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China y Sudeste asiático: la nueva tendencia comercial

14 de noviembre, 2018 - 11:16

Es real que el Sudeste asiático junto a China están ganando un gran terreno en la importación de productos. La incapacidad de la región para suministrar algunos recursos a sus habitantes debido a su gran densidad poblacional, abre puertas para que se negocien acuerdos comerciales con otras economías del globo. 

Desde hace algunos años el mundo está demostrando que el centro del comercio internacional se está trasladando hacia el área del Pacifico. En los últimos meses Tailandia, Malasia, Indonesia, Filipinas, Brunei, Vietnam y Singapur, han aparecido en escena en la agenda comercial en nuestra región y también en nuestro país.

Estas economías crecen con fuerza y dejan ver excelentes oportunidades para instalar empresas y beneficiarse con los menores costos de producción, a la vez de emprender negociaciones aprovechando la liberalización del comercial, que empezó en la región con China hace aproximadamente unos 15 años.

El interés de las naciones sudamericanas en incrementar sus relaciones con estos países tiene que ver con el cambio en la distribución del poder global sobre todo económico, teniendo en cuenta que estamos asistiendo al mayor auge de inversión extranjera en el sudeste de Asia. El papel de estos países en América del Sur se ha incrementado a tal grado, que han logrado desplazar a países europeos, como socios comerciales en la región.

Repercusiones en Mendoza

La provincia aprovecha la apertura comercial china encabezando una serie de encuentros con empresas y autoridades del gigante asiático para analizar la posibilidad de encontrar inversionistas para proyectos locales, y en paralelo tienta empresas de Singapur para instalar una planta fraccionadora de vino.

Frente a este abanico de nuevas oportunidades que se abren el mercado internacional, Mendoza debe considerar un amplio espectro de situaciones positivas y negativas, que se pueden dar tras la decisión de comerciar con economías de estas características tan cercanas a China, y ser sumamente pragmática, a sabiendas de que la República Popular ya es el segundo socio comercial de América Latina, también es el segundo destino de las inversiones externas del gigante asiático, y hay dos mil empresas chinas instaladas en la región.

Las ventajas por supuesto existen y se relacionan con la posibilidad de que estas negociaciones desborden el marco comercial para proyectarse en terrenos como el de la inversión, la cooperación y la transferencia tecnológica. Debemos intentar que tanto empeño por posicionarnos en los mercados asiáticos, y por buscar nuevos horizontes no nos ciegue en una sola dirección y podamos mirar la totalidad de las vertientes sin meter todos los huevos en una sola canasta. Evitando, de este modo, aquellos viejos y conocidos sistemas de relaciones rotulados ‘relaciones carnales’, y los complejos problemas que derivan de hacer depender en un alto porcentaje, una economía de otra. En este sentido, y en el intento por evitar que el futuro repita el pasado, tengamos presente que tanto la región como Argentina y en este caso Mendoza, forma parte de un eslabón de la cadena que le permitirá al sudeste asiático insertarse globalmente.

Es indiscutible la influencia de estos países en la región, los cuales tienen muy en claro hacia dónde van y están dispuestos a agotar todo tipo de recursos hasta cumplir sus objetivos. Que podamos beneficiarnos con este estrecho vínculo generado, depende en gran medida de la capacidad de reconocer y entender los intereses propios y ajenos, así como también del pragmatismo que como país y como provincia tengamos para lograr una real ‘complementariedad’ y ‘asociación estratégica’ en función del modelo de desarrollo planteado por el Sudeste Asiático y por China. ¿Somos capaces de crear una relación comercial, sin quedar vulnerables ante la transformación geopolítica y económica que supone la reconfiguración del mundo con centro en China y el sudeste asiático?