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"Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios"

03 de julio, 2018 - 11:22

Una vieja sentencia pronunciada por el propio Cristo sostiene aquello de “Dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”.

La misma inspiró, a principios del Renacimiento, a la teoría de la 'Dos Espadas', que reconoce la independencia y la autonomía del poder terrenal o secular del divino o el clerical. Sangrientas guerras se han librado en nombre una u otra de las espadas mencionadas.

Pero podemos decir que solo recientemente –en 1864, concretamente– la Iglesia Católica pasó a ocuparse directamente de lo social. Lo hizo el Papa Pío IX con la encíclica Quanta Cura que condenaba tanto al socialismo y como al liberalismo económico.  

A partir de este punto, todos los papas han publicado sus encíclicas conformando un canon conocido con el nombre genérico de Doctrina Social de la Iglesia.

Para complicar aún más la cosa, durante el Siglo XX, no fueron pocos los autores que desde otros ángulos vinieron a reforzar lo que empezó a ser conocida como la 'Tercera Posición', tales como el tradicionalismo del italiano Julius Evola y la Nueva Derecha del francés Alain de Benoist. Una designación geométrica que se oponía, por el vértice, a los catetos del liberalismo y del socialismo.

Para colmo de males, un argentino famoso, el coronel Perón, no tuvo mejor afán que tomar varias de ideas prestadas de esta doctrina para elaborar la propia, conocida como 'doctrina justicialista', con sus dogmas de justicia social, soberanía política e independencia económica.

Lejos de haber terminado la cosa, la misma parece seguir. No solo en la Argentina, sino en todo el mundo, donde diversos pensadores parecen querer reivindicarla como la solución de estos tiempos modernos.

Entre los más famosos podemos citar las teorías de Alexander Dugin, asesor principal del presidente de todas las Rusias, Vladimir Putin, y al más extraño de los EE.UU., el ousider Donald Trump, quien es acusado de populista y de peronista por la prensa que lo denosta.

No cabe duda que en función de lograr una suprema síntesis de conceptos, hemos caído en brutales simplificaciones. Pero así están las cosas en este mundo de hoy.

 

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