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Lágrimas y luminarias del G20, llanto por el 38% de pibes pobres

10 de diciembre, 2018 - 07:43

El colorido, riguroso protocolo y el blindaje nunca visto para proteger a los poderosos visitantes que llegaron a la Argentina fue la gran noche de la cenicienta de la nación. De repente las alfombras rojas volvieron a tener el color y el olor nauseabundo de las aguas servidas de la pobreza. Las calles solitarias y seguras, se inundaron nuevamente de droga, mafia, trata y mortal inseguridad. De las postales de presidentes, primeras damas, coloridos almuerzos, cenas, la argentinidad al palo de Teatro Colón y rimbombantes declaraciones presidenciales con frustrantes traductores, aparecieron las dolorosas postales del país real.

Instituciones como el Observatorio de la Pobreza de la Universidad Católica Argentina (UCA) y UNICEF Argentina le indican a la gente que, como resultado o consecuencia directa de la difícil situación social, económica y financiera, hay más pobres y por lo tanto se acrecientan las dificultades del vivir de millones de connacionales. Lo duro de todo esto es que las últimas mediciones hablan del serio compromiso que tiene la estructura poblacional de niños, niñas y adolescentes. Chicos que con graves síntomas de desnutrición no tienen posibilidad alguna de futuro, en un presente de hacinamiento, sin viviendas, sanitarios y escaso acceso al digno vivir que merecen.

Para la organización internacional UNICEF de nuestro país, el compromiso de la pobreza alcanza al 38% de la población infantil. El detalle del organismo es en base a la Encuesta Permanente de Hogares del INDEC, trabajo que deja en forma lapidaria que aquí se está violando lo que indica la Convención Internacional Sobre los Derechos del Niño. Los pibes de nuestro país en esa franja detectada no tienen vivienda, educación, protección social, saneamiento básico, acceso al agua segura y al hábitat seguro.

La Cumbre Mundial del G20 tuvo un costo inicial de $1.200 millones, cifra que fue aún mayor con un monto celosamente guardado, pero que tuvo mucha envergadura por el incremento de los costos por esa seguridad que exigieron y se les brindó a los mandatarios de las poderosas naciones que aquí estuvieron. Millonarios emolumentos que muchos quieren minimizar con los US$ 90 millones que costó la cumbre del G20 de Alemania, como si todo eso pasara por más o menos fondos gastados en un cónclave que nadie puede negar, fue histórico para nuestro país. La cuestión son las señales que se dan a quienes hoy sufren vivir en Argentina, a esos ciudadanos a los que el encuentro de presidentes de los países más ricos del planeta no les dice absolutamente nada.

Regalos, suvenires y postales costosas. Almuerzos, cenas y break fueron entregados y disfrutados a solo cuadras de donde se inicia la pobreza de la nación. Esa cara que no vieron los que nos visitaron. Presencia que para la actual administración nos ha reinsertado nuevamente en el mundo. La pregunta que muchos se hacen es, ¿al país le sirve de algo?; ¿calma el hambre y la pobreza de ese argentino y sus hijos, que la titular del Fondo Monetario Internacional Christine Lagarde haya expresado que la cumbre del G20 en Argentina es la mejor realizada hasta hora?; ¿era necesaria la frase hecha que el presidente Mauricio Macri le expresó a su par chino Xi Jinping que si a China le va bien, a la Argentina también?

Nadie puede negar que si existió la diplomacia fina condimentada con estratégicas negociaciones, hayan quedado caminos de buenas relaciones comerciales y bilaterales entre Argentina y poderosas naciones. Pero tampoco hay que ser ingenuos en pensar que con eso se solucionarán los graves problemas de nuestra tierra y su gente. Más bien, habría que comenzar a pensar, que con el G20 muchas naciones, como China, acrecentarán su interés por poseer aún más, de lo que ya posean de nuestro país y sus riquezas naturales. Mientras, las señales, con fuerte impacto que reviertan el inmerecido momento que vive nuestra nación  estarán ausentes. Produciendo lágrimas presidenciales ante al asombroso aplauso internacional y los desgarradores llantos por los millones de pibes que consumen con saña la pobreza y la indigencia nacional.