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Hipólito de Villegas: héroe olvidado que fue amigo de San Martín

Jurista y periodista, fue apoderado del Ejército de los Andes, cumpliendo una delicada tarea junto al Gran Capitán

08 de enero, 2024 - 07:40

Durante la epopeya de la Independencia, entre los héroes silenciosos, se destaca la figura de Hipólito Francisco de Villegas, un patriota olvidado pero vital. Amigo cercano de José de San Martín, quien fue jurista, periodista y ministro de finanzas, su contribución dejó una huella perdurable en la historia de la libertad de Chile.

De nobles orígenes

En el corazón de Buenos Aires, nació Hipólito de Villegas el 13 de agosto de 1761, heredero de una estirpe distinguida.

Su padre, el hidalgo cántabro Francisco de Villegas y López Quevedo, y su madre, María Mercedes Fernández Machado de Melo, tejieron un linaje cargado de historia.

Su vida, marcada por la nobleza de sus antepasados, estaba destinada a desempeñar un papel destacado en el escenario político de la región.

En 1784 su familia se radicó en la entonces Capitanía de Chile y el joven trazó su camino en las aulas del Real Colegio de San Carlos, hasta convertirse cuatro años después en el primer abogado titulado en Chile.

Con su pericia jurídica llegó a la localidad de Coquimbo, en donde asumió el rol de juez de Comisión en casos candentes, desde el apresamiento del buque británico el HMS Scorpion hasta el escabroso asunto del asesinato del capitán Bunker.

Su destreza y dedicación le valieron la designación como contador de Temporalidades, el 30 de octubre de 1797, consolidando así su posición destacada en el escenario legal y administrativo de la época.

Un protagonista indiscutible 

En el escenario de la revolución chilena, Villegas se erigió como protagonista indiscutible en los turbulentos acontecimientos que marcaron el camino hacia la autonomía de aquel territorio, participando en el trascendental Cabildo Abierto del 18 de septiembre de 1810, del que surgió el apoyo a la Primera Junta formada en la metrópoli del Río de la Plata.

El capítulo siguiente se escribió en febrero de 1811, cuando estampó su firma en el acta de adhesión a la nueva forma de gobierno que proponía Buenos Aires.

En este intrigante episodio político, su hermano Miguel Mariano de Villegas, asesor de gobierno y síndico del Cabildo, se convirtió en un aliado clave.

Este vínculo sentó las bases para el respaldo futuro de la columna auxiliar de Buenos Aires con el batallón comandado por el entonces teniente coronel Juan Gregorio de Las Heras, quien con un pequeño grupo de milicianos realizó el cruce de los Andes en 1813 para ayudar a los chilenos.

Entre la política, la legislación y la prensa

La versatilidad de este personaje no se limitó al ámbito político, ya que se erigió como miembro honorario del Supremo Tribunal de Justicia.

Su incursión en el Congreso chileno, donde representó a la ciudad de Coquimbo, no solo fue un testimonio de su compromiso, sino que también le otorgó la vicepresidencia del mismo. Una posición de relevancia que desempeñó con maestría desde el 22 de noviembre hasta la disolución del mismo el 2 de diciembre de 1811.

Su contribución fue más allá de las fronteras de la política convencional. Como miembro de la comisión que proyectó la Constitución provisoria de 1812, Villegas se embarcó en la tarea de moldear el futuro de una patria emergente.

Cabildo Abierto en Santiago de Chile en 1810, donde Villegas tuvo gran participación.

Además, su influencia se extendió incluso al mundo de la comunicación, participando activamente en la instalación de la primera imprenta chilena que dio a luz al periódico La Aurora de Chile.

En este tramo de esta historia, este patriota compartió escenario con el sacerdote Camilo Henríquez, confiándole la dirección de esa tribuna informativa.

Pero su narrativa no termina ahí, ya que este patriota, incansable en su servicio a la causa, también se desempeñó como comisario general del Ejército chileno en 1813. 
Su legado, un tapiz intrincado de política, legislación y comunicación, reflejó su compromiso inquebrantable como patriota de aquel tiempo.

Perseguido por los Carrera

Hipólito Francisco de Villegas emergió nuevamente, desafiando el exilio que la política le impuso.

El 11 de marzo de 1814 asumió el cargo de ministro Tesorero del Estado, quedando atrapado en una marejada de rivalidades políticas.

Enemigo declarado de los hermanos Carrera, su destino tomó un giro inesperado tras el triunfo de los caudillos luego del motín de julio del mismo año, cuando Villegas fue perseguido políticamente y debió cruzar la cordillera de los Andes para radicarse en Mendoza, que se convertirá en su refugio por varios años. 

En su exilio forzado, este verdadero patriota no solo sobrevivió, sino que se reinventó como cronista político bajo el seudónimo de ‘Cardigondis’, quien contribuyó con su pluma en el periódico de Buenos Aires El Censor durante los años 1815 y 1816.

Es en este contexto durante 1814, en el que Mendoza se convirtió en su hogar y aquí conoció al designado gobernador intendente de Cuyo, el coronel mayor José de San Martín, con quien entabló una gran amistad al punto de ser nombrado apoderado personal del futuro Libertador de América.

Luego de declarada la Independencia de las Provincias Unidas en la Asamblea General Constituyente en Tucumán, el 9 de julio de 1816, y formado el Ejército de los Andes el 1 de agosto de ese año, el flamante General San Martín lo nombró apoderado militar.

También fue parte de la epopeya sanmartiniana para dar la libertad a tres países.

Su misión, delicada y crucial, consistió en percibir los fondos destinados a la organización de las tropas, una tarea que adquirió aún más relevancia en los meses previos al épico cruce cordillerano.

El 9 de enero de 1817 las tropas iniciaron su marcha desde el campo de instrucción hacia los diferentes pasos cordilleranos con el objetivo de reconquistar el territorio chileno.

El día 25 de ese mes, Hipólito Francisco de Villegas se embarcó en aquella travesía junto al Padre de la Patria y su Estado Mayor por el camino de los Patos, en la que definirá su contribución a la gesta independentista. La montaña se convirtió en testigo mudo de la tenacidad de aquel patriota cuya pluma y voluntad resistente desafiaron los vientos de cambio.

Después de la victoria en la Batalla de Chacabuco el 12 de febrero, Hipólito de Villegas regresó a la escena política chilena cuando el nuevo director supremo, Bernardo O'Higgins lo restituyó en su cargo de ministro Tesorero, confiándole un papel crucial en la reconstrucción financiera del país. 

Del cruce a la reconstrucción

En este rol tan destacado, Villegas se embarcó en una cruzada para restaurar la economía del Estado y regularizar sus finanzas.

Para eso implementó medidas audaces, como permitir a los panaderos reducir el precio del pan, aunque estos debían pagar derechos dobles al fisco.

Estableció una contribución sobre los animales sacrificados y el estanco del tabaco, mientras intentó ajustar los sueldos y tomar otras medidas en un esfuerzo por sanear las arcas públicas.

Sin embargo, los resultados no cumplieron con las expectativas, y Villegas enfrentó la complejidad de equilibrar las necesidades económicas emergentes.

En un momento trascendental, el 12 de febrero de 1818, en su calidad de ministro, firmó el Acta de Independencia de Chile, un hito que inmortalizó su participación en la gesta emancipadora. Su gestión de ministro llegó a su fin el 30 de marzo de 1818, cuando Anselmo de la Cruz asumió el cargo.

Actor en la historia de Chile

A lo largo de su carrera, Hipólito de Villegas no solo fue testigo de los cambios políticos, sino que también participó activamente en ellos.

Tras la caída de O'Higgins, aceptó el papel de fiscal en el juicio que enfrentó el exmandatario, un acto de lealtad que resonó en medio de la convulsión política del momento.

En el ocaso de su carrera política se retiró de la vida pública, pero su influencia perduró y en 1823, fue elegido diputado suplente en el Congreso General Constituyente representando a Huasco. Aunque renunció al mes siguiente, continuó siendo una figura de consulta para los líderes de la época.

El 12 de abril de 1838, Hipólito de Villegas falleció en Santiago de Chile y fue enterrado en el campo santo del templo de Santa Ana, en la misma localidad. 

Se había casado con doña Juana María Astorga y Blanco en Santiago de Chile el 26 de octubre de 1786 y el matrimonio tuvo cinco hijos.

El hasta ahora desconocido patriota se comprometió en la causa independentista de Sudamérica y a la construcción de la nación chilena.