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El ‘Gordo’ de Navidad, sueños y tradiciones en la historia local

Desde épocas de la Antigua Roma hasta nuestros días, el tradicional juego de azar llena de esperanza a quienes apuestan al “milagro"

26 de diciembre, 2023 - 08:51

Estamos en ese momento del año donde la esperanza y la ilusión se entrelazan con la posibilidad de un cambio radical en la vida de quienes participan en el sorteo del ‘Gordo’ de Navidad.

Este juego de azar, cuyas raíces se remontan a la antigua Roma, ha evolucionado a lo largo de la historia y ha encontrado su hogar en la hermosa provincia de Mendoza, tejiendo un vínculo único entre tradición y aspiraciones.

 

Un timbero llamado Augusto

Es fascinante sumergirse en el mundo de la lotería, donde la rica historia que se remonta a los tiempos del Imperio Romano cobra vida de manera única en Mendoza. Este relato apasionante nos transporta a través de los siglos, desde los esplendores de Roma hasta los momentos cruciales de la Revolución Francesa, cuando la lotería, aunque cuestionada por algunos, se aferró tenazmente a su esencia.

En el corazón de esta travesía histórica vislumbramos a Augusto, un visionario cuyo nombre resuena en la evolución del juego de la lotería local. Su legado ha quedado impreso en cada rincón de la provincia, transformando la lotería de una simple diversión pasajera a un fenómeno cultural arraigado en el alma mendocina.

La historia oficial de la lotería, tejida con hilos que cruzan fronteras y continentes, encuentra su eco en la tierra provincial. Desde la llegada de influencias coloniales y europeas, la lotería se arraigó en la idiosincrasia local, adaptándose y evolucionando con el tiempo. Aunque en la Revolución Francesa Montesquieu cuestionó la moralidad del juego, la esencia de la lotería persistió, trascendiendo barreras geográficas y resistiendo el paso del tiempo.

En España, durante el reinado de Fernando VII, la lotería alcanzó su apogeo dando vida al legendario Gordo de Madrid. Este fenómeno inspiró a los líderes patrios mendocinos, quienes, después de los eventos trascendentales de mayo de 1810, encontraron en la lotería una fuente de recursos para sustentar sus ideales de independencia.

Los números premiados eran anunciados por los famosos “niños cantores”

 

Mendoza se suma al juego de la fortuna

En el devenir de la historia mendocina, el año 1812 se destaca no solo como el período previo a la independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata, sino también como el año en que nació la Lotería Nacional. Con la noble intención de fortalecer las arcas públicas, esta iniciativa se erigió como un pilar financiero durante una época crucial en la construcción de la identidad nacional.

Con el correr del tiempo, las leyes locales evolucionaron, otorgando permisos estratégicos a asociaciones tanto públicas como privadas. Organizaciones altruistas, como la Sociedad de Beneficencia y la Cruz Roja, se sumaron al juego, trayendo consigo un propósito aún más noble: realizar sorteos de caridad.

Así, la lotería dejó de ser simplemente un juego de azar para convertirse en un medio para alcanzar objetivos benéficos y apoyar causas altruistas que marcaban la diferencia en la sociedad.

El punto de inflexión llegó en 1893, cuando resonaron los primeros acordes del Gordo de Navidad en Mendoza. Aquella jugada inaugural no solo fue un sorteo, fue la chispa que encendió la llama de una tradición que perdura hasta nuestros días.

Las expectativas, la emoción y la anticipación se fusionaron en un evento que no solo trascendía las simples cifras en los billetes, sino que también se anclaba en el corazón de la provincia, tejiendo un lazo especial entre la comunidad mendocina y la celebración navideña.

Este punto de partida marcó el inicio de una travesía única, donde la lotería no solo entretenía, sino que también se convertía en un vehículo para construir un sentido de comunidad.

Cada billete se convirtió en una oportunidad para contribuir al bienestar colectivo, transformando el Gordo de Navidad de Mendoza en algo más que un simple sorteo. Era un compromiso compartido con causas nobles, uniendo a la gente en torno a la idea de que la fortuna podía ser compartida para crear un impacto positivo en la sociedad.

Billetes de Lotería Nacional que se vendían en el Río de la Plata en 1812

Así, la tradición del Gordo de Navidad en Mendoza se arraigó profundamente en el tejido social, creciendo no solo en términos de participación sino también en su impacto benevolente. Cada sorteo se convirtió en un capítulo de esperanza, una oportunidad para que la comunidad mendocina se uniera en un acto colectivo de generosidad y solidaridad.

Hoy, al reflexionar sobre aquellos primeros pasos en 1893, nos damos cuenta de que el Gordo de Navidad en Mendoza ha trascendido el mero acto de comprar un billete. Se ha convertido en una tradición arraigada en el espíritu navideño, un evento que va más allá de la suerte individual para abrazar la noción de que, al jugar, también estamos contribuyendo a la construcción de un futuro más brillante y solidario para todos.

Este no es solo un sorteo; es un legado de esperanza, unidad y benevolencia que se ha transmitido a través de las generaciones, convirtiendo al Gordo de Navidad en Mendoza en mucho más que un juego de azar. Es un símbolo perdurable de la capacidad de una comunidad para unirse, celebrar y hacer el bien, incluso en medio de la emoción de la temporada festiva.

 

Con esferas propias

En 1958, con la creación del Banco de Previsión Social de la Provincia, la Lotería de Mendoza vio la luz. El primer sorteo del Gordo de Navidad mendocino en 1959, aunque sin agraciados locales en los primeros premios, despertó un entusiasmo palpable. A pesar de este comienzo, la lotería local no dejó de crecer.

Diez años compartiendo la escena con la Lotería Nacional marcaron una década de anticipación y emoción compartida en Mendoza. Sin embargo, en 1970, la provincia decidió dar un paso audaz hacia la independencia, inaugurando su propio edificio y bolillero. Este hito no solo simbolizó un nuevo capítulo en la historia de la lotería mendocina, sino que también marcó el comienzo de una era de sorteos exclusivos y mayor participación ciudadana.

 

Más que un sorteo, una experiencia comunitaria

En el tejido cultural de Mendoza, el Gordo de Navidad ha evolucionado para convertirse en mucho más que un simple juego de azar; es una experiencia comunitaria que trasciende las esferas del sorteo y se arraiga en el corazón de la sociedad mendocina. Cada billete, más que un simple número, se convierte en un hilo que une la esperanza y la posibilidad de un futuro transformado.

El sorteo en Mendoza ha adquirido una dimensión única, donde cada billete se convierte en un portal hacia sueños realizados y momentos compartidos. En esta tierra de tradiciones arraigadas, el Gordo de Navidad no solo representa la oportunidad de ganar premios; es un símbolo de unidad, esperanza y la creencia colectiva en que, durante las festividades, los sueños pueden materializarse de maneras sorprendentes.

Participar en el Gordo de Navidad en Mendoza no se limita a la adquisición de un billete; es sumergirse en una tradición centenaria que ha perdurado a través de los siglos. Cada número es más que una combinación aleatoria; es una promesa de un mañana lleno de oportunidades y alegrías compartidas. La magia de la esperanza se entreteje en cada billete, creando una red de conexiones entre los habitantes de la provincia.

En esta temporada festiva, el Gordo de Navidad en Mendoza no solo resplandece con la ilusión de premios, sino que ilumina el camino hacia un futuro lleno de posibilidades emocionantes. Es un llamado a la participación, a la comunidad que se une con entusiasmo y a la creencia colectiva de que, en medio de la emoción de la Navidad, los sueños pueden convertirse en realidad.

Así, con esferas propias y un edificio que resguarda la esencia de esta tradición, Mendoza despliega sus sueños e ilusiones de manera independiente. El Gordo de Navidad se convierte en un evento que no solo se celebra en el momento del sorteo, sino que permea la atmósfera festiva, uniendo a la comunidad en una experiencia única y compartida.

Es más que un sorteo; es un vínculo emocional que une a generaciones y corazones en la magia de la temporada navideña.