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Mano a mano con Carlos Ischia, el que perdió una final con River y ganó títulos con Boca

El entrenador y exayudante de campo de Carlos Bianchi, abrió el cofre de los recuerdos para hablar de la final de la Libertadores '86. Además, recordó sus cinco títulos ganados en el banco xeneize, comparó a Cardona con Riquelme y se mostró dolido con la salida de Zarate de Vélez

28 de octubre, 2020 - 18:36

“Si el año que viene la situación cambia un poco y mejora, sí me gustaría volver a dirigir, pero hoy de la Argentina no me muevo”, recalcó Carlos Ischia, quién acaba de cumplir 64 años y mantiene intactas sus ganas de seguir estirando su carrera como entrenador.

El Pelado tiene un largo recorrido en el fútbol sudamericano no sólo con el buzo de DT. Fue jugador de Chacarita, Vélez, Junior y América de Cali, los dos últimos en Colombia. En tanto, fue ayudante de campo de Carlos Bianchi entre 1993 y 2001, logrando nueve títulos con Vélez y Boca, siendo parte de la época más gloriosa de la historia Xeneize de la mano del Virrey.

Un tiempo después, se independizó y comenzó su carrera solista como director técnico de Vélez. Luego, pasó por Gimnasia y Esgrima La Plata, Rosario Central, Boca, Racing, Atlas de Guadalajara (México) y dirigió a cuatro equipos de Ecuador: Deportivo Quito, Barcelona, Aucas y Delfín, donde fue echado en medio de la cuarentena.

"Hubo tres jugadores del plantel que me hicieron varias cosas para complicarme la situación. A uno de ellos lo limpié y el presidente (José Delgado) sin decirme nada me echó por mensaje de audio de whatsapp. No tuvo ni la amabilidad de llamarme. Me despidió sin hablarme", reveló Ischia, quien asumió en el cargo el 3 de marzo del 2020, en reemplazo del técnico español Ángel López.

En dialogó con Diario El Ciudadano, el ex futbolista del América de Cali recordó la final disputada hace 34 años en el Monumental, frente a River por la Libertadores de 1986. Además, contó por qué pasó la cuarentena sólo en un hotel de Manta, recordó sus cinco títulos ganados en el banco del conjunto Xeneize, el dolor que le causó la salida de Mauro Zárate de Vélez y por qué considera que Cardona nunca será Riquelme.

- ¿Cómo llevó adelante la situación del coronavirus?

- Bien, por suerte estoy bien. Tuve mucho movimiento porque estuve trabajando en Ecuador y la situación allá no fue buena. Llegué el 3 de marzo a Manta, a 200 kilómetros de Quito. Firmé contrato para dirigir al club Delfín y por la tarde entrenamos. Al otro día, enfrentábamos a Olimpia de Paraguay por la primera fecha de la fase de grupos de la Copa Libertadores. El 7 debutamos en el torneo local con Liga de Portoviejo y el 10, por la segunda fecha de la copa vistamos al Santos en Brasil. En seis días disputamos tres partidos, además de los viajes y todo lo demás. Teníamos programado enfrentar a Defensa y Justicia el 17 en Buenos Aires pero a raíz del coronavirus se suspendió la competencia. Se paró todo, hasta los entrenamientos pero seguíamos trabajando con los futbolistas vía Zoom.

- A usted lo agarró dirigiendo al Delfín, sólo y sin su familia…

- Si, estaba allá junto a mis tres ayudantes, no teníamos a nadie más. Mi esposa iba a viajar el 15 de marzo pero no pudo hacerlo. Hablé con el presidente del club, José Delgado, y le pedí de viajar a Buenos Aires para estar con nuestros seres queridos y a la vez, seguir entrenando mediante Zoom. Menos mal que nos vinimos porque en abril todo empeoró. Tuve que hacer cuarentena en abril durante dos semanas en Buenos Aires. Recién en mayo pude habitar mi casa y estuve hasta junio, inclusive. En este último mes habilitaron los entrenamientos en Ecuador pero les dije a mis colaboradores de que si quieren volver a Manta para no perder el trabajo que vayan, pero yo no iba a ir hasta fines de julio cuando empezábamos a entrenar todos juntos con trabajos normales.

- Estuvo sólo en un hotel en Manta. ¿Cómo pasó ese momento duro?

- Si, antes de regresar a Buenos Aires estuve sólo en un hotel haciendo la cuarentena. Fue durante marzo y abril. Mis ayudantes pudieron habitar cada uno un departamento en un mismo edificio pero yo no pude. No podía salir. Igual, estaba tranquilo. Me atendieron muy bien y comía ahí. Llegué a ser el único huésped del hotel. Cuando en abril vine a la Argentina ahí cerró el hotel. No es fácil estar sólo. No sabía en que ocupar mi tiempo. Encima, me levantaba a las 6 de la mañana. Miedo no tuve porque si me ponía mal sabía que iba a ser peor. Tuve la suerte de tener un gimnasio en el establecimiento, entonces me diagramé el día desde el momento que me despertaba. Desayunaba y volvía para quedarme un rato en la habitación, buscaba alguna distracción para pasar el día. El miedo que dice uno no tener siempre está. El temor que te pase algo allá y no esté la posibilidad de regresar a tu país. No hay suficientes clínicas médicas en Manta para que te puedan atender. Cuando pasaba por un hospital veía la cantidad de personas en la calle que no podían ser atendidas. Observaba a la gente que estaba enferma o contagiada en la puerta de la clínica.

- ¿A qué se debió su salida de Delfín como entrenador?

- El 15 de agosto empezó el torneo y duré hasta el 2 de septiembre. Disputamos seis partidos en 15 días. Ganamos dos, empatamos dos y perdimos los restantes. Pero hubo un inconveniente con el presidente Delgado y no nos pusimos de acuerdo en distintas cosas. Hubo tres jugadores que me hicieron varias cosas para complicarme la situación. Yo a uno de esos lo limpié y el mandamás sin decirme nada me echó por mensaje de audio de whatsapp. No tuvo la amabilidad de llamarme. Me despidió sin hablarme. Un cagón infernal. Nos pusimos de acuerdo con el intermediario que nos llevó al club. Desde marzo que llegamos, el presidente determinó que nos pagaba el cincuenta por ciento de lo que habíamos arreglado a todos, cuando al principio dijo que no nos iba a reducir los sueldos. Nos pagó la mitad de los seis meses de trabajo. Con lo que restaba del contrato (cuatro meses), nos dijo: ´Le puedo pagar esto, más no les puedo dar, un mes y nada más´. Me volví a la Argentina, me hice todos los exámenes correspondientes e hisopados y por suerte, todo salió bien y sin problemas.

- Después de lo que pasó con el presidente del Delfín, ¿Tiene ganas de seguir dirigiendo?

- Por lo que resta del año no voy a dirigir. Tuve ofertas de otros equipo de Ecuador. Además, me llamaron de Independiente Medellín de Colombia y les dije que no. El club que estaba muy interesado en llevarme fue el Melgar de Perú. Le agradecí al presidente y le comenté: ´Si el año que viene la situación cambia un poco y mejora, sí me gustaría volver a dirigir, pero hoy de la Argentina no me muevo´. También, se comunicaron desde Qatar. En Buenos Aires tengo familia y nos queremos quedar, nos dimos cuenta que somos muy necesarios acá.

- Usted llegó a Boca en el 2008 tras la salida de Miguel Ángel Russo. Si se repitiera todo podría ser el próximo entrenador Xeneize. ¿Le gustaría volver?

- Ojalá, si me gustaría volver a Boca. Igualmente, en otros clubes de Argentina también, aunque no dirigiría a River porque estuve en Boca. Es más, como estuve en Vélez no voy a dirigir a San Lorenzo ni a Huracán porque son acérrimos rivales. Pasé por Gimnasia y no lo voy a hacer en Estudiantes. Tuve mi paso por Rosario Central y no iré a Newells. Dirigí a Racing y no lo haré en Independiente. Es mi forma de pensar y manejarme. Hay un montón de otros equipos donde existe la posibilidad de ir si todo mejora y cambia, aunque no descarto ir al exterior.

- ¿Sería una revancha regresar a Boca?

- No lo tomaría como una revancha porque gané ocho títulos en Boca, de los cuales seis fueron como ayudante de campo de Carlos Bianchi y dos cuando yo era el entrenador, lo mismo me pasó en Vélez. Te digo más, hay gente que no se da cuenta de determinadas cosas. El año pasado en la red social Twitter hablaban de la historia de Vélez y nombraban a los mejores diez técnicos; yo no estaba entre esos. Algunos se preguntaban por qué no lo estaba si había dirigido cuando el Virrey no lo podía hacer. Es más, varias veces me tocó manejar el equipo y un tiempo más tarde, regresé como entrenador en un momento muy complicado de la institución. En esa situación estuve a punto de sacarlo campeón, con muchos chicos de las inferiores que hice debutar. Entonces, ante la consulta en Twitter, le respondí a uno de esos twitteros: ´Yo no estoy entre los diez pero soy el único técnico que en el momento que Vélez se consagra campeón de la Libertadores (1994) estaba en el banco porque Bianchi fue expulsado a los 10 minutos del segundo tiempo´.

Recuerdo que me quedé con el equipo faltando 35 minutos para el final y con diez jugadores por la expulsión del Pacha Cardozo. Encima, estábamos perdiendo 1 a 0 y habíamos utilizados los dos cambios. Empatamos y llegamos a los penales. En ese momento, consulté con Carlos que me nombró a cuatro ejecutantes y definí el quinto que fue Roberto Pompei. Nadie se acuerda mucho de eso pero si fuese al revés de que Vélez no se consagraba campeón y perdía hasta por penales, si me iban a recordar pero como fuimos campeones nadie recuerda que dirigí los últimos minutos ante Palmeiras. A mí me queda el orgullo y el honor de que ser el único entrenador en la vida de Vélez que estuvo en el banco en el momento que sale campeón de la Libertadores 94´, en el día mas importante en la historia velezana.

- Hizo debutar a Mauro Zárate en primera división. ¿Qué lectura hizo de su salida de Vélez para llegar a Boca?

- Si, lo hice debutar en el 2004 cuando perdíamos 1 a 0 con Colón en Santa Fe. Entró, marcó un tanto e hizo la jugada que terminó definiendo su hermano Roly para el segundo. Le ganamos 2 a 1 al Sabalero. Como hincha de Vélez me dolió su salida y dije: ´Mira vos, Vélez lo trajo, lo acomodó de nuevo en la Argentina y se va de esa manera´. Es más, el conjunto de Liniers había conseguido que la transferencia de Zárate sea de mucho menor valor. Me duele porque este pibe toda la vida dijo que en el único equipo que iba a jugar en la Argentina era en Vélez. A mí no me gustó como manejó la situación, no estuvo bien.

- ¿Cuánto hay de cierto que con Bianchi estuvieron cerca de dirigir a River?

- Si, es verdad. Antes de ir a Boca, Bianchi me comentó que lo habían llamado de River. Se reunió por primera vez con los dirigentes Xeneize y al otro día, lo llamaron los del Millonario para juntarse. Me lo comentó y le respondí: ´Mira Carlos, si vas a Boca voy con vos. Ahora, si queres ir a River yo no voy, buscá otro ayudante, no tengo ganas de ir a River´. El motivo de no querer ir es porque había tenido algunos desencuentros en la época de la Libertadores '86 cuando los enfrentamos con el América de Cali, porque cargaban mucho al Flaco Gareca por su pasado en Boca. También, se la agarraron con el paraguayo Roberto Cabañas. Yo en dos o tres situaciones salí a defenderlos en varias notas y quedó una situación complicada, los de River se la agarraron conmigo. Por este motivo, le dije a Bianchi: ´Elegí lo que vos quieras Carlos, pero si vas a River no cuentes conmigo´. Me respondió: ´Lo voy a pensar´. Pasaron un par de días, me llamó y me dijo: ´Me reuní con ambos y la mejor propuesta es la de Boca´.

- Se cumplen 34 años de la final de Libertadores '86 entre River y América de Cali donde fue parte del equipo colombiano. ¿Qué recuerdos tiene de aquel enfrentamiento?

- Eramos varios los argentinos en el América de Cali. Estaban Julio Cesar Falcioni, Ricardo Gareca, entre otros. Me sorprendió cuando a nuestro entrenador Uribe no le gustó mucho la designación de un árbitro uruguayo en la ida en Colombia y un brasileño para la revancha en Buenos Aires. Él decía: ´Si en la Argentina el árbitro era brasileño, en Colombia también debería serlo´, pretendía que sean de la misma nacionalidad para ambos partidos. Se mostró desilusionado con eso. En la parte futbolística, el América estaba cerca del pentacampeonato local y para el técnico era más importante que la Libertadores: ´Si ganamos el quinto campeonato consecutivo jugamos el año próximo la Libertadores (1987), pero si lo perdemos, no la disputamos´. Mas allá de eso, River tenía un equipo bárbaro con jugadores de más experiencia como Oscar Ruggeri, Américo Gallego, el Beto Alonso, Antonio Alzamendi, Nery Pumpido, que meses antes había disputado la final del Mundial en México. Igualmente, fueron dos partidos que les costó ganarnos. En Colombia realmente tuvieron mucha suerte porque erramos muchos goles. El choque en Buenos Aires fue muy parejo hasta que Juan Funes convirtió el gol. Habíamos errado un mano a mano de Willington Ortiz que pegó en el travesaño. Pero a los cinco minutos de esa jugada, River nos hace el gol. Estuvimos cerca en ambos partidos, no se nos dio. Después, regresamos a Colombia y pudimos ganar el quinto campeonato que fue lo que pretendíamos.

- Enfrentó al River del Bambino Veira en la final de la Libertadores y observa jugar al conjunto de Gallardo. ¿Existen similitudes o diferencias entre ambos equipos?

- Diferencias hay porque el fútbol cambió mucho, no es el de antes. En esa época, River tenía un cinco fijo como Gallego y dos laterales que casi no pasaban al ataque, con una línea de cuatro que marcaba más. Se jugaba con tres delanteros. Un volante de marca sólo, el 8 que iba y venía y el 10 que era el volante por izquierda, que hacía de enganche y no marcaba más los tres delanteros que presionaban muy poco. Era otro tipo de fútbol pero lógicamente todo fue cambiando. El River de Gallardo es un gran equipo, me gusta mucho como juega y no lo puedo negar. También, el Boca que armó Miguel Ángel Russo es importante. Difícil de combatir y casi no le hacen goles.

- ¿Edwin Cardona puede cumplir la función de Riquelme en el equipo de Bianchi?

- Como Riquelme no hay, sin ningún tipo de dudas. No solamente en el equipo de Bianchi sino también en el mío. Cuando yo fui como entrenador Riquelme fue mi 10. Era el que nos dio esa gota de superación en todos lados. Fue nuestro jugador estrella. Manejaba el equipo. Tuve la suerte ese año de tener a Rodrigo Palacio, Martín Palermo, Seba Battaglia. Tuve un plantel realmente interesante con chicos que debutaron como Lucas Viatri, Nicolás Gaitán, Pablo Mouche. A mí me gusta como juega Edwin Cardona, es un muy buen jugador y ya había jugado bien en su primera etapa en el club. No lo pudo mantener Boca por su alto costo. Es difícil para un equipo de Argentina pagar 7 millones de dólares. Ahora, las condiciones son otras y vuelve a tener otra chance. Va a dar lo máximo, tiene categoría y calidad y además, con Tevez inspirado como está y bien físicamente, ambos van a dar buenos resultados.

- ¿A Boca lo ve como firme candidato para ganar su séptima Copa Libertadores?

- Conociendo a los rivales, para mi van a pelear la copa River y Boca. No creo que Racing pueda llegar lejos. Ojalá me sorprenda y que pueda pasar la próxima instancia pero es difícil. Flamengo es un equipo complicadísimo. Lo sigo hace rato. Desde que se reinició la copa, jugó con 30 futbolistas distintos y rinden. Ganan y convierten de a cinco goles. Para mí los candidatos son Boca y River de Argentina, Flamengo, Gremio que puede dar la talla, me gusta el Inter de Eduardo Coudet, además de Independiente del Valle, que juega muy bien, y la Liga que tienen la ventaja de jugar de local en la altura de Quito. Es increíble a pesar de que uno diga que no, es real. Yo dirigí The Strongest en el 2018 y sé lo que es ir a jugar a La Paz. Se sufre en la altura. A los argentinos, paraguayos, uruguayos y brasileños les cuesta, es un doble esfuerzo y sacrificio.

- ¿Lo sorprendió que Riquelme se haya postulado como dirigente Xeneize?

- Si, lógico, pero no por la capacidad de Román porque es muy inteligente en todo aspecto. Riquelme es un tipo con una muy buena visión en todo: en el fútbol, en el juego, en el armado del equipo, en los jugadores. Me acuerdo que los sábados en las concentraciones previo a cenar llegaba, se te acercaba y preguntaba: ´¿Qué partido viste hoy a la tarde?´. Normalmente, lo decía por los de Europa y los de la B Nacional que los transmitían ese día porque se los veía todo. Los Schelotto son muy parecidos a él, se miraban todo los encuentros. Eran jugadores con potrero, cancha y es lógico que hoy en día, les vaya bien. Guillermo tomó esa visión para ser entrenador y Román podría ser un buen entrenador, pero por ahí no es lo que más le gusta. Su función de dirigente lo hace muy bien porque la elección de entrenador es de él y se notó un cambio enorme del Boca que dirigía Gustavo Alfaro al que comanda hoy Miguel Ángel Russo. Prueba de ello es que ganó un campeonato a lo Boca.