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¿Vamos hacia otro default?

Desde la presidencia de Bernardino Rivadavia hasta hoy, la Argentina ha vivido incumpliendo préstamos porque en todos los casos se hizo difícil devolverlos. Ya el General San Martín opinaba que toda “deuda odiosa” no debía ser honrada, y vistas las circunstancias actuales cabe preguntarse si la nuestra no entrará en esa categoría

22 de septiembre, 2023 - 08:36

Podemos resumir una historia larga y no muy agradable de nuestros defaults diciendo que ya tuvimos –al menos– ocho, a saber:

— Dos en el Siglo XIX: uno en 1827, durante la presidencia de Bernardino Rivadavia, y otro en 1890, durante la de Miguel Juárez Celman.

— Luego de las reformas introducidas por Julio Argentino Roca, pasamos un siglo sin defaults.

— Volvimos a las andadas durante la dictadura militar en el marco de las crisis de las deudas latinoamericanas en 1982.

— Reincidimos tras la caída del gobierno democrático de Fernando de la Rúa, en el 2001, y con el mayor default de la historia global anunciado por el presidente interino Adolfo Rodríguez Saá.

— Algunos autores suman como defaults también los provinciales ocurridos de 1915 y 1930 y los del Club de París de 1956, a cargo de la Revolución Libertadora, y el Plan Bonex de 1989 de Carlos Menem.

 

La primera mala experiencia

Entrar en los detalles de todos ellos excedería los límites de este artículo y hasta del periodismo de opinión. Pero creemos que contar algunas cuestiones del primero de ellos nos dice bastante sobre el fondo de la cuestión.

¿Por qué la Argentina vive pidiendo plata que después no puede devolver? Vamos a ello.

Estábamos en el gobierno de Martín Rodríguez, quien había jurado ante la Junta de Representantes de la provincia de Buenos Aires como gobernador el 26 de septiembre de 1820; contaba con el apoyo de los estancieros y de los sectores sociales medioalto y alto de la ciudad.

Su ministro de Hacienda era Bernardino Rivadavia, quien lo impulsó a contratar un empréstito con objetivo de construir el puerto, la red de agua potable de la ciudad y establecer nuevos pueblos y ciudades.

Al efecto, se pidieron prestados $1.000.000 a la Baring Brothers de Londres, con una tasa de 6,5% anual.

La Baring retuvo más de la mitad del total, que nunca envió, y casi todo lo que entregó lo hizo, no en moneda metálica, sino en letras de cambio contra casas comerciales en Londres.

Para colmo de males, las obras previstas nunca se realizaron, ya que una parte del préstamo se destinó a la creación del Banco Nacional, otra para costear la guerra con Brasil y el resto para empréstitos a comerciantes. Los gobiernos posteriores no pudieron hacer frente a la deuda, que se pagó, finalmente, en 1904.

En forma paralela, Rivadavia impulsó la denominada Ley de Enfiteusis, por la cual la provincia hipotecó sus tierras públicas en garantía de esa deuda externa.

Pero los resultados de la medida no fueron afortunados: los jurados encargados de establecer el monto a pagar fijaron precios muy bajos y los enfiteutas no pagaron con regularidad.

Finalmente, el sistema de enfiteusis contribuyó a la formación de latifundios improductivos.

 

Historia conocida

Haciendo un salto histórico vemos que tras el default del 2001 se intentó una salida similar a la Ley de Enfiteusis de Rivadavia cuando el presidente provisional Eduardo Duhalde consideró la posibilidad de cambiar deuda por territorios. Concretamente, esa fue la posibilidad barajada por el “think tank” estadounidense Alexis de Tocqueville a cargo del economista Norman Bailey, que había sido contratado por el gobierno argentino por esos días. Este plan incluía cuatro condiciones:

— Un gran ajuste fiscal.

— Minimizar todo tipo de protesta social.

— La emisión de bonos respaldados por porciones de nuestro territorio nacional.

— El pronto llamado de elecciones presidenciales.

Por razones que desconocemos, pero intuimos, estuvieron vinculadas con el fuerte repudio que generaron las muertes de Kostequi y Santillán ocurridas el 26 de junio de 2002, ya que antes de este suceso estaba previsto que el mandato interino de Eduardo Duhalde terminara el 10 de diciembre de 2003 (que era la fecha en que hubiera finalizado Fernando de la Rúa) y con las elecciones presidenciales programadas para el 27 de octubre de ese año.

Pero tras los hechos, Duhalde decidió adelantar los comicios para el 27 de abril de 2003, con balotaje el 18 de mayo y el traspaso de mando el 25 de mayo, además de renunciar a toda pretensión de reelección.

El resto es historia conocida por todos.

 

“Deuda odiosa”

Para ir terminando, cabe citar que, no hace muchos días atrás, la influyente revista económica británica The Economist anunció en uno de sus artículos que la Argentina no tendría otra salida que defaultear su deuda externa. Aunque remarcaba que las enseñanzas de Milton Friedman –que parecen guiar a Javier Milei, el candidato presidencial más votado en las PASO– no son la solución.

Como sostiene la revista de economía respecto al futuro de nuestro país: “Quien asuma el poder en diciembre partirá de una posición pésima. Olvídense de buscar el dinero para permitir la dolarización. Un número cada vez mayor de economistas consideran que el país vuelve a ser insolvente, lo que significa que le resultará casi imposible pagar sus deudas existentes. Los precios de los bonos del país reflejan el hecho de que los mercados financieros están descontando otra reestructuración de la deuda. Para poder empezar de nuevo, Argentina podría necesitar entrar en default, no dolarizarse”.

Y para terminar, como ya lo decía el segundo presidente de los EE.UU., John Adams: “Hay dos formas de conquistar y de esclavizar a una Nación: por la espada y la otra es a través de una deuda”. Y en función de lo cual, el general San Martín, en su rol de Protector del Perú, introdujo en su estatuto fundacional el concepto de que toda “deuda odiosa” no debía ser honrada.

Nos preguntamos si la nuestra no entrará en esta categoría, algo que pronto lo sabremos.

 

El Doctor Emilio Luis Magnaghi es Director del Centro de Estudios Estratégicos para la Defensa Nacional Santa Romana. Autor de El momento es ahora y El ABC de la Defensa Nacional.