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¿Vox populi, vox Dei?

Visto lo ocurrido en la primera vuelta de las elecciones a presidente, Juntos por el Cambio se ha convertido en un espacio propicio para ‘pescar’ adhesiones y votos. Para volver a ser un movimiento fuerte, deberá tomar alguna alternativa de hierro y considerar que la UCR tiene varios gobernadores, intendentes y bloques legislativos propios en todas las provincias

27 de octubre, 2023 - 09:12

La expresión latina “vox populi, vox Dei” –que literalmente significa “la voz del pueblo es la voz de Dios”– se ha puesto en juego en oportunidad de la primera vuelta electoral de las elecciones presidenciales argentinas. Vamos a tratar de analizarlas desde ese punto de vista.

En ese sentido, nos preguntamos si significa que la opinión popular de la gente ordinaria revela la voluntad de Dios y como tal debe ser obedecida o sólo sirve para indicar que, sean o no acertadas, las creencias populares se imponen con una fuerza irresistible y que no es prudente oponerse a ellas.

Si bien la famosa frase no está en la Biblia, más allá de algún pasaje en ella se refiere a la “voz de Dios", como se puede leer en Isaías, capítulo 66: “Voz de estruendo viene de la ciudad, una voz sale del templo: la voz del Señor que da el pago a sus enemigos”.

Por cierto, la idea ya estaba presente en el poema épico de La Odisea de Homero y en la cosmogonía Los trabajos y los días, de Hesiodo. También fue una expresión usada por el filósofo estoico romano Séneca, quien afirmó: “crede mihi, sacra populi lingua est” (“créeme, sagrada es la lengua del pueblo”).

Eso sí, fue expresada por primera vez en su forma conocida de “vox populi, vox Dei” por Guillermo de Malmesbury, un hombre de letras anglo-normando, cronista e historiador de la abadía de Malmesbury, en Wiltshire, Inglaterra, en un temprano siglo XII.

Aunque hay quienes afirman que, en realidad, Malmesbury se limitó a citar un dicho que ya era popular en su época y que fue citado por Alcuino de York en una famosa carta al no menos famoso emperador Carlomagno.

Haya sido como haya sido, cabe que nos interroguemos si el aforismo político es cierto o no lo es. Al respecto, rescatamos dos posturas opuestas. A saber:

La primera es de Nicolás Maquiavelo, que en su libro Tito Livio afirma rotundamente: “La multitud es más sabia y constante que el príncipe”.

La segunda, del mismo Tito Livio, quien afirmó, no menos rotundamente, que “nada es más vano e inconstante que la multitud”.

 

Nuevo escenario

Con estas ideas en mente nos podemos interrogar sobre los sorpresivos resultados de la primera vuelta de las elecciones presidenciales argentinas.

Para empezar, hay que reconocer que, como en toda elección, hay ganadores y hay perdedores. En ésta, entre los segundos resaltan por sobre otros Mauricio Macri, fundador del PRO, y Cristina Fernández de Kirchner, cabeza visible –o ya no tanto– del kirchnerismo.

Para seguir, se puede apreciar que están resurgiendo, contra todo pronóstico, los partidos políticos tradicionales, cada uno a su manera. Ya lo hizo el Partido Justicialista con su apoyo a Sergio Massa y puede ser que lo haga la UCR. Pero todo depende de una serie de eventos que todavía no se han producido, aunque estén en germen.

Para seguir un poco más, y respecto de los medios de comunicación social, teniendo en cuenta que muchos de ellos, lejos de una necesaria imparcialidad, abrazaron una actitud militante como el que más, nos preguntamos qué harán ahora para ajustar sus juicios y editoriales a las nuevas realidades políticas sin que se les note mucho el salto hacia sus nuevas posiciones.

Para continuar, vamos a agregar otra nota de color, aunque no menor, que ha sido la intervención directa de la Iglesia y del propio papa Francisco en defensa de su Fe y en contra de los ataques propinados por el propio candidato presidencial Javier Milei y por algunos de sus acólitos más cercanos.

Una vez más quedó en evidencia que puede ser que la Santa Sede no tenga divisiones de tanques – como una vez se interrogara socarronamente Joseph Stalin–, pero no cabe duda que el Vaticano mantiene un poder moral nada despreciable y que no es gratis desafiar.

Para terminar, queda por recordar que las elecciones están lejos de haber terminado. Quedan un debate presidencial, las propias elecciones y la multitud de circunstancias fortuitas que tienen lugar profusamente en nuestro querido país.

En pocas palabras, queda por disputar la segunda vuelta. Ya ambos postulantes a ganarlas han hecho sus llamados y lanzado sus ganchos de abordaje para tratar de captar a quienes no los votaron, ya sea bajo la forma del voto en blanco o simplemente no yendo a votar (una friolera de 11 millones de votantes lo hicieron en estos comicios) o los que votaron a otros candidatos, desde la izquierda de Bregman hasta la derecha cordobesa, pasando por el jamón del sándwich en el que se ha convertido Juntos por el Cambio.

 

La vuelta a las bases

Ante este escenario, a los perdedores, especialmente a los votantes de Juntos por el Cambio, les quedan alternativas de hierro. A saber:

1º) Repetir lo hecho hasta el momento, es decir seguir las banderas de un antikirchnerismo ya fallecido y tratar de armar un colectivo de una alianza con los que compartan esta idea. Pero no muchas más, mucho menos valores y principios.

2º) Recordar su pasado y lo que decían cuando tenían algo que decir. O en palabras sencillas, dejar de ser cola de león para pasar a ser cabeza de ratón. De hecho, la UCR dispone de varios gobernadores, intendentes y bloques legislativos propios en todas las provincias.

¿Quién sabe? Nunca se debe despreciar el retorno a las bases fundadoras y, fundamentalmente, al valor redentor de la verdad.

 

El Doctor Emilio Luis Magnaghi es Director del Centro de Estudios Estratégicos para la Defensa Nacional Santa Romana. Autor de El momento es ahora y El ABC de la Defensa Nacional.