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Funcionarios de turismo en Paris y Miami cobraban miles de dólares

Uno de ellos "trabajaba" en Miami hace más de 30 años, con un sueldo de 13.000 dólares mensuales; la otra en Paris cobrando 9.000 euros.

Por Redacción

22 de marzo, 2024 - 19:34

A medida que se van conociendo cargos del Estado que tienen como única razón llevarse la plata pública, pagar favores o vivir de arriba, crece la indignación, ya que en algunos de ellos toda capacidad de asombro va siendo superada.

El mismo Estado saqueado, incapaz de prestar servicios esenciales dignos, de pagar jubilaciones que alcancen para algo, a su vez mantiene personajes viviendo vidas de lujo con esos mismos recursos, lo que hace todo mucho más turbio, y contribuye al desprecio por la "casta" que llevó a Milei a la presidencia.

Y perfectamente cuadran en esta descripción los dos funcionarios cuyo desplazamiento confirmó hoy el ministro del Interior, Guillermo Francos, y que estaban en la órbita de la Secretaría Turismo, pero con algunos números que asustan: uno que prestaba funciones en Miami hace más de 30 años -es decir, desde los tiempos de Carlos Menem, toda una vida- con un sueldo de 13.000 dólares mensuales,  mientras que la otra estaba cómodamente instalada en Paris desde hace 17 años y cobrando de todos nosotros un sueldo de 9.000 euros, casi 10 millones de pesos. 

 

Francos, que tiene el área de Turismo bajo su órbita, confirmó la medida que había sido anunciada por la mañana a través del vocero presidencial Manuel Adorni en su conferencia de prensa, e indicó:

 "Se les dio curso a estos despidos, parte del gran delirio que se encontró en la querida República Argentina", identificándolos como Eduardo Piva, "agregado para asuntos de Turismo" en la embajada argentina de Estados Unidos, y Lucianna Sola Suquet, que se desempeñaba con una tarea similar en Francia.

 

La situación había sido advertida por el secretario de Turismo, Ambiente y Deportes, Daniel Scioli, precisó Francos, tras lo cual se decidió la cesantía de ambos funcionarios, en una decisión que responde al objetivo de reducir el gasto del Estado, una de las máximas prioridades de la gestión libertaria.