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Elecciones en Brasil: danza de los indecisos y duelo de titanes

El manto de corrupción que pesa sobre las filas de Lula y las especulaciones sobre un estallido social podrían marcar un giro durante el sufragio presidencial

29 de septiembre, 2022 - 22:50

Las estimaciones de los sondeos electorales señalan que, al finalizar la jornada del 2 de octubre, Luiz Inácio “Lula” da Silva se estaría erigiendo para un tercer mandato como nuevo presidente de la República Federativa del Brasil. Sin embargo, todo está por verse, como suele decirse y el resultado puede tomar un tinte de enorme sorpresa.

 

La fragilidad de los sondeos

Nuestra experiencia en el ámbito local es testimonio de que la tendencia de una encuesta puede ser completamente desestimada en las 48 horas previas y cruciales del sufragio y más en un clima de “polarización”, entre 2 propuestas que rozan lo diametralmente opuesto. Los responsables de estos virajes radicales de última hora: los “indecisos”.

Hay 12 oferentes a ocupar el Palacio de Planalto, pero la preferencia del electorado gira sobre la “gravedad” de Lula y de Bolsonaro. La percepción del voto “útil-inútil” lleva a un sector considerable del entramado social a optar por una de las opciones rivales entre sí, aunque en realidad se vean más identificados con alguna otra propuesta. En este ideario el “filo” del pragmatismo hace eco, se impone sobre las convicciones y el ciudadano prefiere hace valer su sufragio antes que se diluya en un candidato sin chances de subirse a lo más alto del podio. La consecución de decepciones no alcanza a dotar de peso específico propio a una nueva oportunidad y la preferencia termina en la bolsa contenciosa del “duelo de titanes”.

 

Entre el velo de la corrupción y el rechazo a la confrontación social

Lula corre, o podría decirse camina, con el caballo del comisario en estas elecciones. Su intención de voto ronda el 48%, muy arriba del 31%, casi inamovible de Bolsonaro. Pese a esto, la propia base popular del ex dirigente sindical tiene su paño de dudas sobre la fiabilidad y transparencia en la gestión de gobierno que pueda reconstruir el Partido de los Trabajadores.  Las sospechas y procesos judiciales que han recaído sobre da Silva y Dilma Rousseff han debilitado mucha de la aprobación pública del PT y su promesa de renovación social. Hay un significativo índice de desconfianza sobre el círculo de dirigentes y referentes del partido y una mayoría de la sociedad del país sudamericano, en especial los sectores de la clase trabajadora, comerciante y profesional, quieren empezar a visualizar una manera de entender, por los políticos, el manejo del Estado y sus finanzas desde la transparencia y la mesura, (un aspecto que, me parece, esperamos todos los latinoamericanos).

 

 

Otro desafío para el oriundo de Pernambuco, es poder crear una base de diálogo y acuerdos duraderos con el lobby evangelista, los empresarios del cordón industrial paulista, el mando superior de las fuerzas armadas, el conjunto de terratenientes agrícola-ganaderos y el famoso “centrão”, que actúa como una fenomenal maquinaria multipartidaria de asimilación de votos en el interior del territorio del gigante sudamericano.

Mas allá de diferentes momentos de “rispidez”, Bolsonaro ha podido sostener el pulso de negociación con este abanico de entidades que ostentan el poder real en Brasil. Representantes de estos sectores ven con puntos suspensivos un programa de gobierno lulista que haga desbordar la asistencia social y que desvíe recursos considerados exclusivos de su ámbito. Sumado a un panorama internacional incierto donde al aparato productivo nacional le cuesta recuperarse y mostrar señales de crecimiento.

También, existe el miedo latente de que una derrota en las urnas del actual mandatario conlleve la movilización de agrupaciones radicales que atenten violentamente contra el orden social y generen un vacío en el traspaso de la conducción presidencial. Una especie de panorama similar a lo acontecido en Bolivia con la salida de Evo Morales y el aparato militar constituyéndose como termómetro de la paz ciudadana.

En la vereda de Bolsonaro, creo que el término correcto es “asqueo” por parte de la mayoría del electorado y, excepto, su base leal, creo que Brasil apuesta por un cambio, pero el mismo está bajo la neblina de la incertidumbre que traen las viejas promesas.

 

 

En síntesis

Lo contextual a la fecha, indica que Lula, tentativamente, sería el nuevo presidente electo, aunque, que no nos sorprenda que podamos ver un nuevo capítulo de esta contienda el 30 de octubre, pero ese sería un duelo personalizado, sólo entre dos.