|29/10/18 08:01 PM

¡Es la psicología, estúpido!

29 de octubre, 2018 - 20:02

El economista Marcelo Trovato nos refiere el siguiente diálogo en relación a la reciente aprobación del crédito del FMI a la Argentina:

“Un director de un banco de primera línea me comentaba esta semana ante una única pregunta que le hice: ¿Cuánto aguanta esto? 'Hasta que se avive la gente', me respondió sonriente”.

Una afirmación que puede sorprender a los economistas de la línea ortodoxa que creen que la Economía es una ciencia dura y exacta. Pero una con la que Aristóteles hubiera estado de acuerdo, pues sostenía que la Economía se subordina a la Política y esta, a su vez, a lo que hoy llamamos inteligencia emocional.

Volviendo a la afirmación, nos preguntamos: ¿de qué nos tenemos que dar cuenta?

En primer lugar, que la Argentina está económicamente quebrada y que este plan solo contribuye a prolongar su agonía.

¿Por qué? Muy sencillo: la ayuda del FMI tiene una única finalidad, que no es la recuperación de la economía argentina, sino que ésta no entre en default. O en otras palabras, que le sigamos pagando a nuestros acreedores los intereses de nuestra creciente deuda.

En segundo lugar, es que si una economía sana busca formar las condiciones generales para generar actividades productivas que impulsen el trabajo, el ahorro, la riqueza y la inversión, la nuestra está enferma, pues es imposible que esto sucede con tasas de interés altísimas que tornan poco rentable a cualquier actividad realmente productiva.

En la década de 1930, los EE.UU., para salir de una situación similar tomaron varias medidas concurrentes. A saber:

Primero: Mediante una ley, la Glass Steagall, dividieron a la banca especulativa financiera de la banca de ahorro minorista potenciando el funcionamiento de la segunda y dificultando la especulación financiera.

Segundo: Realizaron grandes inversiones públicas en el sector energético a los efectos de apoyar a los sectores productivos con energía barata.

Tercero: Pusieron a trabajar a la inmensa capacidad ociosa del Estado mediante la construcción de obras públicas con sus Fuerzas Armadas entre otras organizaciones estatales.

¿Qué pasará cuando se avive la gente? Esa, estimado lector, es otra pregunta y es otra historia.