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El legado económico de Manuel Belgrano, mucho más que un héroe militar y creador de la Bandera

El patriota se graduó de abogado en España, y durante su estadía en ese país leyó a destacados autores que le proporcionaron la comprensión del libre mercado

19 de junio, 2023 - 07:40

Manuel Belgrano, reconocido por muchos como un destacado militar y uno de los protagonistas de la Primera Junta de Gobierno en 1810, ha dejado un legado mucho más amplio y trascendental de lo que se suele mencionar.

Más allá de su valentía en las batallas de Salta y Tucumán, así como de su importante rol en la creación del pabellón nacional, este prócer argentino también desempeñó un papel fundamental como economista y defensor incansable del desarrollo industrial en la región.

 

Un virreinato conservador

Durante el período en que el Virreinato del Río de la Plata era el centro de la economía colonial, se sustentaba principalmente en la ganadería y el comercio. Las exportaciones de productos como el cuero, el sebo y tasajo –carne salada empleada para alimentar a los esclavos– generaban valiosos beneficios para los hacendados de Buenos Aires y el litoral.

Sin embargo, otras provincias tenían una industria precaria, centrada en la producción de vinos, licores, aguardientes, ponchos, tejidos y carretas. Lamentablemente, el comercio en el virreinato estaba limitado por el régimen monopólico impuesto por España, lo que dificultaba cualquier intento de liberalización.

 

Visión de un liberal

Nacido el 3 de junio de 1770 en Buenos Aires y en el seno de una familia acomodada, Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano recibió una educación privilegiada gracias a la preocupación de su padre, don Domingo (1731-1795), un comerciante originario del pueblo de Oneglia, antiguo reino de Génova –hoy Italia–, quien a mediados del siglo XVIII llegó al Río de la Plata acompañado de otros coterráneos.

El héroe nacional también fue un destacado defensor del desarrollo industrial de nuestro país

Manuel estudió en el Real Colegio de San Carlos –actual Colegio Nacional de Buenos Aires– en dónde. desde temprana edad, se destacó por su idealismo y su sed de conocimientos. A los 16 años viajó a España para estudiar leyes y allí se sumergió en el estudio de la economía política. Tras graduarse como abogado, presidió la Academia de Práctica Forense y Economía Política de Salamanca.

Durante su estadía en la Península Ibérica Belgrano leyó a destacados autores como John Locke, François Quesnay, Adam Smith, Jovellanos y Campomanes, lo que le proporcionó una profunda comprensión de los principios del libre mercado.

 

Obstáculos del libre comercio

Al regresar a Buenos Aires, capital del entonces Virreinato del Río de la Plata, Belgrano trajo consigo ideas innovadoras sobre el libre mercado y decidió ponerlas en práctica. Rápidamente asumió el cargo de secretario del Consulado, un organismo encargado de los asuntos económicos y técnicos relacionados con el comercio y la producción.

Pero se encontró con una gran desorganización en todos los aspectos relevantes para su labor. A pesar de estos obstáculos, Belgrano perseveró y se dedicó a trabajar en tres objetivos fundamentales: fomentar la agricultura, tecnificar la industria y proteger el comercio.

En el ámbito agrícola, propuso medidas como la rotación de cultivos, la forestación, el establecimiento de curtiembres y el impulso de la navegación comercial. Además, con una visión a largo plazo, fundó una Escuela de Comercio para formar profesionales capacitados en el área.

Sin embargo, estas iniciativas no fueron bien recibidas por los poderosos funcionarios y comerciantes de Buenos Aires, quienes veían amenazados sus intereses personales. A pesar de la oposición, Belgrano continuó trabajando incansablemente en la implementación de su proyecto reformista.

La Buenos Aires del 1800, plaza comercial de importancia en todas las actividades

El creador de nuestra bandera también buscó promover el desarrollo de las actividades manufactureras, a las que consideraba fundamentales para lograr un crecimiento económico equilibrado y sostenido. Para él, era crucial que el gobierno brindara especial atención y protección a las industrias, especialmente las del hilado de lana y algodón, y también al cultivo industrial de lino y cáñamo y a la industria de los cueros. Además, defendía la necesidad de una prensa libre que promoviera el debate y la difusión de conocimientos económicos entre la sociedad.

Aunque Belgrano es más conocido como militar y político, su contribución, como economista, a la Independencia de la Argentina no puede pasarse por alto. Su pasión por esta materia, adquirida durante sus estudios en España y su experiencia en el Consulado, lo convierten en el primer economista del país.

Su interés por las cuestiones económicas influyó en su nombramiento como primer secretario del Consulado de Buenos Aires a su regreso a América en 1793. El Consulado había sido creado con el objetivo de fomentar el desarrollo de la agricultura, la industria y el comercio en el Virreinato del Río de la Plata.

Sin embargo, debido al régimen monopólico impuesto por la metrópoli, había limitaciones para impulsar la liberalización del comercio en las provincias. Incluso los miembros del Consulado, quienes se beneficiaban de las condiciones imperantes, se oponían a cualquier intento de apertura.

Belgrano también promovió la construcción de un muelle y la exploración del Río de la Plata, y propuso la creación de una Escuela de Comercio para la enseñanza de temas como aritmética, contabilidad, principios de cambio, reglas de navegación, leyes y costumbres comerciales, geografía, estadísticas comerciales comparativas y economía política. También propuso la implementación de premios para trabajos experimentales y para iniciativas agrícolas e industriales.

 

Divulgador de ideas

Pero Belgrano no solo se destacó como economista, ya que también incursionó en el periodismo y a partir de 1801 publicó artículos en el Telégrafo Mercantil, un periódico rural, económico e historiográfico del Río de la Plata, creado por el peninsular don Francisco Cabello y Mesa, que difundía noticias vinculadas a estas disciplinas.

Además de Belgrano, colaboraron Domingo de Azcuénaga, Juan José Castelli (primo de Manuel Belgrano), Pedro Cerviño y Manuel José de Lavardén, entre otros. Después, desde 1806 participó en la redacción del Semanario de Agricultura, Industria y Comercio, y en marzo de 1810 fundó el periódico Correo de Comercio, que además dirigió. También fue un asiduo colaborador en la Gaceta de Buenos Aires.

A pesar de su enfoque en la economía, la dinámica institucional llevó a Belgrano a asumir posiciones políticas y responsabilidades militares para las que no estaba preparado. En esa instancia participó en las acciones de reconquista y defensa de Buenos Aires durante las invasiones inglesas de 1806 y 1807, y a partir de 1810 formó parte de la Primera Junta de Gobierno revolucionaria. Como oficial de las fuerzas patriotas, creó y enarboló por primera vez la Bandera nacional. También desempeñó funciones diplomáticas en Europa.

El 20 de junio de 1820, Manuel Belgrano falleció en Buenos Aires, víctima de hidropesía, en una pobreza casi extrema. A pesar de su triste final, su legado como economista y su incansable lucha por el desarrollo económico y la libertad comercial perduran en la historia de la Argentina.