieron de sus derrotas, reorganizaron sus fuerzas y les devolvieron a los alemanes sus enseñanzas multiplicadas varias veces.

Volvemos a preguntarnos, sin tener una respuesta clara a nuestro interrogante, si habrá o no una guerra en Europa. Al respecto, sólo podemos hacerlo desde el más elemental sentido común y elevando nuestros votos para que la sangre no llegue al río y que, finalmente, impere la cordura y los actores de este conflicto le den a la paz una posibilidad.

El Doctor Emilio Luis Magnaghi es Director del Centro de Estudios Estratégicos para la Defensa Nacional Santa Romana. Autor de El momento es ahora y El ABC de la Defensa Nacional.