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No pudieron con la inflación, ¿debe creerse que no habrá ajuste?

28 de mayo, 2018 - 07:57

Son tiempos cruciales para la vida de los argentinos. Son tiempos donde queda poco margen para que el gobierno de Cambiemos responda con políticas de Estado al difícil trance que pasa la Nación.

Tiempo en donde al Gobierno no le ha quedado margen para prometer nada más, porque no hay un ápice de credibilidad por parte de un ciudadano que le creyó todo. Desde no aplicar más el mínimo no imponible en el Impuesto a las Ganancias –sobre todo a los trabajadores–, pobreza cero y recuperar las economías regionales, terminar con el empleo en negro, los contratos basura, los bajos salarios y la variable de ajuste que ellos significaron para todo gobierno. Controlar y disminuir hasta aplastar la inflación que hace estragos con los sueldos, las economías y el progreso de los hogares argentinos. Puntos a los que nada, absolutamente, dio respuestas la Administración nacional.

Es cierto que quienes estuvieron en el gobierno hasta diciembre del 2015 dejaron un campo minado en todo el esquema económicoo. Es cierto que las reservas del país que quedaron tras el paso del kirchnerismo mostraron un Banco Central languidecido. Es cierto lo de la pesada herencia. Pero, también es cierto que nunca el Gobierno comenzó a aplicar una política propia que haga la diferencia y el país note las capacidades para hacerlo.

No se puede evaluar al mandato  de Mauricio Macri con buenas y sanas intenciones, que nadie duda, las tiene. La Argentina también necesitaba desde diciembre del 2015 transitar otros caminos de gobernabilidad en cuestiones económicas. Sobre todo que la gente note que no es el única a la hora de ponerle el hombro al país. Lamentablemente fue y es así desde el cambio de gobierno.

De repente, a las buenas intenciones con discursos de esperanza y de fuerte aliento social, les cayó como espada de Damocles una crisis cambiaria que hizo temblar al país. Fue tan grande el remezón que le dijo a los argentinos que recién ahora empiezan a bailar en el fango inmerecido de tiempos de privaciones. Por primera vez escuchó que la Nación no se había recuperado y que a la inflación no se la puede controlar.

Que se necesitan miles de millones de dólares para seguir adelante. Con una estimación aproximada de US$ 10.000 millones de adelanto del préstamos stand by que otorgará el Fondo Monetario Internacional, al que el Gobierno argentino ha recurrido. Donde ya ha comenzado a estructurar un ajuste, que no se sabe a ciencia cierta cuál será su alcance y profundidad, a pesar que desde distintos ámbitos de la Casa Rosada se jura y perjura que no habrá ajuste para los ciudadanos y su precario vivir.

Y mientras en el escenario político y social se trata de vivir en el día a día como se pueda, los más de $18 mil pesos mensuales a nivel nacional y $16 mil en Mendoza indican los sueldos mínimos que debe ganar un trabajador para que con su familia no estén por debajo de la línea de la pobreza. Pegado a ello, el proceso inflacionario continúa su incontrolable paso al compás de la inescrupulosa especulación de aquellos grupos empresarios e industriales que están muy lejos de tener responsabilidad social empresaria, a pesar que el Gobierno nacional intentó en los últimos días convencerlos al dar sensatas señales que por estos difíciles tiempos necesita el país, y de las duras advertencias que sobre ellos sobrevinieron después.

Un ejemplo de todo esto es la determinación de continuar con las retenciones a la soja. Un poderoso sector agropecuario que en el año 2017 aportó al país alrededor de US$ 1.997 millones, cifra que en la cosecha 2017–2018 podría ser de unos US$ 750 millones menos por los problemas climáticos que tuvo la pampa húmeda. Sin embargo, no dejará de ser el gran negocio de las grandes corporaciones agrícolas, que ahora se levantan con el dedo de advertencia al Gobierno, como mostrando que ellos jamás perderán, sin importar siquiera lo que pueda sucederle al país y a sus habitantes.

El complejo momento se mece entre el debate parlamentario por el cuadro tarifario y la incertidumbre hacia dónde va el Gobierno. Pero también, entre los especulados golpes bajos de cierto sector de la oposición dañina que no piensa en la gente, sino solo en recuperar ese poder donde hicieron una vergonzosa orgía con el patrimonio de la Nación. Aspecto que el ciudadano no debe olvidar y la Justicia llegar hasta las últimas consecuencias en procesos que ya inició y en los que todavía quedan por iniciar.

Días claves de un tiempo en el que el peso de la realidad cae sobre las espaldas políticas de los que creyeron que ya se debía comenzar hablar de precandidaturas, abriendo de esta manera el camino al 2019, lo que no solo no ocurrió, sino que ha condicionado todo a que el pueblo comience a respirar. Algo difícil porque el ahogo no ha pasado y podría mantenerse con la angustia de un ajuste que no se hace ver en magnitud, pero que de seguro llega. Del mismo modo que la incontrolable inflación y la profundización de la pobreza.

Daniel Gallardo – Periodista de Medios del Grupo Cooperativa