¿Qué opinan los equipos de salud sobre la crisis sanitaria?

El Instituto de Salud Pública y Gestión Sanitaria y el Observatorio de Salud de la Universidad Maza realizó un relevamiento referido al COVID-19 en la provincia de Mendoza.

En la epidemia anterior de SARS (2002-04) el personal de salud de las regiones involucradas, sometidos a la cuarentena y condiciones laborales de exigencia, experimentaron consecuencias sobre su salud, física y mental.

Teniendo en cuenta que dichos profesionales afrontan muchos retos en la actualidad, el Instituto implementó una encuesta anónima y voluntaria para conocer su percepción y opinión sobre el nivel de organización y funcionamiento de las instituciones de salud y su situación en ellas.

Los datos fueron recogidos en el mes de mayo. Uno de los tópicos consultados fueron los procedimientos de trabajo implementados para minimizar el contagio por la pandemia. Se destaca que más del 70% mencionó la “higiene de manos frecuentes”, el “cumplimiento de normas/protocolos” y “disminuir las actividades grupales a lo estrictamente necesario”, pero tan solo un 24,2% remarcó “organizar apoyo del área de salud mental”.

Por otra parte, si bien casi el 80% afirmó que su institución dispone de circuitos diferenciados para el ingreso/atención de casos de COVID-19, casi un 45% expresó que no se tienen delimitados circuitos de circulación del personal diferenciados de los de pacientes.

En cuanto al nivel de conocimiento sobre factores vinculados a la protección personal se conoce mayoritariamente lo que respecta a higiene de manos, equipos de protección individual (EPI), pasos a seguir ante sospecha de coronavirus, etc. Donde parecieran hacer falta algunas aclaraciones es en el uso de los EPIs.

Respecto a las medidas abordadas por la institución y la toma de decisiones, se observa que casi todos los establecimientos poseen medidas procedimentales y protocolos oficiales para el lugar de trabajo y la protección de los pacientes, aunque casi un 50% de los encuestados dice que no existe o desconoce la existencia de un comité de crisis para la gestión específica de la enfermedad.

Además, más del 90% del personal destacó informarse a través del Ministerio de Salud, sociedades científicas, comités locales y publicaciones científicas. Tan solo un 2,2% eligió la opción “redes sociales”.

Finalmente, en lo referido a percepción personal y nivel de preocupación se destaca que un 30% de los encuestados ha percibido discriminación y/o crítica hacia el personal de salud infectado por la enfermedad.

En otro sentido, cuando se consultó sobre cuál era la principal preocupación ante la crisis, se halló que el 53,5% eligió “el colapso del sistema de salud”, 32% “la crisis económica”, 21,3% “la crisis social y económica” y 17,4 % “la falta de insumos”, entre otras como “que no se respete la cuarentena”, “contagiarme y contagiar a mis pacientes”.

En cuanto a la preocupación respecto a la pandemia, en una escala del 1 al 10, el 8 fue el más elegido, seguido del 10 y el 9. Esto se vincula, quizás, a que casi más del 95% considere “muy útil” o “útil” el Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio (ASPO).

Los propios autores del trabajo destacan algunas limitaciones: “pueden mencionarse un 0,02% de encuestas que estaban incompletas o con datos no válidos y el posible sesgo de información que implica no acceder a una muestra enteramente representativa de todos los profesionales de la salud de Mendoza (estimado por encima de 15.000)”.

Como bien se expresa al final del documento, los sondeos de opinión permiten obtener barómetros del estado de las personas y los colectivos sociales implicados en la pandemia.