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La necesidad de ser entendidos

No todos van a entender ni congeniar con nuestros universos particulares. Ni siquiera nuestros padres llegan a comprender muchas de nuestras formas de actuar, de nuestras pasiones, matices singulares y rasgos de personalidad

Por Redacción

16 de septiembre, 2020 - 08:13

Asumimos casi desde niños que la necesidad de ser entendidos es una prioridad. Queremos que los demás comprendan lo que pensamos, que conecten con nuestras necesidades, realidades particulares y que sientan incluso casi lo mismo que nosotros mismos experimentamos. Sin embargo, poco a poco, la vida nos demuestra que esto no siempre es posible. Y que suceda esto tampoco es el fin del mundo.

No todos van a entender ni congeniar con nuestros universos particulares. Ni siquiera nuestros padres llegan a comprender muchas de nuestras formas de actuar, de nuestras pasiones, matices singulares y rasgos de personalidad. No obstante, que no los entiendan no quiere decir que no nos respeten. Porque el respeto sí es esencial y prioritario en todos los casos. Esa es, al fin y al cabo, la clave de la convivencia.

A pesar de ello, en ocasiones muchas de las personas que apreciamos no congenian con aquello que expresamos o sentimos y eso nos duele y nos frustra. Es una evidencia. Sentirnos comprendidos es para muchos tan o más importante que sentirse amados.

 

¿Prioridad o forma de sufrimiento?

“Pero… ¿me entendés, verdad? Entendés lo que quiero decirte y lo que me ocurre, ¿no es así?”. Muchos nos hemos visto a menudo en esta misma situación. En la de estar insistiéndole a alguien con estas frases para que nos hagan saber que sí, que comprenden nuestro mensaje y, más aún, lo que sentimos. ¿Cómo negarlo? La necesidad de ser entendidos es para gran parte de nosotros una prioridad y que esto en ocasiones no suceda, nos desespera.

Todos tenemos en mente alguna experiencia similar. Esa en la que alguien nos miró con incredulidad incapaz de congeniar con lo que nos sucedía o le estábamos diciendo. Nos ha pasado con desconocidos y también con personas más cercanas. De hecho, son precisamente las personas con quienes tenemos un vínculo más estrecho de las que más esperamos. “Si me quieren, entonces deben entenderme”, nos decimos.

Tristemente, esta regla de tres no funciona. Es más, quien aspire a ser comprendido, siempre y en cada circunstancia, estará condenado a un irremediable sufrimiento. Vale la pena recordar una sabia frase de Carl Jung: “Lo peor que le puede ocurrir a cualquiera es que se lo comprenda por completo”. Ahora bien, ¿qué quería decir el célebre psiquiatra suizo con esta frase? Lo analizamos.

 

La necesidad de ser entendidos en un mundo complejo

“El mundo ya es de por sí increíblemente complicado para que además, quienes nos quieren no nos entiendan. ¿Puede haber algo más frustrante?”. Esto mismo es lo que nos decimos muchas veces, en especial, cuando discutimos con alguien porque nos acaba diciendo aquello de “yo es que no te entiendo”.

Cuando esto suceda siempre es adecuado reflexionar en los siguientes aspectos:

• No podemos controlarlo todo. El mundo y las personas no pueden ser como nosotros queremos y deseamos.
• A veces nos comprenderán y otras no. Que suceda esto forma parte de lo concebible, al fin y al cabo, el ser humano es increíblemente complejo y nadie puede encajar exactamente en cada vértice, fragmento y matiz de nuestra personalidad y opiniones.

Liberarnos de la necesidad de ser entendidos en cualquier situación y circunstancia nos permitirá caminar más ligeros. Reduciremos cuotas de sufrimiento y nuestras relaciones serán más satisfactorias. Recordémoslo siempre, ser entendidos es permisible, pero ser respetados sí es obligatorio.