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Un año en el que los problemas aplastaron a la política

01 de enero, 2018 - 15:05

Muchos creían y esperaban que año 2017 sería ese año electoral que colocaría al país en una meseta de distracción de los graves problemas que afectan la vida de los argentinos. Un pensamiento que surge de las torcidas prácticas de la política argentina, que increíblemente y por décadas acostumbraron al ciudadano común que esto es así.

Pero llegó el tiempo donde la dolorosa conciencia de lo que nos pasa, de cómo vivimos, de lo estancados que venimos estando como nación ante la región primero y el mundo después. La multiplicidad de problemas que no nos permiten arrancar, echaron por tierra la cuestionada práctica de mirar para el costado dejando que la política mal interpretada y los políticos que intencionalmente la manipulan, queden muy por debajo de la dura situación de un año que definitivamente no fue electoral. Porque en definitiva es el tiempo donde muchas cuestiones quedaron en la superficie de la vida de país.

Nadie puede hablar de política y candidatos, cuando en la Argentina la pobreza sigue haciendo estragos con más de 14 millones de ciudadanos que constituyen el 31,4% en el que creció la pobreza. Que un 48% de quienes habitan por debajo de esa pobreza son niños entre 0 y 14 años y de ellos, 4 millones padecen severos trastornos por desnutrición.

Un aspecto, esto último, que desde ya hipoteca el futuro del país, porque su reservorio de vida tiene comprometido su eje motriz e intelectual.

La pobreza arrastra consigo progreso y todo aquello que no podrán alcanzar nunca millones de seres que no tienen trabajo y si lo tienen están manoseados en sus condiciones laborales y salariales. Que no habitan viviendas dignas con agua e instalaciones sanitarias. Que no pueden recibir educación y salud. Y que son la gran fuente de atracción para oscuras prácticas que van desde lo delictual al mortal consumo de estupefacientes.

El preocupante informe que dio por estos días el matutino Los Andes sobre el importante número de bebés que nacen en la maternidad pública con altos porcentajes de droga en su sangre, es ese doloroso ejemplo de lo que hablamos.

La economía muestra que todo lo anterior es también producto de ella. Porque en ella solo ha habido bonanzas para el sistema macro, mientras las economías regionales que encierran el universo productivo agroindustrial y comercial se han ahogado en inflación y fuerte presión impositiva. Economía que tampoco ha sido benigna con esa vapuleada clase media. Que increíblemente todavía existe en nuestro país, como símbolo del mismo y a pesar de los reprochables esfuerzos que han hecho muchos gobiernos para hacerla desaparecer, dando lugar al país de ricos ricos y pobres pobres.

Pues bien, esa clase subsiste y enfrenta las huracanadas contingencias con el resto de la población que se ha manifestado con mucha virulencia en el año que culmina. La oscura presea se la lleva la inflación, más allá de lo que el Gobierno no ha podido, no ha sabido o no ha querido hacer con ella. Lo cierto es que la inflación ha manejado a su perjudicial antojo todo el andamiaje del país. Desde acortar objetivos de crecimiento del gobierno, la producción y la industria. Hasta precarizar el andamiaje cotidiano de cada hogar argentino. En esto último en salarios, alimentación y lógicos proyectos de vida.

La Justicia y su rol vital en la investigación, procesamiento y juzgamiento de todo lo que se le hizo al país desde lo gubernamental en los últimos 10 años, se constituyó en la otra oportuna cara que mostró la Argentina. A pesar que se la quiera desprestigiar con acusaciones falaces en cada acción de jueces y fiscales de la Nación. Magistrados que están llevando adelante uno de los momentos más fuertes que jamás haya producido el Poder Judicial, después del juzgamiento a represores de la última dictadura militar.

Por eso, concluir el año habiendo encarcelado a un grueso de dirigentes políticos, sociales y empresarios que delinquieron con millonarias cifras de los dineros públicos argentinos, es una sana y oportuna señal a la ciudadanía. Aunque, para muchos lo más fuerte y contundente de esta acción de la Justicia está por venir y es lo que se espera para terminar derrumbando ese halo impune que pretendió en algún momento ser inexpugnable.

Concluye su misión de pasar por el tiempo el año 2017. Llega el 2018 con la pesada misión de constituirse el esperado año de esas soluciones que le den oxígeno al gobierno para que respire la nación. Soluciones que la actual administración deberá esforzarse a elaborar con consciencia, sentido común y sensatez.

El año que culmina ha dejado en claro que los problemas de la gente no resisten dilaciones. El país no resiste dilaciones. Por eso la política ha comenzado a dejar de ser el arte de todo aquello sectariamente posible. En un año donde lo electoral solo fue un trámite de la democracia y en donde los problemas se constituyeron en esa única y clara alerta para el gobierno, que los argentinos merecen y necesitan un tiempo mejor.

Ojala así sea en el que ya comenzó a transitarse. Por el bien de todos, absolutamente de todos.

Daniel Gallardo – Periodista de Medios del Grupo Cooperativa

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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