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Uno debe cumplir su mandato; otros, presentarse ante la Justicia

12 de marzo, 2018 - 07:10

Los unos y los otros siguen sin dar sensatas señales que hoy merecen los habitantes de la Nación. Ciudadanos que solo saben de trabajo y enfrentar todo tipo de tempestades que irradian de un sistema económico y financiero, cincelado por la política que intenta controlarlo, con pocos éxitos hasta ahora.

Lo grave de la actual coyuntura es que el Gobierno profundiza sus decisiones sin corregir aspectos que le complican aún más el presente a millones de argentinos.

Intenta con recetas que salen del laboratorio de su concepción política de mercado, acciones para detener el alza del dólar y domar a como dé lugar esa nociva inflación. Entre tanto esa misma política de mercado acrecienta importaciones que están perforando lentamente la producción de las economías regionales. Allí donde los más perjudicados son pequeños y medianos productores, industriales y comerciantes.

Con ellos se complican las inversiones y se comprometen miles de puestos de trabajo. Diferente situación que viven quienes son parte de la macro economía de la Nación. El fuerte encontronazo de la Unión Industrial Argentina (UIA) con el ministro de la Producción de la Nación Francisco Cabrera debería hacer reaccionar al Gobierno sobre el rumbo que ha tomado la economía. Saber a quiénes beneficia, a quiénes perjudica y si en el balance final se equilibran las cosas de manera tal, que las economías regionales comiencen a recibir la bonanza prometida e inexistente hasta ahora.

Y en todo este complicado panorama no falta esa ancestral costumbre de que lo que no funciona debe terminar abruptamente el mandato. Acción que por vieja no significa buena, es por el contrario, un inadmisible accionar practicado con malas intenciones por esos pensamientos sectarios que en su momento tuvieron el brazo mortal de las Fuerzas Armadas. Luego el brazo desocupado de aquellos que viven de la violencia callejera. Hoy esto se vuelve a notar con el
mismo descaro de siempre y entonces el estupor de la gente que no se agota, mira, escucha y no entiende que un gremialista que se llenó de mucha plata sobre las costillas de sus representados obreros, diga que este gobierno no llega a cumplir su mandato.

O que un dirigente político haga toda una interpretación de lo que ocurre con la gente y pronostique que el fin del mandato está cerca. Maniobras que mezcladas hacen ese cóctel explosivo del que muchos esperan sus nefastos resultados.

Entre ambos asuntos, de lo que se llama fuego cruzado entre oficialismo y oposición, los argentinos tienen que habitar el difícil país de estos tiempos. Los primeros, con la costosa misión de gobernar con el peso de un tiempo que se
acorta para cumplir con lo asumido y con lo que se asume ante la gente. Los segundos presentándose ante los tribunales de Justicia para rendir cuentas con el descalabro que le produjeron a los dineros públicos con prácticas
corruptas que les permitieron impunemente hacer y deshacer con los fondos de la Nación. Un punto que existió, más allá que lo nieguen mil veces y digan que es una difamación de quienes gobiernan en connivencia con la prensa.

Existió, lamentablemente para Argentina, existió. Y es tan profundamente grave lo que hicieron que lo quieren tapar con algo de igual gravedad, atentar contra las instituciones. Quebrando la soberana y constitucional voluntad de millones de argentinos que sufragaron hacen dos años, eligiendo a quienes consideraron la fuerza política indicada para gobernar los destinos de la Nación.

Nadie puede arrogarse el poder sobre leyes e instituciones del país rompiendo ese esquema democrático elegido por los ciudadanos.

El 2019 será el tiempo que los habitantes de Argentina revean los que gobernaron y los que podrían tener esa posibilidad de conducir y administrar la Nación. Hasta ese momento el Frente Cambiamos debe cumplir su mandato con
responsabilidad. Y no esa responsabilidad que pretende mostrar con un discurso que le prepara diariamente Jaime Durán Barba, ocultando todo lo errático bajo la alfombra del poder. Tal cual se notara en las respuestas que en plena
Vendimia daban a la prensa el jefe de Gabinete de ministros Marcos Peña, el ministro de la Producción, Francisco Cabrera, y el de Agricultura, Luis Miguel Etchevehere.

Al unísono o en particular cada uno hablaba, cual hippie de los ´70, que en paz y armonía todo en el país está bien y marcha bien. Cuando se sabe que el país, o mejor dicho sus ciudadanos, no están bien y las cosas no están marchando bien.

Lo otro es enfrentar los problemas tal cual indica la sensatez y las responsabilidades de estado. Arrojar debates a la coyuntura –caso aborto– para tapar inconvenientes, no soluciona a estos últimos y dejar al descubierto un gobierno que quiere ocultar incapacidades o tozudeces.

La República Argentina merece con creces que comiencen a transitarse nuevos caminos democráticos. Merece su gente vivir mejor. Merece la Nación contener nueva dirigencia política que derrumbe definitivamente el fiasco, la frustración y el perjuicio que ha sido ese grueso de personajes venidos a políticos que tanto daño ya hicieron.

Mientras eso se dirija a los caminos institucionales de concreción, unos deben cumplir su mandato y otros presentarse ante la Justicia. Ni más ni menos.

Daniel Gallardo – Periodista de Medios del Grupo Cooperativa