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Cuando la realidad supera a la ficción

No es nuevo que se use la propaganda para cambiar opiniones, como siempre ocurrió, tanto en la política como en la guerra. Más todavía después de la llegada de las redes sociales, lo que aumenta la posibilidad de modificar la percepción sobre los conflictos armados que se desarrollan en la actualidad, haciéndonos difícil diferenciar entre la realidad y su representación virtual

03 de noviembre, 2023 - 08:51

Ya decía el dramaturgo griego Esquilo que la primera víctima de las guerras es la verdad. Lo que nunca se imaginó fue que en la era de la post verdad, la ficción de la guerra superaría a la guerra misma.

En ese sentido, el filósofo y sociólogo francés Jean Baudrillard nos advertía que la hiperrealidad, de acuerdo a su tesis, construiría para nosotros un mundo “más real” que el mundo real mismo; una suerte de Disneylandia, donde todos seríamos siempre jóvenes y viviríamos felices. A tal punto que las atrocidades de los conflictos armados no serían tales, sino meras “muertes”virtuales como en un divertido video juego.

Tal parecería ser el caso de las guerras en desarrollo, como la ya “antigua” entre Rusia y la OTAN en Ucrania y la más reciente entre judíos y palestinos en Tierra Santa.

Obviamente, como en toda hiperrealidad construida, debe haber “buenos” y su contraparte, los “malos”, sino la simulación no funciona y carece de todo sentido.

Pero esto de querer ganar las guerras no sólo en los campos de batalla sino también en el mundo de la imaginación no es nuevo, aunque integre el arsenal de la denominada guerra psicológica, guerra política, guerra cognitiva o, simplemente, propaganda.

En ella se utilizan técnicas destinadas a influir en el sistema de valores, de creencias, en las emociones, las motivaciones, en los razonamientos y hasta en el comportamiento de un público objetivo, que puede ser tanto la propia tropa como el enemigo, y hasta la denominada opinión pública independiente.

La evolución de los medios de comunicaciones de masas, empezando por la radio en el pasado, la televisión no hace mucho y por las omnipresentes redes sociales por estos días, permite la interacción directa con todos esos públicos y con mensajes adaptados específicamente para cada uno de ellos con distintos canales de información que permiten campañas de desinformación perfectamente adaptadas a los gustos y a las preferencias de cada consumidor.

 

Propaganda de masas

En eso de ganarse el favor, no solo de sus partidarios sino también de los enemigos, el gran Alejandro Magno –quien conquistó con éxito grandes partes de Eurasia– buscó facilitar la expansión de sus ganancias territoriales mediante la cooptación de las élites locales insuflándoles los ideales de la cultura griega, lo que recibió luego el nombre de Helenismo. También llegó a ordenar que sus soldados se casaran con las lugareñas de las regiones conquistadas en un esfuerzo por fomentar la asimilación.

Hasta el nefasto Adolf Hitler se sintió impulsado con el uso de la propaganda de masas para influir en las mentes de la población alemana y de las minorías germanas residentes en otros países.

Para ello creó la figura del ‘Tercer Reich’ como un contenido capaz de convencer al mundo sobre la legitimidad de su causa como algo destinado a ser eterno. Al efecto, nombró a Joseph Goebbels como su ministro de propaganda y hasta mandó expediciones a Tierra Santa y al Tíbet en busca de testimonios históricos de civilizaciones ancestrales que le dieran la razón.

Por su parte, los EE.UU., luego de sus exitosas campañas propagandísticas durante la Segunda Guerra Mundial, debieron enfrentar el trauma de ser víctimas de la acción psicológica de sus enemigos durante la Guerra de Vietnam, ya que el Vietcong y sus fuerzas también utilizaron a la guerra psicopolítica durante esta guerra.

Por ejemplo, la popular locutora Trịnh Thị Nga se hizo muy conocida por sus transmisiones en inglés desde Radio Hanoi dirigidas a las tropas de los EE.UU. Su mensaje tenía la intención de avergonzar a los soldados para que abandonaran sus puestos.

Llegó a hacer tres transmisiones al día, muy escuchadas por las canciones en inglés que difundía, pero que eran acompañadas por la lista de soldados muertos en combate o tomados prisioneros.

 

Nuevas formas de desinformar

Con la llegada del ciberespacio y su correlato de las redes sociales se ha producido un salto cualitativo hacia el empleo de la desinformación a gran escala y personalizada. Esto es posible por el uso de algoritmos manejados por la Inteligencia Artificial (IA) que permiten conocer en detalle los gustos de cada consumidor.

Por ejemplo, hoy por hoy no es raro encontrar evidencia de fotografías y hasta de videos digitalmente manipulados difundidos por las redes sociales en la guerra civil siria y la intervención militar rusa de 2014 en Ucrania.

No es raro, tampoco, que detrás de estos ejemplos se encuentren poderosas organizaciones financiadas por Estados que están a la vanguardia informativa, como los EE.UU., China y Rusia. A tal punto que los estrategas militares y los decisores políticos se han involucrado en costosas campañas de acción psicológica, no sólo realizada por operadores humanos, sino también por bots o robots informáticos que trabajan 24/7 por la “santa causa”.

En 2022, el Observatorio de Internet de la Universidad de Stanford descubrió que, durante cinco años, personas asociadas con el ejército estadounidense crearon cuentas falsas en sistemas de redes sociales como Balatarin, Facebook, Instagram, Odnoklassniki, Telegram, Twitter, VKontakte y YouTube en una operación de influencia en Asia Central y Oriente Medio. Sus publicaciones no eran sólo en inglés, ya que eran traducidas por programas especiales al árabe, al farsi o al ruso, en las que criticaban a Irán, a China y a Rusia con narrativas prooccidentales.

El humor y la simpatía no han quedado al margen de estas creaciones, como la del colectivo NAFO (por sus siglas que significan ‘Organización de Amigos del Atlántico Norte’), en realidad un juego de palabras derivado de la OTAN.

Se dedica a propalar “simpáticos” mensajes a favor de esa alianza militar occidental en las redes sociales, y al efecto dispone de una mascota/meme en Internet que es un perro japonés de raza Shiba Inu.

Según la influyente revista británica The Economist, “la frivolidad de la NAFO oculta su papel como una forma notablemente exitosa de guerra de información”.

 

Reemplazo de la realidad

Por supuesto que, como dijimos al principio, para que estas funcionen hacen falta un protagonista y un antagonista. El primero siempre gana y el segundo pierde, porque sólo se merece eso, perder.

Para llegar a este resultado hiperrealista, los ingenieros de esta realidad virtual apelan a su decálogo de normas para el manejo de la información de guerra, a saber:

1) Nosotros no queremos una guerra.

2) El enemigo es el único responsable de la guerra.

3) El enemigo es un ser execrable.

4) Nosotros perseguimos fines nobles.

5) El enemigo comete atrocidades voluntariamente, los nuestros son errores involuntarios.

6) El enemigo utiliza armas no autorizadas.

7) Nosotros sufrimos pocas pérdidas, las del enemigo son enormes.

8) Los artistas e intelectuales apoyan nuestra causa.

9) Nuestra causa tiene un carácter divino, sagrado, sublime.

10) Los que ponen en duda nuestra propaganda de guerra son unos traidores.

Para terminar por donde empezamos, fue el propio Baudrillard quien en su obra nos recordó un cuento de Borges sobre un mapa que estaba tan bien confeccionado que reemplazaba a la existencia misma del territorio mismo al que representaba.

Es así que en esta era postmoderna ya no es posible distinguir las diferencias entre la realidad y su representación virtual, donde los simulacros de los conflictos han reemplazado a los conflictos mismos.

Nuestra sanidad mental, por un lado, y la búsqueda de la verdad, por el otro, nos exigen que tratemos de notar las diferencias entre lo que se nos trata de decir y lo que está sucediendo realmente.

 

El Doctor Emilio Luis Magnaghi es Director del Centro de Estudios Estratégicos para la Defensa Nacional Santa Romana. Autor de El momento es ahora y El ABC de la Defensa Nacional.