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¿Dolarización o bimonetarismo?

El candidato a presidente Javier Milei resucitó el sueño de la dolarización, una idea recurrente cada vez que se agudiza una crisis macroeconómica y cambiaria en la Argentina. Pero tomar ese atajo supone cambios que podrían ocasionar desequilibrios en un contexto atado con alambre, debido a graves errores del Gobierno

01 de septiembre, 2023 - 09:07

Como todos sabemos, la moneda es una unidad de cambio que facilita la transferencia de bienes y servicios. Puede presentarse en forma de monedas metálicas, de trozos de papel y, más modernamente, en tarjetas plásticas inteligentes.

Por lo general, cada Estado emite su moneda oficial, lo que es considerado como un acto de soberanía, ya que la misma es de curso legal en los territorios sobre los que tienen jurisdicción y, también, permite ser canjeada por la de otros países a una tasa de cambio establecida previamente.

También, unos pocos países usan como propia una moneda emitida por otro Estado. Tales son los casos de Panamá, El Salvador, Puerto Rico, Islas Vírgenes Británicas, Islas Vírgenes, Islas Turcas y Caicos, Ecuador y Zimbabue, que usan el dólar estadounidense o de la Ciudad del Vaticano, de San Marino, de Mónaco, de Andorra, de Kosovo y de Montenegro, que usan el euro.

La posibilidad de que la República Argentina pueda dolarizar su economía ha comenzado a crecer a partir de que uno de sus impulsores, Javier Milei, resultó ser el candidato más votado en las últimas PASO.

Concretamente, Carlos Rodríguez, uno de sus asesores económicos, tuiteó: “Los australes que imprimió Alfonsín, los licuó en parte la híper de 1989, otra parte, los licuó la híper de 1990, otra parte se canjeó por un Bonex en diciembre de 1989 y lo que quedó, se canjeó por dólares billete en abril de 1991 a la tasa de mercado de 10 mil:1”.

Llega a esto después de decir que “hay muchas soluciones para los pasivos monetarios, desde su simple licuación hasta su canje por dólares billete que debería ‘conseguir’ el BCRA o su cambio por un bono”.

 

Los casos de Ecuador y Perú

Uno de los países más conocidos por haber dolarizado su economía es Ecuador. Al respecto, sabemos que lleva 20 años con ese sistema cuando en 1999, luego de firmar la paz con Perú un año antes, manejaba una tasa de inflación crónica del 30%, con un bajo crecimiento de la economía, situación que se agravó con la suba en la tasa de interés de EE.UU. en 1996.

Para peor, en 1999 recibió cuatro golpes económicos: el barril de petróleo llegó a valer menos de US$ 10, las lluvias provocadas por “el Niño” afectaron su producción agropecuaria además de destruir parte de su infraestructura; mientras que la erupción de dos volcanes afectó su producción de camarones y de flores.

Frente a tales adversidades, se aceleró la salida de capitales, se produjo una corrida bancaria contra el sucre y muchos depósitos fueron retirados por los ahorristas y se produjeron grandes protestas callejeras. Ante ello, en junio de 1999 el gobierno decidió congelar los depósitos y concretar la dolarización.

Por su parte, Horacio Liendo, considerado uno de los padres de la convertibilidad durante el gobierno de Carlos Menem, nos recordó el caso del sistema bimonetario del Perú: “Perú tiene 30 años de estabilidad macroeconómica. Es interesante, porque Perú tuvo hiperinflaciones como Argentina, terrorismo como en Argentina, represión y discusiones sobre la represión como Argentina, inestabilidad política como Argentina”.

“Recuerdo que estaba en el Ministerio de Economía en esa época, cuando los peruanos estaban comenzando, y tuvimos algunas reuniones, vinieron a ver lo que hicimos, y tomaron el camino, que era más lento. La convertibilidad produjo una reducción de la hiperinflación a la inflación, y a la estabilidad en tiempos absolutamente récords, que no fue el caso de Perú, llevó más tiempo, pero se logró sostener en el tiempo ese régimen y hoy es la economía con menos inflación de la región. Esto se mide en décadas, no se puede decir que un plan es bueno o no, en tres o cuatro años”.

Como todos sabemos, con su sistema Perú ha sobrevivido al ciclo de dólar fuerte global, a las tasas altas que arrancó en 1996 y las sucesivas crisis emergentes.

Por el contrario, la Argentina con la convertibilidad tuvo una crisis económica terminal, que involucró la ruptura de contratos (corralito y default) y una brutal transferencia de ingresos, después de cinco años de transitar un ajuste deflacionario que no sobrevivió a la devaluación de Brasil en 1999. Sobre todo, después que el FMI le soltara la mano en septiembre de 2001 al no desembolsar el último tramo del acuerdo, con el mercado de crédito cerrado.

 

La política prima sobre la economía

Por estos días, tanto Ecuador como Perú viven graves crisis políticas pese a su deseada estabilidad económica, con violencia política derivada del narcotráfico en el primero y con una grave crisis institucional y social en el segundo de ellos.

Simultáneamente, Milei y sus expertos en economía han admitido que su plan dolarizador no sería una de sus políticas iniciales, ya que integrarían lo que ellos llaman reformas de segunda generación y tendrían lugar “en un segundo mandato presidencial” (sic).

Sea como sea, no lo sabemos porque desconocemos quien –finalmente- será electo presidente y aún así tampoco tenemos la certeza respecto de si el elegido o la elegida cumplirán o no con sus promesas al respecto.

Por eso mismo es que me parece conveniente cerrar esta nota remarcando la primacía de la política por sobre la economía, pues como hemos visto, ni Ecuador ni Perú han solucionado con diferentes esquemas financieros respecto del dólar sus graves problemas económicos.

En ese sentido, tal vez nos convenga a los argentinos recordar lo que hacíamos nosotros cuando nuestras cosas andaban mucho mejor que ahora. Me refiero, concretamente, a la segunda presidencia de Julio Argentino Roca y a sus políticas económicas adoptadas tras la crisis económica que nos golpeó en 1890.

Ernesto Tornquist, un banquero emprendedor fundador de colonias y hasta de ciudades, y que fuera asesor financiero del presidente Roca, sostenía que la moneda es a un país como la sangre a un organismo vivo, y que como tal, debe circular en forma permanente sin producir gangrenas en los diferentes sistemas corporales. Porque de nada vale que se cree riqueza si la misma no puede llegar, proporcionalmente, a todos.

Con estas ideas en mente, por aquellos días fuimos el primer país del mundo en abandonar el patrón oro, adoptando un tipo de cambio fijo, creando al efecto la Caja de Conversión, verdadero antecedente del Banco Central.

A partir de allí dejamos de tener inflación y en diez años prácticamente duplicamos nuestro PBI y pasamos a estar entre los cuatro primeros países del mundo en cuanto a PBI per cápita.

 

El Doctor Emilio Luis Magnaghi es Director del Centro de Estudios Estratégicos para la Defensa Nacional Santa Romana. Autor de El momento es ahora y El ABC de la Defensa Nacional.