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Hoy el cielo está de fiesta, llega el Víctor con su orquesta

El periodista Fernando Montaña recuerda al más grande jugador de la historia de Mendoza tanto por lo que hizo dentro de la cancha como por su relación personal

30 de marzo, 2024 - 19:44

No todos éramos del Lobo, pero en aquellas aventuras de los mendocinos en los torneos Nacionales ejercíamos el entusiasta: ¡Dale Víctor! 

Sí, por aquel talentoso Víctor Antonio Legrotaglie y sus compadres, los que les hacían pasar sofocones a más de un equipo de AFA en esos certámenes que se jugaron desde 1967 a 1985 y en el que Gimnasia tuvo gran protagonismo a comienzos de los 70.

El Víctor, el Polaco Torres, el Documento Ibáñez, el Bolita Sosa eran tipos que veías todos los días en la calle, en el café o presenciando un duelo de los campeonatos Femefa de fútbol amateur. 

Víctor junto al Curita Vergara y Carlos Secundino Benítez compañeros en los Nacionales del 71 y 73. Foto: Fernando Montaña

Próceres populares con hábitos comunes a los de cualquier hijo de vecino y que no se los tragaba la fama, ni aun sabiendo que los domingos, la cancha se llenaba por ellos. 

Uno andaba por los 5 o 6 años y apenas lo vio jugar, pero aquellas imágenes en una cancha no se olvidan más. Sin googlear y de memoria sé que me llevaron a ver un Gimnasia - Guaraní Antonio Franco y un Gimnasia - Newells. Ambos en la cancha del Tomba. Después recuerdo haberlo visto contra Atlético Argentino de San José.

Conocí al Víctor mucho después, merced a esta profesión de periodista. Lo entrevisté varias veces y siempre me pudo su característica picardía cuyana, tanto como la amabilidad y la predisposición para prestarse a una charla. 

Víctor con Fernando Montaña y el cantautor Gustavo Maturano

O para participar de los tantos homenajes que se le hacían. Tuvimos la suerte junto al querido Gustavo Maturano de homenajearlo en una función de La Patria en Camiseta, un espectáculo de textos y canciones que hacíamos en homenaje al fútbol mendocino. 

El Víctor fue un futbolista identitario del fútbol criollo. Ibas a donde ibas, como aquel legendario colectivo TAC y te hablaban del Víctor. En Pergamino, Buenos Aires o Jujuy. Fue grandísimo como futbolista y supo edificar su personaje de héroe de la pelota. Por eso no nunca pasó al olvido. 

Como varias de sus proezas. La vez que, contra San Lorenzo de Almagro, luego de ir ganando 5 a 2 en el propio Gasómetro y de tocar y tocar la pelota, recibió la sugerencia del árbitro Roberto Goicochea para que dejaran de jugar así “porque no se iba a responsabilizar si nadie salía vivo de ese campo de juego”.

El Víctor le hizo caso, aunque lo impensado fue que en vez de insultos su equipo recibiera aplausos de los hinchas cuervos. Era la consumación de Venganza de las cabecitas negras…

O la vez que en Tucumán le tiraron una naranja desde la tribuna y en vez de revolcarse en el piso para hacer tiempo, comenzó a payanearla para devolverla de zurda a la tribuna. Le tiraron otras más y armó un show para trocar un ambiente hostil en uno festivo.

Víctor Antonio Legrotaglie fue mucho más que uno o dos campeonatos, que tal o cual partido. Era el sueño realizado del pibe que vivía para el fútbol. Que amaba jugarlo. De aquel que desdeñó irse a España para jugar en su terruño, allí donde lo amaban. Una forma de sentir y vivir el fútbol.

Son muchas las anécdotas que se leerán y escucharán por estas horas. Más allá de la tristeza, imagino que el Víctor siempre habría querido que lo despidieran como en las previas de los partidos de fútbol. Con la orquesta de los hermanos Rosales tocando “Hoy Mendoza está fiesta, llega el Víctor con su orquesta”. 

Buen viaje Victor, Patón, Maestro.