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La centenaria historia del taxi en Mendoza

Los automóviles de alquiler empezaron sus recorridos sin reglamentación, pero en 1911 el municipio capitalino impuso la primera ordenanza para regular el negocio

21 de febrero, 2022 - 09:00

Siguen siendo la salvación cuando no llegamos puntuales a un lugar o en situaciones de emergencia. Los taxis, aquellos transportes que con su negro y amarillo colorean la Ciudad, cumplen en Mendoza un gran servicio a la comunidad que tiene más de cien años.

En 1910 un italiano fue el pionero y al año siguiente reglamentó oficialmente este novedoso transporte.

 

El italiano que inventó al taxista

Aquellas calles silenciosas y pacíficas de la aldea mendocina comenzaron paulatinamente a poblarse de automóviles. Fue tal su aceptación en la provincia que, con el correr del tiempo, tuvieron que cambiar las calles de tierra por adoquines. Por supuesto, una de las primeras fue la avenida San Martín, que se preparó para que estos vehículos comenzaran a circular sin problemas. También otras arterias fueron adoquinadas.

La Ciudad tenía ya otro aspecto. Era diferente y el aumento progresivo del automóvil causaba la curiosidad de muchos.

Fue en 1910 que de la mano del italiano Francisco Tangredi nació el primer coche de alquiler y el primer taxista. Este emprendimiento lo inició con un automóvil marca Boughton.

Tangredi nació en 1880 y llegó a Mendoza a principios del siglo XX y se casó con Antonia Coussin. 

Fue así que su auto empezó a prestar servicio a los mendocinos y pronto otros choferes se unieron a su iniciativa.

El segundo auto que brindó el servicio fue un Bianchi, modelo importado de Italia y luego los siguieron otros con otras marcas que incluían a los tradicionales Ford T, que por aquel entonces los vendía un escocés, recién llegado, llamado John A. Walker quien mantuvo esa empresa comercial por varias décadas.

Mientras tanto, el parque automotor comenzó a crecer y muchos aprendieron que podía ser muy rentable.

 

La vieja Mendoza 

Por 1910, la urbe mendocina progresaba en forma permanente. Contaba con varias casas de dos pisos, algunas de ellas ya antisísmicas y las calles céntricas estaban empedradas.

La avenida San Martín se encontraba prolijamente trazada y era la principal arteria en donde transitaba la mayor cantidad de vehículos.

 

Avenida San Martín y Sarmiento en plena ciudad, durante la primera década del siglo XX.

 

También, en el Centro, se encontraban las vías por donde circulaban los tranvías a caballo. Faltaba muy poco tiempo para que se le sumara una nueva forma de transporte: el tranvía eléctrico.

Además, las confiterías de la Ciudad estaban en su mayor auge en aquel momento, ya que allí concurría la alta sociedad: hombres distinguidos tomaban café y hablaban de los temas políticos, culturales y económicos y muchos analizaban las noticias que llegaban desde Europa y Estados Unidos.

Por las noches, esas confiterías se transformaban en salas cinematográficas, como el Edén de Mendoza o El progreso. Aunque la más importante de todas era la confitería Colón, ubicada en la calle San Martín 1.532.

En el año en donde apareció este nuevo medio llamado taxi, gobernaba Rufino Ortega (hijo) quien, con su mente progresista, realizó varios cambios en aquella aldea. 

Además, los mendocinos habían vivido un majestuoso evento llamado El Centenario, que fueron los festejos de la formación del primer gobierno patrio el 25 de mayo de 1810.

El medio del transporte más popular de aquel tiempo era el coche de alquiler a caballo, más bien conocido como ‘mateo’.

 

El mateo fue el medio de transporte del siglo XIX y XX

 

Este era el medio de movilidad para aquellos que no poseían un transporte de tracción a sangre propio o un automóvil.

El coche de plaza hacía trayectos no muy largos, por lo general, se ubicaban en la Plaza Independencia y en la estación del Ferrocarril.

Desde allí, uno podía trasladarse hacia cualquier punto de la Ciudad, por una módica suma de dinero. Los viajes se hacían con tarifas fijas. Por ejemplo, costaba unos $0,50 para trayectos de un kilómetro y medio a la redonda.

Pero todo cambió cuando comenzaron a aparecer los automóviles. Muchos de los pasajeros con mayor poder adquisitivo, pero sin la posibilidad de llegar a un auto, utilizaban este rápido y confortable medio de traslado.

Los automóviles de alquiler empezaron sus recorridos sin reglamentación y sin ninguna tarifa regulada. Cualquiera podía pedir un viaje y cada uno cobraba lo que se le antojaba. Hasta que el municipio capitalino, en 1911 impuso una ordenanza por la cual manifestaba la primera reglamentación de automóviles de alquiler en la provincia.

 

Radiografía de un coche de alquiler

Fue así, que las calles de la Ciudad de Mendoza pronto se vieron invadidas de estas nuevas máquinas a combustión de cuatro asientos y con un chofer que llevaba a los pasajeros por donde quisieran y a una velocidad no mayor a 20 km por hora.

Las carrocerías de estos automóviles estaban pintadas de variados colores –no como los conocemos hoy en día con el color negro y amarillo– y tampoco tenían números ni matrículas.

Por supuesto, el conductor del automóvil estaba muy bien vestido, con chaqueta, gorra y antiparras en sus ojos.

A partir del 16 de mayo de 1911, se inició una nueva era para los incipientes ‘tachos’. Como había una gran cantidad, el horario de circulación era de 7 de la mañana hasta el mediodía.

 

Un auto muy usado por los choferes de coches de alquiler en Mendoza en 1915

 

Cabe destacar que se incorporó en cada uno de los vehículos un aparato denominado taxímetro, que marcaba una tarifa de $1 para los primeros 1.200 metros y por cada 300 metros posteriores circulados tenía un costo de $0,20. También cobraban el tiempo de espera, a razón de $0,15 cada dos minutos.

A diferencia de la actualidad, los taxis de antaño podían llevar a otros pasajeros que iban con diferente destino –tipo colectivo– y bajarse en donde quisieran.

 

Siam Di Tela 1500, uno de los íconos de los coches de alquiler en los 60 y 70

 

Además, cuando un taxista cobraba de más a cualquier pasajero las multas eran muy elevadas.

Con el tiempo, el taxi se fue acomodando a tarifas accesibles y se hizo un transporte popular.