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Porque fracasó el ciclo de Guillermo en Boca

18 de diciembre, 2018 - 17:18

Las navidades para el Mundo Boca no serán gratas. Tendrá un arbolito bastante pobre. Habrá un sólo regalo: la Superliga 2017/18. Este título fue obtenido de manera justa, pero llegando a la última fecha peleando con sus máximos perseguidores.

En el arbolito del 2018 faltarán otros regalos que Boca pudo ganarse, pero finalmente no los recibirá. Es el caso de la Supercopa Argentina, copa perdida ante River en mayo en el Estadio Malvinas Argentinas. El Millonario fue justo ganador y superior en el juego.

También, el Xeneize pudo haber obtenido el regalo más importante de todos. Y el más caro. Ese que envidian en Sudamérica y que llegó desde Europa. Que venia con un maletín lleno de gloria eterna, pero finalmente fue para su archirrival, River Plate. Era el regalo que siempre quiso desde mitad del 2017 cuando se clasificó a la última Libertadores. Fue el deseo que pidió cuando se hicieron las 0 horas del primero de enero de este año. El que soñó durante el 2018. Para el que se preparó en los dos últimos mercados de pases incorporando refuerzos y armando el plantel con dos futbolistas por puesto.

La despedida a Guillermo en La Bombonera.

Para obtener el mejor regalo posible dejó de lado el comienzo de la Superliga actual postergando partidos o jugando con equipos alternativos en varias fechas. Llegó a eso para que nada interfiera en el camino hacia la Séptima. Sin embargo, no pudo ganarla.

Como había remarcado Guillermo Barros Schelotto en conferencia de prensa: “el objetivo principal de Boca es la Libertadores”. Al no poder obtenerla, el ciclo de Guillermo en Boca fracasó. Es duro pero real.

Todos los cañones apuntan al Mellizo porque fue la cabeza del grupo y el que tomaba las decisiones. Cuando uno se propone un objetivo y no lo logra por diferentes circunstancias, termina fracasando. Eso no significa que el camino que tomó para lograr la Séptima haya sido malo. Todo lo contrario.

El camino de Boca para llegar a la final fue muy bueno. Eliminó a Libertad en octavos de final, a Cruzeiro en cuartos y a Palmeiras en semifinales. En estos seis encuentros no perdió y hasta se hizo fuerte de visitante. Pero fue derrotado en la final más importante y frente a su rival de toda la vida. No pudo ganar de local en La Bombonera y perdió de visitante, siendo superado física y futbolísticamente por River.

Los Xeneizes fueron protagonistas de los festejos Millonarios.

Durante los dos años y 10 meses de Guillermo al frente de Boca dirigió 117 partidos, de los cuales ganó 63, igualó 31 y perdió 23. En cuanto a números, su andar fue bueno, sobre todo si nos basamos en el torneo local. Ganó dos títulos consecutivos. Esto remarca una buena performance y confirma una teoría positiva para él: mantuvo regularidad en torneos largos como entrenador.

Pero las deudas del Mellizo en cuanto a números y resultados aparecen en los torneos internacionales. Dos deudas que nunca podrá saldar por Libertadores. En ambas series no pudo sobrepasar partidos claves. Aunque quedó entre los cuatro mejores del torneo. La primera fue en las semifinales de la edición 2016. Fue derrotado en La Bombonera frente Independiente del Valle de Ecuador. La segunda, fue la final ante River. En ambos certámenes, el camino fue bueno, pero en los momentos decisivos, el técnico no hizo una buena lectura del partido y fue superado tácticamente por sus respectivos rivales.

La fatídica noche en el Santiago Bernabéu.

Los pagares de Guillermo no sólo se basan en los resultados sino también en la búsqueda de un estilo de juego que jamás encontró. Las formas de ganar de Boca eran a través de las individualidades de sus jugadores. Porque desde lo colectivo nunca pudo definir una manera de jugar.

A la ausencia de una idea de juego se le suma la falta de muñeca para cambiar de plan en partidos en los cuales los resultados lo favorecían y se lo terminaban empatando o ganando. Como frente al equipo ecuatoriano de local y de visitante hace dos años. Y la más reciente serie ante River que estuvo en ventaja en tres oportunidades.

Los hinchas de Boca siempre bancaron a Guillermo.

Hubo partidos en los cuales Boca arrancó en ventaja y terminó empatando o perdiendo. Guillermo no supo trabajar su equipo para que no se relaje con un resultado a favor. Claramente, fue una deficiencia como entrenador.

El Mellizo tiene gran responsabilidad en las incorporaciones en los últimos mercados de pases. El exceso de calidad en los refuerzos mostraba un plantel jerarquizado pero que, en lo colectivo, no funcionó. Tenía cantidad y calidad, pero jamás pudo armar un equipo.

Aprobó las llegadas de Bébelo Reynoso y Edwin Cardona, pero nunca quiso jugar con enganche. No pudo encajar piezas para que el equipo funcione en bloque y no a través de destellos personales.

Las dos derrotas ante River fueron el punto de inflexión para un ciclo que cuenta con estadísticas favorables en torneos locales pero que tuvo una deuda eterna en base a su juego, los objetivos planteados y no cumplidos, y a la falta de resolución en partidos claves.