|27/07/20 10:19 AM

Rafael Obligado, otro poeta romántico que vivió en nuestra provincia

El afamado escritor vivió en Mendoza buscando la cura a una enfermedad, y aquí recibió el afecto de intelectuales y artistas locales hasta su muerte

27 de julio, 2020 - 10:19

Hace algunos días, más precisamente el pasado 23, se conmemoró como todos los años el Día del Payador, una tradición bien autóctona que se originó en los tiempos de la colonia.

Fueron varios los poetas quienes durante el siglo XIX y XX dejaron estampadas en el papel aquellas vidas y anécdotas de estos payadores.

Uno de los más destacados fue Rafael Obligado, escritor y poeta, quien inmortalizó a través de su obra Santos Vega a un personaje que existió, quien había nacido en la provincia de Buenos Aires en 1755 y falleció en 1825.

Se cree que Vega, en un encuentro de payadores, venció en 1824 al mendocino Juan Gualberto Godoy (1796-1864).

Curiosamente, Obligado falleció hace cien años en Mendoza. Había llegado a nuestra tierra con el fin de aliviar una grave enfermedad y aquí lo despidió la cultura local.

 

Su llegada a Mendoza

En diciembre de 1919, los mendocinos recibieron a un grande de las letras argentinas, que era reconocido como el creador de uno de los más brillantes poemas dedicados a un payador: Santos Vega.

La ciudad de Mendoza en tiempos en que falleció el poeta.

El eximio escritor sufría de una afección respiratoria muy severa y los médicos le recomendaron radicarse en nuestro suelo. Sin pérdida de tiempo, el destacado escritor partió en tren rumbo a nuestra provincia y se hospedó en el entonces Gran Hotel, ubicado en calle Gutiérrez, entre 9 de Julio y España, de Ciudad. Allí fue visitado por personalidades de la alta sociedad, como así también renombrados intelectuales y artistas locales.

Al momento de su arribo, la atmósfera de Mendoza estaba cargada de graves problemas políticos. Primero, la provincia sufrió la intervención nacional y luego reasumió José Néstor Lencinas como gobernador, quien había sido elegido democráticamente en 1918.

Además, en aquel tiempo una incógnita tenía en vilo a muchos mendocinos: la desaparición de Benjamín Matienzo, el piloto que intentó cruzar la cordillera de los Andes. Nada se sabía de él ni de su avión. Meses después, una partida policial descubrió el cuerpo sin vida del malogrado aviador a varios kilómetros de Las Cuevas.

 

Biografía en letras

El gran escritor nació en Buenos Aires el 27 de enero de 1851. Su infancia transcurrió tranquila, en una estancia de sus padres a orillas del río Paraná.

Proveniente de una familia acaudalada, cursó estudios en la Facultad de Derecho de Buenos Aires, pero los abandonó. Su vocación como escritor lo llevó a incursionar en los clásicos antiguos y españoles, ansioso de lograr el dominio de la expresión sobria y limpia, que no solía preocupar a los jóvenes poetas de su generación.

El castillo en el que pasó su infancia y juventud, a orillas del Paraná.

En 1885, basado en un escrito de Eduardo Gutiérrez, lanzó al público la edición poética de Santos Vega, payador.

Tres años después, la Real Academia Española lo nombró miembro correspondiente. Aprovechó su viaje a la península Ibérica para recorrer gran parte de Europa. De regreso a nuestro país, viajó por las provincias mediterráneas, donde recogió testimonios para escribir sus fabulosas leyendas.

Fue uno de los fundadores de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, consejero y vicedecano en varias oportunidades. En 1909 recibió el doctorado honoris causa.

Santos Vega fue su obra máxima y, para muchos, el poema más perfecto del acervo de leyendas argentinas.

 

Mendoza despide al poeta

En enero de 1920, la salud de Rafael Obligado comenzó a deteriorarse rápidamente. Pero eso no impidió que visitara varios lugares como Cacheuta, donde se estableció algunos días por prescripción médica para recuperarse.

Posteriormente, regresó a la ciudad de Mendoza junto a su hijo Carlos, quien lo acompañó en su dura agonía. A pesar de todo esto, el doctor en letras pasó sus últimos días entre el estudio y la meditación, sin dejar de lado el manejo de sus posesiones rurales y su fortuna.

En la tarde del 8 de marzo de 1920, acompañado de varios de sus amigos, dejó de existir. La noticia se expandió desde Mendoza y todos los diarios del país publicaron el triste desenlace del destacado literato.

Su cuerpo fue embalsamado y velado ante la presencia de personalidades de la provincia. De hecho, el ministro de gobierno decretó día de duelo provincial.

Luego, sus restos fueron conducidos en tren con destino a la ciudad de Buenos Aires. Un pueblo de la provincia de Buenos Aires lleva su nombre.