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El amor como revolución

Poderoso, trascendente, imparable, es la única forma de superar, como sociedad, cualquier adversidad

Por Redacción

18 de enero, 2022 - 07:37

El amor, uno de los motores potentes (si no el que más) de la existencia humana, a menudo puede suponer una revolución. Es curioso como algo tan innato y tan inseparable de nuestro ser puede llegar a convertirse en un elemento tan revolucionario, incluso en un acto de rebeldía y de desconformidad.

¿Cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Qué ha podido suceder para que algo tan, a priori, bello y poderoso como el amor se traduzca en una oposición?

Simplificando la respuesta, si el amor puede llegar a ser por definición un acto de rebeldía, ha de ser cuanto menos curioso analizar qué contexto es el que predispone al amor a tener un carácter revolucionario.

 

El camino que estamos recorriendo como sociedad

Por supuesto, el que para algunas personas el amor sea revolucionario ha de tener alguna respuesta a nivel social. Para ello, tal vez tengamos que preguntarnos qué tipo de sociedad estamos construyendo. Seguramente esta pregunta no solo diera para otro artículo entero, sino para algo mucho más extenso; de hecho, disciplinas como la sociología o la filosofía ya se encargan de responder a esa pregunta.

Pero, captando algunos matices de muchos de estudios y reflexiones que nos aportan las ciencias humanas, parece existir una clara tendencia hacia el individualismo, al menos en comparación con el modelo de sociedad que hace décadas existía y que a pasos agigantados vamos abandonando. Aunque existen especialistas, como el sociólogo Juan Antonio Roche, que afirman que aunque ha aumentado la tendencia al individualismo, también parece haber más conductas solidarias.

Este individualismo parece reflejarse en todas las áreas de nuestras vidas, como en el ámbito laboral, por ejemplo, o en la convivencia diaria. Todo apunta a que el sentimiento de comunidad en un bloque de pisos o una urbanización no es igual que hace unas décadas. Es probable que mucha gente no sepa quien hay al otro lado de la pared de su propio piso.

Además, el enfrentamiento social como fenómeno está siendo ensalzado. Esta apología de la disputa está patrocinada por no pocos medios de comunicación, que han encontrado en el conflicto la principal vía de ingresos por las audiencias que genera audiencias.

 

La influencia de la situación actual

Con mucha probabilidad, estas tendencias sociales se han visto acentuadas por la crisis sanitaria mundial. Esta situación tan excepcional ha minimizado el contacto social, además de haber cambiado la forma de trabajar de millones de personas en todo el mundo.

El teletrabajo no es, per se, peor o mejor que el trabajo presencial. Afirmar algo en una u otra dirección supondría un reduccionismo. Cada vez son más las empresas que se muestran dispuestas y flexibles a incorporar el teletrabajo a sus quehaceres. Sin embargo, existen dinámicas de trabajo informales (cafés fuera de hora laboral, actividades presenciales determinadas, congresos presenciales, etcétera) que ahora se han visto comprometidas.

La situación actual ha enfriado climas y aumentado distancias. Nos queda saber si también ha despertado de alguna forma nuestras conciencias y hemos desarrollado más empatía con nuestros iguales, al habernos visto envueltos todos en algo que nunca hubiéramos imaginado. Tal vez el tiempo nos diga si ha sido así.

 

El amor, la única estrategia

Los que creen que algo falla en este contexto se preguntarán qué se puede hacer, cómo vivir con tantas cosas que no terminan de funcionar bien. Pues bien, si existe algo que puede revertir por sí mismo toda una situación global de insatisfacción y frustración es el amor.

Sin irnos a mundos de yupies, quisiera hablar del amor en todas sus formas. Quisiera hablar del amor hacia nuestra pareja, hacia nuestros padres, hacia nuestros hermanos, primos, animales… pero también quisiera hablar del amor hacia esa persona que acaba de tropezar, a la que le preguntamos si se encuentra bien, a la que vemos llorando y nos ofrecemos por si necesita algo o a la que no sabe cómo funciona la máquina de sacar un ticket en la oficina de correos.

También quiero hablar del amor hacia la persona diferente, la que reza según un credo distinto al nuestro, la que opina de manera diferente a nosotros o la que habla un idioma diferente al nuestro.

El amor, ese amor, poderoso, trascendente, imparable, es la única forma de superar, como sociedad, cualquier adversidad. ¿Qué tal si empezamos amando a quienes nos rodean? Incluso fuera del ámbito personal, amemos nuestro entorno, amemos la naturaleza y, por qué no, amémonos un poco más a nosotros mismos.

Quizá muchas personas no vean la relación entre poner más en práctica el amor en lo cotidiano y que nuestra sociedad cambie. Tal vez, simplemente, haya que empezar… Y después, cada uno verá lo que puede suceder a todos los niveles.

Fuente: La mente es maravillosa.