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Puntos, contrapuntos y delirium tremens

La opinión de Martín Gastañaga, nuestro analista político abocado al panorama nacional.

05 de mayo, 2019 - 22:07

Por un momento pareció que sí. Solo un momento, unas horas, dio la sensación de que la política argentina, sus actores principales, daban un salto de calidad hacia la madurez, hacia el respeto de las demandas sociales, a ponerse a la altura de las circunstancias, que en nuestro país parecen ser pocos centímetros del piso, del nivel cero.

Pero no. Aunque el mundo clame por saber qué vamos a hacer de nuestro futuro, pida certezas, alguna pista al menos, todo vuelve a comenzar.

Es que la demanda es de consensos que, finalmente, establezcan acuerdos y políticas de Estado a largo plazo, la famosa Moncloa Argentina. Que explique con que ojos hay que mirarnos. Cuando hubo desconfianza, acertaron. Cuando hubo confianza, fueron defraudados, y así peregrinamos por el mundo pidiendo que nos crean mientras a los 10 segundos pulverizamos la credibilidad.

Arrancó el gobierno, con sus 10 puntos, tratando de sumar a sectores opositores “razonables”, ese vasto universo al que parte de la prensa y los analistas llaman peronismo racional. Pero qué decían esos puntos ofrecidos a Urtubey, Massa, Pichetto y algunos dirigentes más, convocados por el dialoguista Rogelio Frigerio. Veamos:

1- Lograr y sostener el equilibrio fiscal.

2- Mantener un Banco Central independiente, dedicado a reducir la inflación para llevarla a índices similares a los países de la región.

3-Continuar la integración internacional promoviendo el crecimiento de las exportaciones.

4- Asegurar el respeto de la ley, los contratos y los derechos adquiridos para consolidar la seguridad jurídica y con el objetivo de promover la inversión.

5- Crear empleo a través de una moderna legislación laboral.

6- Reducir la carga impositiva a nivel nacional, provincial y municipal enfocado en las tasas más distorsivas.

7- Desarrollar un sistema previsional sostenible.

8- Consolidar un mayor federalismo que permita el desarrollo de las provincias y que impida la discrecionalidad de parte del Gobierno nacional para el disciplinamiento político.

9- Asegurar estadísticas transparentes, confiables y elaborados en forma profesional e independiente.

}10- Cumplir con las obligaciones con los acreedores.

Parece un chiste. Si se miran los puntos, está claro que se quiere hacer todo lo que no se hizo en la década ganada. Déficit crónico, sumisión al poder central, dependencia de todos los organismos, inseguridad jurídica, trampa con las estadísticas, aislamiento, fueron los puntos salientes de lo que pasó.

Ante una convocatoria tal, uno supone que la oposición acude, lleva sus puntos de vista, y se intentan los famosos y declamados consensos. Pero en Argentina no. Al punto le sucede el contrapunto. Entonces, Lavagna y los sectores que quieren candidaturas y cargos por aclamación respondieron con otros 10 puntos, a saber:

1- Convocatoria a la unidad y acuerdos básicos.

2- Instituciones fuertes, estabilidad y profundización de la democracia.

3- Un proyecto de desarrollo integral.

4- Un estado promotor del crecimiento económico y la justicia social; 5- educación de calidad para un trabajo con dignidad.

 6- Gobernar es generar prosperidad y crear trabajo.

 7- Federalismo y rediseño de la geografía económica.

8- Transparencia y decencia como parte fundamental del modelo de desarrollo.

 9- Una nación relacionada con el mundo.

10- Derechos humanos, soberanía.
nacional y cooperación para la paz.

 

¿Son tan diferentes las ideas de fondo? No parece.
 

Tampoco se responde por qué no intentó eso Lavagna en su larga estancia en el Ministerio de Economía. Pero bueno, es lo que hay.

Si usted cree que eso fue todo, se equivoca. Hablamos del gobierno y un sector de la oposición. Pero falta otro, el más radicalizado, el dueño de la desmesura, que no faltó a la cita con un documento verdaderamente estremecedor.
Nos referimos al ala dura de los que sueñan con la vuelta de Cristina, reunidos en un grupo que se llama “El Manifiesto Argentino”, cuyo principal vocero es Mempo Giardinelli, y en la presentación contó con asistencias como la de Daniel Filmus y Felipe Solá.

En este caso, los puntos ya no son 10, sino ¡28!. Hay algunos que verdaderamente llaman al pánico. Por ejemplo, no piden reformar la constitución, sino directamente anularla y hacer una nueva. Eso se llamaba golpe de Estado, desconocer la constitución y hacer sus propias reglas no puede decirse con eufemismos, aunque la prosa engolada trate de disimularlo. “Es indispensable que la Nueva Constitución Nacional defina y legisle nuevas formas de participación popular no delegativas. Es imprescindible revisar y reformular, con serenidad y cordura, todo el sistema de representatividades vigentes en la Argentina”. Casi un siglo atrás lo
propuso, en otro lugar, Benito Mussolini.

Con respecto al principal sustento productivo de la Argentina, señalaron que “El Manifiesto Argentino propone una política agraria que cambie el actual modelo agrario de monocultivo de soja inducido con concentración de tierras y rentas por otro basado en una agricultura de rostro humano, en la que el sujeto agrario dominante sea el pequeño y mediano productor/a y visualizándose expresamente las cuestiones de género en la agricultura. La chacra mixta será la unidad ejecutora central de la actividad profesional agropecuaria”. Me pregunto si esa chacra mixta será fruto de una reforma agraria, ya que, en otros párrafos, se cuestiona la propiedad de la tierra y se propone modificarla.


Pero lo que más ruido hace es su proyecto respecto de la Justicia: “Es urgencia republicana inmediata que el actual Poder Judicial de la Nación sea declarado en comisión por el Estado democrático, con un hiato jurídico de entre seis y dieciocho meses durante los cuales se creará una Nueva Judicatura en todo el país y en todos los fueros, mediante concursos de antecedentes y oposición ante jurados integrados ad-hoc por respetadas personalidades y juristas de todo el mundo, pudiendo acceder a cargos judiciales ciudadan@s (sic) no graduados en Derecho”. Quién le dice, vecino, por ahí cambia su trabajo y lo nombran juez, no importa que nos sepa nada de derecho.

Por supuesto, no podía faltar la vieja obsesión: “El Estado democrático establecerá con urgencia una nueva política de medios de comunicación, que prohíba e impida los monopolios mediante el acotamiento legal de los llamados multimedios a fin de que sólo les sea permitido expandirse en forma no monopólica. Esto significa que los medios televisivos no podrán ser propietarios de diarios o radios, ni éstos propietarios de sistemas de televisión”. Saben qué, muy parecida a la Ley de Radiodifusión que sancionó la dictadura en 1976, que contenía eso en su Art. 45 Inc. “E”.

Como se ve, en lugar del consenso, lo que tenemos son nuevos disensos. Pensar en una mesa de acuerdos con los actores en juego parece imposible.

El gran Tato Bores planteaba la hipótesis de que, en un futuro, la Argentina desaparecería de la faz de la tierra. Su actual espacio aparecía, en la imagen, ocupado por el océano. ¿Tenía razón?

¿Nos tragará la grieta?