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El aborto avanza en democracia con la legión del feminismo

18 de junio, 2018 - 07:04

La media sanción a la Ley de Despenalización del Aborto hizo crujir los cimientos de una Argentina que todavía es incapaz de entender y atender que las mujeres, decididas, han logrado posesionarse en lugares fundamentales de la nación que viene.

El aborto fue introducido en el debate parlamentario por el gobierno de Mauricio Macri. La estratégica jugada estaba destinada a sacar del campo atencional de los argentinos desaciertos gubernamentales. Esencialmente el mal momento económico y financiero que golpea a la gente. Pero ocurrió algo que no estaba en los cálculos de la especulación política, el aborto fue rápidamente acaparado por un adormecido y a la vez agazapado sector social del país.

Entonces surgieron mujeres y hombres adultos que enseguida se abroquelaron con un grueso de jóvenes féminas que caminan comulgando solo el progresismo por el que hasta, por salvar sus vidas, entregaran las que contengan en su interior. Acción que la izquierda y el kirchnerismo olieron como buenos frutos para perforar a Cambiemos. Cuestión que salió mucho más a pedir de boca, con la actitud abortista de radicales y del propio PRO. El escenario de todo el país fue de ellos y la ola de despenalizar el aborto creció con asombrosa magnitud.

El espinoso tema siempre estuvo en, por lo menos, tres generaciones de la nación. Por supuesto que en la vida del mundo mucho más atrás, inclusive por siglos. La maligna práctica del aborto sirvió para torturar y realizar las más oscuras y dolorosas acciones sobre un ser humano. El caso testigo es lo que millones de niñas y mujeres debieron soportar en los campos de concentración nazis. Antes y después de ese duro hecho histórico de la humanidad, el aborto también sirvió para extirpar hijos que no convenía que estuvieran entre cierta clase social y religiosa. Quizá estos últimos fueron los que más utilizaron la metodología para ocultar espantosas acciones que produjeron intramuros con niñas y mujeres totalmente desprotegidas.

En las últimas tres generaciones argentinas, las personas estuvieron ligadas directa o indirectamente al aborto en un alto porcentaje. Por eso, quizá, los que por estos días lo defendían lo habían practicado. Inclusive, los que intentaban que no saliera la ley es porque conocían en sus cuerpos o el cuerpo de un íntimo ser allegado, el daño físico y psíquico que implica el aborto.

La ley de despenalización dejó además secuelas políticas, donde algunos quedaron mal parados. Increíblemente quien propuso el debate, el oficialismo. En sus filas parlamentarias el tema produjo grietas que podrían traerle consecuencias en el futuro inmediato. Para otros, en cambio, fue reposicionarse a través de un tema que ellos mismos, siendo  gobierno, habían evitado tratar. Muchos esperan entonces, que el camino que debe recorrer la media sanción hacia el senado podría otorgar posibilidades de recuperación de unos y la detención de su crecimiento posicional en otros. Lo que si le debería quedar claro a toda la clase política (oficialismo y oposición) que en este tema el que maneja los tiempos de su tratamiento y aprobación es esa imparable marea verde que por estos tiempos se mostró impetuosa en todo el país.

Tras la media sanción que obtuvo la Ley de Despenalización del Aborto y por todo lo sucedido en su alrededor,  surgieron interrogantes tales como: ¿era necesaria tratar esta ley?, ¿cuál era la urgencia de hacerlo?; si llegara a sancionarse, ¿se detendrán las muertes de mujeres en el país?; ¿por qué el argentino no pone el mismo empuje que se vio en las calles para exigir que se termine con la pobreza y el mortal paso de la droga?, ¿alguien cree que concluirá el inmundo negocio clandestino del aborto? Éstas y otras preguntas están en el interior de millones de connacionales, sin el menor interés y capacidad de respuesta por todos los que formaron parte del dramático tratamiento que tuvo el aborto. Pero hay una que nadie ha respondido: ¿qué pasará con los niños por nacer? Una espinosa cuestión de la que nadie de los que proponen la libre elección de la mujer para abortar, ha dado tan siquiera una señal de compasión.

La legión feminista que se exhibe impetuosa, alcanzó un objetivo por caminos que la democracia con su libertad constitucional lo permite. Eso, todos, en la Argentina de estos tiempos, lo deben entender. Del mismo modo que se debe entender que en el país hay otras millones de mujeres que preservan su vientre para multiplicar la vida. Otras, que luchan en adversidades que le imponen sus cuerpos para traer un niño al mundo. Otras que, resignadas por no poder engendrar deambulan en la sociedad, tratando de mitigar el dolor de niños huérfanos que necesitan la cobija de un hogar. Otras en las que el aborto no es un plan B cuando se comprobó una vida en su vientre.

Los derechos legítimamente ganados por la mujer argentina de estos tiempos son muy importantes para el nuevo tiempo de la nación. Tiempo nuevo donde debería fortalecerse la familia. Reflotar el diálogo perdido con nuestras hijas, porque para ellas no puede haber nada superior que ser atendidas y entendidas por sus padres. Deben volver al ejemplo de mamá y papá. También al rol de la educación. Todo eso degradado en el último tiempo y que en aras absurdas del modernismo expulsó a nuestras niñas a estar solamente conectadas con un difícil mundo exterior. Lado oscuro de nuestra sociedad del que se nutre el aborto. El Mismo que por estos días se pretende legalizar.

Daniel Gallardo – Periodista de Medios del Grupo Cooperativa