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Wall Street vs Main Street

24 de septiembre, 2018 - 12:20

Las noticias de hoy nos avisan que se tranquilizan los mercados. Al menos, momentáneamente.

Para ello se argumentan cuestiones como que la cotización del dólar se mantuvo, más o menos estable, que el FMI adelantará US$1.000 millones para reforzar nuestra alicaídas reservas y que el BCRA logró cambiar las nocivas LEBACs por otras letras que llevan el nombre de LECAPs.

Hasta aquí todo bien. Pero nos preguntamos: ¿para quién?

Valga recordar que para salir de la Gran Depresión EE.UU. utilizó una ley denominada Glass-Steagall (1933), que distinguía y separaba a la banca de inversión de la banca de depósito a los efectos de limitar el monopolio y el crecimiento de la primera para permitir la supervivencia de la segunda.

Coloquialmente, a la primera de ellas se la llama Wall Street, por ser la sede de la bolsa de Nueva York, y a la segunda, Main Street, o calle principal, por representar a las economías reales, no especulativas.

Volviendo a la Argentina, vemos que las medidas que han puesto contento al gobierno y a sus aliados financieros solo favorecen a la banca financiera. O en otras palabras, a Wall Street. Ya que mientras esto ocurre, sabemos, por ejemplo, que los niveles de actividad de la economía real se derrumban. Y que, en consecuencia, crecen los niveles de pobreza y de desempleo, suben los niveles impositivos y se complican todas las cadenas de pago. Más sencillamente, no prospera Main Street.

Antes de terminar, valga recordar que la Economía, más allá de cualquier escuela o alquimia doctrinaria, debe estar al servicio de la persona humana. Ya que sin Main Street, o sea la economía real, Wall Street, no existiría.

Esto significa que la actividad principal de toda economías es la de producir los bienes y servicios necesarios para el sostenimiento de la vida humana. O en otras palabras brindar las condiciones materiales para el Bien Común.

El hacerlo eficientemente implica no solo la creación de condiciones favorables, por parte del Estado, quien debe actuar bajo el concepto de subsidiaridad, sino también el control y la regulación de ciertas actividades económicas.

Ya que, si bien no se puede negar ni desalentar la iniciativa privada, basada en la libertad individual, tampoco se puede negar la mayor capacidad de los grupos económicos concentrados para sacar mayores ventajas de determinados ciclos económicos.

Es aquí donde el Estado debe intervenir para para mantener una razonable reciprocidad de cambios. Vale decir, una cierta justicia en los intercambios económicos. Pues, como decían los antiguos, de nada vale ser un millonario en un imperio pobre.