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Milei a la espera de un supermartes

El intento de sancionar una ley gigantesca por parte del Presidente sin negociar chocó con las realidades que componen un amplio mosaico y que defienden los intereses y necesidades más variadas

24 de enero, 2024 - 23:01

El presidente Javier Milei difunde su imagen desafiante con frases admonitorias pero seguramente no deja de tener en cuenta la capacidad movilizadora que tuvo el este 24 de enero ese particular colectivo compuesto por la antigua cúpula sindical, el áspero dirigente camionero, Pablo Moyano, el peronismo bonaerense, dirigentes piqueteros variados, partidos de izquierda en actitud crítica y hasta la buena de Taty Almeida.

Las cifras ensayadas de la gente que se movilizó suelen ser inciertas, interesadas y contradictorias pero expresan que en pleno enero hay gente dispuesta a manifestarse por convicción, por imposición y, lo que es más grave por la extrema necesidad de alimentarse.

Muchos políticos oficialistas condenaron el concepto de paro sindical y apuntaron a lo inoportuno de frenar la actividad en un país con tantas vicisitudes.

Sin embargo el cese de actividades no fue importante, lo que tiene que leer el Gobierno es el trasfondo de los mensajes, la parte genuina de los reclamos aunque sean enarbolados en forma interesada por algunos dirigentes, y en consecuencia cómo va a ser el futuro cercano frente al propósito hasta ahora reafirmado de introducir reformas importantes aunque difíciles de digerir.

Pero pasado el ruido de la movilización la gente está pendiente de los efectos hasta el momento nada gratos del tan mentado cambio esgrimido por muchos durante la campaña electoral y mientras los indicadores económicos y sociales tienden a se desalentadores, el eje de las preocupaciones oficiales debería ser obtener la aprobación de las reformas pretendidas dentro del equilibrio razonable que se conforma atendiendo los reclamos de todos los sectores afectados.

Se vienen unos días en que las propuestas son discutibles, la eliminación de injustos privilegios es bienvenida y la puesta en caja de tantos desaguisados de los políticos y dirigentes en general tienen que ser analizados y corregidos.

Del kirchnerismo no se puede esperar nada hasta que haga el duelo y asimile que perdió las elecciones más por defectos propios que por méritos ajenos, sin embargo aparecen señales de que habría empezado a desgranarse. Surgen las disidencias y los planteos ante la falta de la mano firme y conductora tan cara al espíritu peronista de todas las épocas.

Lo que no se le tiene que escapar a Milei es que en el patio propio ha estallado el saludable ejercicio del debate, de la discusión y de críticas durísimas, algo que seguramente no estaba en su brújula y que tendrá que ir dándose cuenta que no es con el látigo y la amenaza que se gestiona sino con la negociación.

Todavía tiene crédito, que son sus espadas con gran capacidad de manejo político en el mejor sentido el término, porque el 55% de los votos fue un hecho incontrastable pero que suele tener corta duración.

La gente votó por que le cambien el rumbo de colisión rumbo al desastre, pero así como le hablan de shock y de urgencias en forma genérica, no hay peor urgencia que la de llegar a fin de mes con comida en la mesa, el alquiler pagado y ropa digna para los chicos.

Es posible que de hoy al martes que viene se acuerden los términos de un proyecto de reforma  con la menor cantidad de errores posibles mediante la llamada Ley Ómnibus.