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José Espejo, organista de la Mendoza colonial

El músico y cantante, que fue iniciado en el arte por los religiosos, se desempeñó en la iglesia Matriz a fines del siglo XVIII. Fue el padre del general Gerónimo Espejo, un patriota que a los 16 años acompañó a San Martín en la campaña libertadora

05 de octubre, 2020 - 08:18

A fines del siglo XVIII, Mendoza era una aldea en plena cordillera de los Andes. Desde los cerros se podía ver la pintoresca ciudad, con sus casas pintadas a la cal, donde solamente sobresalían las torres de los templos. También desde allí se podía observar a la distancia el camino “largo" que iba en dirección hacia Buenos Aires, capital del entonces Virreinato del Río de la Plata.

En los extramuros de la ciudad, descollaban algunos arrabales, como los de San José o de San Vicente, y cientos de hectáreas cubiertas de árboles que se extendían hacia los cuatro puntos cardinales.

El verde era el color predominante, aunque luego desaparecía mezclándose con la aridez del terreno.

En la aldea, las calles eran de tierra y su principal vía era la “Cañada" –actual Ituzaingó- en la que funcionaba el centro comercial más importante. A lo largo de ésta se ubicaban importantes negocios, como tiendas, almacenes y librerías. También los cafés aportaban su atractivo a la zona. 

Frente a esta calle se encontraba la plaza principal o Mayor, y en una de las esquinas se situaba el templo de la Matriz, en donde hoy se encuentran las calles Ituzaingó y Alberdi.

Este era uno de los principales templos de la ciudad y todos los días, a la hora de los oficios religiosos, la misa era musicalizada por el organista oficial, llamado José Espejo.

 

Músico por votación

El artista José Espejo nació en 1762 y era hijo natural de doña María Concepción Espejo, apellido que le dio su madre, descendiente de pueblos originarios, según varios documentos.

Desde chico, José se inclinó por la música y fueron los religiosos quienes lo iniciaron en este arte, algo común en esa época en la que los religiosos enseñaban a los mulatos, negros y esclavos.

En aquel tiempo eran pocos los músicos que sobresalían en el arte de combinar los sonidos; uno de ellos era José. Sin embargo, también se destacó Pedro Bebelaqua, un italiano que fue sargento de las milicias en España y que a fines del siglo XVIII se radicó temporalmente en nuestra provincia para enseñar música.

Órgano de tubos similar al que ejecutaba José Espejo.

 

El profesor Bebelaqua fue mentor de varios músicos regionales, entre ellos el gran Fernando Restituto Guzmán, denominado “el Bach americano".

En 1810, Espejo seguía como organista y cantante de la iglesia matriz. Talentoso en el arte musical, el organista ejecutaba interesantes obras del arte barroco, especialmente creaciones sacras que fueron tocadas con gran maestría por sus manos.

 

El templo de la matriz, su lugar

Su espacio de trabajo era el templo de la Matriz, ubicado hoy en la esquina de Alberdi e Ituzaingó, en plena Área Fundacional de la Ciudad de Mendoza.

Era un sitio de importancia para la religión católica y allí se realizaban ceremonias de gran envergadura, como las fiestas patronales, todo lo relacionado al calendario litúrgico y fiestas relacionadas con el rey de España. La construcción tenía unos 50 metros de largo por 9 de ancho, con dos capillas que servían de crucero y un presbiterio muy espacioso, con tres gradas de piedra labrada, toda blanqueada y pintada.

Poseía además tres puertas principales hechas de madera de cedro con herrajes de bronce. Otra puerta del mismo material comunicaba al altar mayor con la sacristía. También existían seis ventanas que se distribuían en la iglesia. Además del edificio sacramental, también había un cementerio muy espacioso cerrado por un muro.

En su interior, el templo tenía tres altares donde se encontraban una imagen de la Señora de la Candelaria y otras dos: una de San Juan Bautista y otra de San Antonio de Padua. Además, lo adornaban varios cuadros pintados en el Cuzco.

En aquel templo, los instrumentos como el órgano eran construidos en nuestro suelo, y comparados con los europeos, no eran de gran calidad.

Luego, todo cambió cuando llegó el francés Luis Yoben a Buenos Aires a principios del siglo XIX.

Al poco tiempo de radicarse, este constructor y músico diseñó y fabricó instrumentos de gran calidad que impuso en toda la región.

 

Un hijo destacado

El músico Espejo se casó el 20 de junio de 1801 con Micaela Mariño, quien era hija del español Francisco Nicolás Mariño, nacido en Galicia y Juliana Taborda, de origen mendocino. La boda fue bendecida por el padre y vicario del Valle de Uco José Manuel Sáez.

El general Gerónimo Espejo, hijo del organista.

 

Tres meses después del enlace nació su primer hijo, llamado Gerónimo, quien llegó al mundo el 30 de setiembre de ese año y fue bautizado en la misma iglesia en donde su padre trabajaba como organista.

Ese primogénito será luego conocido por participar, con solo 16 años, en el Ejército de los Andes, y realizaría gran parte de la campaña libertadora. Además fue el autor, a finales del siglo XIX, de la obra El Paso de los Andes. en la que describió con gran detalle toda la hazaña sanmartiniana.

Además de Gerónimo, el matrimonio tuvo otros cuatro hijos, y el último de ellos nació unos meses antes de la muerte de su padre.

Don José Espejo cumplió con su trabajo hasta su fallecimiento, el 25 de agosto de 1815, a los 53 años de edad. Fue enterrado en el cementerio de la iglesia de la Merced.

Al morir, los religiosos convocaron al gran constructor y músico Luis Yoben, quien llegó a Mendoza al poco tiempo para cumplir con la función de ser el nuevo organista de la iglesia Matriz.