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Irán vs. Estados Unidos: el duelo detrás del fútbol

El encuentro decisivo entre ambos países esconde una larga historia de rivalidad y tensión en el escenario global. Desde la Revolución Islámica hasta nuestros días

29 de noviembre, 2022 - 07:18

Las rivalidades mundialistas trascienden el escenario meramente deportivo y, en consonancia con el pulso de la “Realpolitik”, se transforman en disputas geopolíticas, contiendas socioculturales entre corrientes opuestas en su manera de entender la realidad global y hasta revanchismos por viejas heridas derrotistas que poco tienen que ver con la aspiración de imponerse en el ámbito del fútbol.

El recuerdo argentino

Argentina no estuvo exenta de estas circunstancias y el enfrentamiento entre la selección que capitaneaba Maradona y la de Inglaterra en los cuartos de final del Mundial de México 1986, con el consecuente triunfo de la Albiceleste en un partido cargado de polémica, no podía desprenderse de los acontecimientos en el Atlántico Sur durante 1982 y la derrota militar frente al Reino Unido.

 

Irán vs Estados Unidos: mucho más que fútbol

Este martes 29 de noviembre, los combinados de Irán y Estados Unidos buscarán un triunfo que los catapulte a uno u otro a octavos del Mundial de Qatar, en la última fecha del Grupo B. La disputa rompe el marco deportivo y, dado el sendero de enfrentamientos recientes entre el lobbismo económico-militar de Washington y el régimen teocrático persa, se mimetiza en un duelo que no se materializó en el plano bélico, pero que no estará exento de ese fragor épico que caracteriza a las batallas trascendentales.

Estados Unidos consideraba a Irán, en el devenir de la década del ´70, como una especie de “perla de Medio Oriente”. El “Sha”(rey), Reza Pahlevi conducía al Estado chiita como su patio de juegos y caprichos personales, pero poco importaba estos abusos a las administraciones de la Casa Blanca que garantizaban, a través del monarca persa, el flujo constante de petróleo de uno de los principales productores mundiales junto a favoritismos apuntados a Washington en la adquisición de material militar, licitaciones hidrocarburíferas  y productos de importación como vehículos, electrodomésticos, entre otros.

 

Este idilio entre ambos Gobiernos empezaba a vivir sus últimos episodios a finales del decenio en cuestión. El desfasaje de gastos del monarca en detrimento de los servicios públicos como salud, educación, transporte más un casi nulo desarrollo de la calidad de vida disparó los indicadores de pobreza, lo que sumado a un ascenso de las líneas de extremismo religioso creó un estallido social en ciernes, que solo necesitaba el detonante apropiado.

El hastío definitivo llegó en enero de 1979, en un contexto de fuerte protesta social que clamaba por la caída de la familia real y el regreso desde el exilio del imán Jomeini. Es así, que sin poder garantizar la protección del “Sha”, Estados Unidos recomienda a Pahlevi la salida rápida del país, hecho que propicia el regreso del líder religioso el 1ero de febrero, dando inicio formal a lo que en los anales de la historia se conoció como la “Revolución Islámica”, que sepultó todo resabio monárquico y erigió un Estado de corte teocrático con la figura del “Ayatollah” como líder supremo por encima del propio presidente en autoridad, un sistema persistente hasta nuestros días.

 

Tensa relación

Tras lo dicho, la relación entre Washington y Teherán fue, primariamente una sucesión de enfrentamientos y tensiones. La toma por parte de estudiantes fanatizados de la Embajada estadounidense en la capital iraní, con más de 50 diplomáticos rehenes, que conllevó a la desastrosa operación de rescate denominada “Eagle Claw” (Garra de Águila). La misma tuvo que abortarse por las adversas condiciones climáticas, que derivaron en fallas mecánicas de las aeronaves y en una trágica colisión entre uno de los aviones de transporte y un helicóptero de asalto que se llevó la vida de varios comandos de las fuerzas norteamericanas y obligó a cancelar la misión de liberación, sellando también el destino de fracaso para la administración de Jimmy Carter.

 

Un maremágnum de sanciones económicas y financieras recayeron sobre el régimen teocrático, que solo colaboraron para amargar la vida de la ciudadanía iraní, en ese entonces y ahora. Hubo un impasse en el “yugo” aplicado como parte de los Acuerdos de Argel, firmados en 1981, y que le dio libertad final a los rehenes de la Embajada americana tras 444 días de suplicio.

La administración de Ronald Reagan impuso una nueva ola de sanciones en 1987, acusando al estado iraní de promover el terrorismo. Se ampliaron en 1995 para incluir a las empresas extranjeras que emprendieran negocios con el régimen religioso.

Mundial de 1998

Tal vez, un breve remanso de buena voluntad entre ambas naciones, tuvo como epicentro el Mundial de Francia 1998, donde las dos escuadras también jugaron un cotejo definitorio que algunos denominaron “el partido de la paz”. Los futbolistas iraníes salieron con un ramo de rosas como ofrenda fraterna y los norteamericanos respondieron al gesto uniéndose a sus rivales para la postal fotográfica, lo que fue considerado como un hito histórico.

 

Aquel encuentro por la segunda jornada del grupo se disputó en el Stade Gerland de Lyon, con triunfo de los persas por 2-1, con anotaciones de Hamid Estili y Medhi Madhavikia, lo que representó la primera victoria del equipo de Medio Oriente en una Copa del Mundo, lo que fue celebrado encendidamente en las calles de varias ciudades iraníes.

Este martes podrían enfrentarse Giovanni Reyna, hijo de Claudio (quien fuera el guardameta americano en aquel partido) y el portero Amir Abedzadeh, hijo de Ahmad Reza, entonces arquero de Irán, dado que ambos integran sus respectivos planteles.

Durante el siglo XXI

En 2006, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó la Resolución 1696 e impuso un nuevo programa de sanciones después de que Irán se negara a suspender su programa de enriquecimiento de uranio, que podría llevarlo a desarrollar armas nucleares.

Tiempo después, el régimen del Ayatollah consensuó un acuerdo nuclear en 2015 con Estados Unidos, Francia, Alemania, Gran Bretaña, Rusia y China. En él, Irán aceptó limitar su purificación de uranio, bajo la vigilancia de los inspectores de la ONU a cambio del levantamiento de las sanciones económicas. La decisión tranquilizó a la comunidad internacional hasta que el presidente Trump decidió “tirar por la borda” el antedicho Tratado, sumado a una fuerte escalada en enero de 2020, tras el asesinato por medio de un dron de ataque del héroe militar iraní Qasem Soleimani.

 

Tras asumir la conducción de la Casa Blanca, Joe Biden quiso reflotar el caído Acuerdo Nuclear pero el reciente apoyo político y con material bélico de Teherán a Rusia en sus acciones militares contra Ucrania dejó, estos últimos meses, congeladas las negociaciones que se habían retomado en Viena, entre todos los firmantes de 2015.

 

 

Para finalizar, y tras este “racontto” que muestra la álgida historia de la relación bilateral de Estados Unidos con Irán, creo que mas allá de quien triunfe y del inevitable uso político-propagandístico de una u otra parte celebro que, a lo sumo, sólo quedaran orgullos heridos. Algo por demás preferible ante el saldo de sufrimiento que dejaría un enfrentamiento armado.