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La educación en su laberinto

Inclusión sin límites o calidad educativa, esa es la cuestión. Se debe encontrar un equilibrio entre estos dos aspectos para garantizar que todos los estudiantes tengan la oportunidad de aprender y desarrollarse, porque bajar el requerimiento de metas hasta ahora sólo ha perjudicado al sistema y a los jóvenes

28 de agosto, 2023 - 09:48

La calidad de la educación y el acceso a oportunidades educativas equitativas son temas preocupantes. Las discusiones incluyen la formación docente, la infraestructura escolar y la falta de inversión en el sistema educativo, pero por sobre todas las cosas lo que se advierte es que en los últimos tiempos en algunas provincias los esquemas son más laxos, con visiones políticas extremas que no aportan nada en la búsqueda de una solución, por lo menos en el mediano plazo.

Si bien el país ha tenido históricamente un sistema educativo con importantes logros y avances, en la actualidad enfrenta desafíos significativos que han afectado la calidad y la equidad, sobre todo en los últimos años, en los que la pobreza cumple un rol decisivo en cuanto a la deserción escolar.

La del abandono del aprendizaje es una problemática compleja que afecta a muchos estudiantes en todo el país y en los últimos años no se notan demasiados esfuerzos para garantizar una educación inclusiva y de calidad, por lo que sigue siendo un desafío persistente que tiene implicaciones significativas en el desarrollo individual y en el futuro de la sociedad en su conjunto.

Un ejemplo de ello son las medidas que en algunos estados provinciales propenden a evitar la repitencia, pero no mejorando la educación, sino bajando las exigencias para que los estudiantes, en nombre de la inclusión y la equidad, pasen de curso sin esfuerzo. Es decir, como en muchas cosas en nuestro país, se nivela para abajo en vez de mejorar para que, en este caso, la inclusión sea verdadera.

Parece que los “ideólogos” de estas decisiones no entienden que las exigencias en la educación preparan a los estudiantes para enfrentar desafíos en su vida futura, incluyendo la universidad y el mercado laboral.

Por otra parte, deberían considerar que la falta de desafíos puede llevar a la desmotivación en los estudiantes, ya que no experimentarán el sentido de logro que proviene de superar desafíos académicos.

Otra de las consecuencias es que, al reducir las exigencias, se impacta en la calidad de los estudiantes que ingresan a la educación superior, ya que seguramente no estarán debidamente preparados.

Es por eso que la reducción de las exigencias a los alumnos para aprobar plantea un dilema entre la inclusión y la calidad educativa. Encontrar un equilibrio entre estos dos aspectos es esencial para garantizar que todos los estudiantes tengan la oportunidad de aprender y desarrollarse, porque bajar el requerimiento de metas significa comprometer la calidad educativa al permitir que los estudiantes avancen sin haber adquirido un nivel adecuado de conocimientos y habilidades esenciales para ingresar al mercado laboral.

Informe desalentador

Visto el panorama de ese modo, da la impresión de que la educación nunca termina de ser una de las principales prioridades en Argentina, y hay datos que pueden avalar esa idea.

Precisamente, la semana pasada, el Observatorio Argentinos por la Educación alertó por la situación en el país. Al respecto, su coordinador de Investigación, Martín Nistal, dijo que “hace mucho tiempo” que hay “números muy bajos” sobre la finalización del ciclo lectivo de los jóvenes, lo que se agrava al analizar lo cualitativo.

El informe destaca que en la cohorte 2011-2022, en 20 de las 24 jurisdicciones argentinas hubo un crecimiento en el porcentaje de adolescentes que egresaron de la escuela a la “edad teórica”.

Sin embargo, el análisis del Observatorio pone énfasis en una realidad que no es desconocida, pero muchos la esquivan: si bien es cierto que subió la proporción de estudiantes que culmina el ciclo a los 17 años, la cifra porcentual de éxito se desploma cuando se combina con la variable cualitativa, o sea, cuando se juzga si esos chicos que recibieron el diploma dominaban lo mínimo de Matemática y la lectoescritura. “La caída se explica principalmente por el detrimento en los puntajes de Matemática”, apunta Nistal.

Es que un promedio obtenido tras la pandemia de coronavirus muestra una triste realidad: solo 13 de cada cien chicos llegan al último año con los conocimientos básicos de Lengua y Matemática, cuando en 2020 habían sido 16 de cada cien y en 2016, 17 por cada cien.

Nistal dio otro dato que deberían tener en cuenta quienes se encarguen de la política educativa en un próximo gobierno, y pongan manos a la obra de inmediato para analizar el asunto y así desterrar, de una vez y para siempre, esa “herencia maldita” que nos asola desde hace años.

“Venimos mostrando evidencia de cómo llegamos hasta acá con un tema presupuestario y la ley de la inversión en educación se cumplió solo tres veces”, afirmó Nistal.

Es decir, falta decisión política para cumplir con la ley y brindar los recursos necesarios para preservar la calidad educativa, decisión que brilla por su ausencia por acción u omisión. Dicho en buen romance, simplemente no se aplica por ideología o por falta de interés.

En este escenario bastante complicado, y refiriéndose a los datos de 2022, Nistal explicó que “los resultados en Argentina están condicionados por los niveles socioeconómicos”. Aunque la pandemia profundizó las inequidades ya existentes en el funcionamiento de las escuelas del país, es un hecho que, en el contexto de una decadencia que lleva décadas, egresar de la escuela a la edad “correcta” no garantiza haber contado con un espacio pedagógico razonable ni haber adquirido los saberes mínimos, por no hablar de impulsar un despertar intelectual que, en este contexto, hasta puede ser ambicioso.

Tras una política integral

En oportunidad de la firma de un compromiso al que adhirieron los principales precandidatos a la presidencia unos días antes de las PASO, el director ejecutivo de Argentinos por la Educación, Ignacio Ibarzábal, afirmó que “la falta de comprensión lectora es uno de los dramas invisibles que hoy vivimos en Argentina. Es primordial que la alfabetización inicial sea una prioridad para el próximo presidente”.

El documento en cuestión tiene el propósito de que la alfabetización inicial sea una prioridad en todo el país, y requiere que quien sea el próximo presidente de la Argentina impulse una política nacional que incluya brindar apoyo técnico a las provincias e implementar pruebas que evalúen la comprensión lectora.

Nadie debe olvidar que la inversión en la educación y la implementación de estrategias efectivas no solo benefician a los estudiantes individualmente, sino que también contribuyen al desarrollo sostenible de la sociedad en su conjunto.

Es de esperar entonces que cada postulante a ocupar la Casa Rosada especifique claramente en la campaña cuál es su propuesta en materia educativa, para que los ciudadanos tengan en cuenta en el momento de elegir con su voto.