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Mendoza: una provincia insegura

05 de marzo, 2018 - 11:03

La inseguridad es un fenómeno que llegó para instalarse.

Silenciosamente, porque ya dejó de ser novedad y los medios no pueden ocupar todo su espacio en la cantidad de robos, hurtos y asaltos que se producen día a día.

Parecen haberse convertido en conversaciones cotidianas: “Me robaron una rueda del auto”, “Entraron a mi casa”, “Me sacaron el celular” o lo peor “Me apuntaron y me sacaron todo lo que llevaba” o ¡“Intentaron secuestrarme”!.

Señores esto no es normal. No se puede normalizar algo que es nocivo para una sociedad. Mendoza hace tiempo que se encuentra en los primeros lugares del ranking de ciudades inseguras. En agencias de turismo internacionales se advierte a quienes vienen hacia acá que es una zona de cuidado.

¿Qué estamos haciendo para luchar contra este flagelo?. ¿Las medidas implementadas por el gobierno son lo suficientemente  acertadas para disminuir este fenómeno que desde hace años perturba la vida de la antes, tranquila Mendoza?.

¿Se está apuntando a atacar las causas que impiden que haya delincuentes? ¿La legislación y la Justicia funcionan de manera adecuada para castigar a quienes viven de lo ajeno?.

Creemos que no. Creemos que los intentos de mejorar la vida en nuestra provincia no están siendo suficientes.

Empresas, industrias, ciudadanos, estudiantes, necesitamos de una ciudad segura, de un barrio seguro para poder desenvolver nuestras actividades.

La convivencia armónica son bases mínimas para desarrollar la vida en una sociedad. Una comunidad con miedo no puede ser protagonista de la vida en democracia, participar, circular o realizar sus tareas cotidianas libremente.

Es una tarea difícil, es un problema multicausal, lleva tiempo volver a encauzar las conductas que por generaciones se fueron desviando.

Pero como sociedad ¿estaremos haciendo lo necesario y suficiente para que las próximas generaciones puedan vivir mejor que nosotros?.

Sólo el tiempo dará la respuesta pero lamentablemente, hoy parecemos estar condenados a vivir asustados y alertas, a invertir grandes sumas de dinero en llenar nuestras casas y negocios de alarmas, cercos, rejas y dispositivos que garanticen una seguridad autogestionada y particular.