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Carlos Pellegrini, el francés que pintó la historia argentina

Convocado por el entonces presidente Rivadavia, llegó a nuestro país en 1828, y a partir de allí se dedicó a retratar las costumbres de aquella época

20 de diciembre, 2021 - 08:27

Charles Henry Pellegrini llegó desde Europa a las costas del Río de la Plata convocado por el recordado vocal de la Primera Junta de Gobierno Juan Larrea durante el gobierno de Bernardino Rivadavia.

Era un ingeniero de origen italiano pero nacido en ese momento en territorio francés y su hijo Carlos quedó en la historia Argentina como uno de los mejores presidentes que tuvo la república, y no justamente por llevar una política estable y de prosperidad, sino por levantar a este país de una de las crisis más grandes que se produjo en el territorio.

El apellido Pellegrini marcó toda una época durante las primeras décadas del siglo XIX en los salones de la alta sociedad porteña, ya que aquel extranjero no solamente era ingeniero y arquitecto, sino también un extraordinario artista plástico que dejó hermosas y detalladas acuarelas que reflejan aquellos años.

 

Francés con apellido italiano

Pellegrini nació en Chambéry, Francia, el 28 de julio de 1800 y fue el octavo hijo del arquitecto suizo Bernardo Bartolomeo Pellegrini y de Marguerite Berthet, francesa. Contaba sólo con 15 años cuando su padre falleció, el 22 de mayo de 1815, en esa misma ciudad.

Al quedar viuda, su madre tuvo que mantener sola a varios de sus hijos. Con la ayuda de sus hermanos mayores, finalmente Charles pudo seguir estudiando y cuando tenía 19 años viajó a Turín, donde realizó estudios superiores en la Universidad de esa ciudad y luego se trasladó a París, donde completó sus estudios en la École Polytechnique, donde se graduó como ingeniero en 1825.

Cuando vivía en el país galo, Pellegrini fue contratado por el gobierno del entonces presidente Rivadavia para realizar varias obras públicas.

 

Un destino inesperado

El profesional francés partió entusiasmado hacia Sudamérica con la idea de forjar un futuro en una tierra que, por aquel entonces, prometía el progreso de los jóvenes extranjeros con un título universitario.

Antes de llegar a Buenos Aires desembarcó en el puerto de Montevideo, en donde se estableció por más de seis meses al estar impedido de viajar a la metrópolis del Río de la Plata por el bloqueo realizado por la escuadra brasileña a raíz de la guerra de las Provincias Unidas con Brasil.

En noviembre de 1828, Pellegrini llegó al puerto de Buenos Aires, e inmediatamente fue nombrado empleado del Departamento de Ingenieros Hidráulicos.

Mientras tanto, la situación política que se vivía en Buenos Aires y en las provincias era caótica al agravarse el conflicto entre unitarios y federales.

El joven francés trabajó muy poco tiempo en la repartición donde había sido nombrado, ya que en noviembre de 1829 el gobernador Juan José Viamonte decidió disolver aquella repartición y por ende, las obras públicas que se estaban llevando a cabo quedaron totalmente suspendidas, incluyendo un mega proyecto que había presentado el ingeniero Pellegrini sobre la construcción de un muelle de desembarco, clarificación y distribución de las aguas del Plata, además del establecimiento de baños públicos.

 

El artista al que admiró Buenos Aires

A pesar del fracaso de este proyecto y quedar cesante en su puesto, Pellegrini no se desilusionó y aprovechó sus dotes de gran dibujante y pintor para encarar una nueva vida.

Durante esos años realizó notables vistas a la acuarela de la Plaza de la Victoria y otros sitios de la ciudad, las que aportarían un valioso testimonio para la historia costumbrista de nuestro país al reflejar con gran precisión lugares, vestimentas y costumbres sociales de aquellos años.

 

 

También dejó varios retratos de las familias rioplatenses más acomodadas y poderosas, destacándose por  una gran precisión en su técnica pictórica.

En 1832 realizó numerosas litografías en el establecimiento de su compatriota César Hipólito Baclé, que le dieron aún más fama como retratista local, reflejando con su pincel las importantes reuniones sociales durante la época rosista.

A finales de la década de 1830 se desvinculó de Baclé para instalar su propio atelier e inició sorpresivamente un negocio que le trajo una considerable suma de dinero, que luego invirtió con gran visión en la compra de terrenos en la provincia de Buenos Aires destinados a la actividad agrícolo-ganadera.

Su prosperidad fue en aumento y pudo comprar una prensa para trabajar en litografía, abriendo un taller en la antigua calle Cangallo, denominado Litografía de las Artes asociado con Luis Aldao. Luego, este local se trasladó a la vieja calle de la Federación –actual avenida Rivadavia– en donde pocos años después publicó dos ediciones de su álbum Recuerdos del Río de la Plata, compuesto de veinte láminas que reproducen algunas vistas de la ciudad, iglesias, bailes y escenas gauchescas.

Ya con una pequeña fortuna en sus manos, el ingeniero y pintor contrajo enlace el 18 de mayo de 1841 con María Bevans Bright, hija del ingeniero británico Santiago Bevans. La ceremonia se realizó en el templo de Nuestra Señora del Socorro y fueron testigos el barón Henri Picolet d' Hermillon –quien fue representante de Cerdeña y Piamonte durante la Confederación– y Antonio Dunoyer.

El matrimonio tuvo cinco hijos; Delfina (1843-1913); Carlos (1846-1906), quien fue presidente de la República Argentina entre 1890 y 1892; Ernesto (1852-1914); Ana (1854-1920) y Arturo (1863-1909).

Sus emprendimientos ganaderos combinados con sus estudios litográficos hicieron que don Carlos se transformara un destacado empresario y hacendado.

En 1853, se dedicó a ser publicista y fundó la Revista del Plata, publicación periódica sobre asuntos económicos, agropecuarios y culturales que se editó hasta 1855.

En las páginas de esta revista quedaron registradas grandes obras de muchos eruditos de aquellos años, en especial un trabajo litográfico del naturalista francés Aimé Bonpland, y también los interesantes relatos del general Paz y Pastor Obligado.

En esos tiempos, Carlos Pellegrini se desempeñó como miembro del Concejo Municipal y consejero de Instrucción Pública. Pero el espíritu inquieto del francés lo motivó a ser miembro fundador del Instituto Histórico y Geográfico del Río de la Plata, junto a grandes intelectuales como Bartolomé Mitre, Dalmacio Vélez Sarsfield, Valentín Alsina, José Mármol, Elías Duteil y Carlos Tejedor.

Además ejerció su carrera de ingeniero y diseñó una importante cantidad de obras, entre las que se encuentra la edificación del antiguo Teatro Colón, que fue inaugurado en 1857.

El destacado ingeniero, pintor y retratista falleció en Buenos Aires el 12 de octubre de 1875.