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Cómo superó el General San Martín la crisis económica de su gobierno

El Padre de la Patria llegó a esta región con ideas muy diferentes a las que tuvieron las administraciones anteriores. Dentro de sus ideales estaba el del progreso industrial

22 de junio, 2020 - 11:38

En 1814, las entonces Provincias de Cuyo atravesaban una grave crisis económica producto de las luchas patrióticas por la independencia que se venían desarrollando desde tiempo atrás. Esta situación produjo una gran incertidumbre en toda la población cuyana.

Los pocos recursos de dinero que se recaudaban a través de algunos impuestos, como los de carnes, correos, peajes y pontonazgo (un impuesto por cruzar puentes), entre otros, no alcanzaban para llenar las débiles arcas de la gobernación. 

No solo la crisis que vivía la Intendencia de Cuyo era lo que hacía doler la cabeza a los mandatarios que dirigían su destino.

Otras de las contras que tenían los patriotas locales era que parte de la población se había declarado a favor del rey Fernando VII y pretendía volver a depender de España. Inclusive, varias familias tradicionales se enfrentaron por estar de uno y otro lado, lo que creó una gran grieta entre ellos.

También una importante cantidad de población manifestaba su indiferencia ante este conflicto. Pero más allá de todo esto, el mayor temor de las autoridades era que si se profundizaba la crisis, esto podría tirar por tierra todos los esfuerzos para defender la causa patriota. 

En setiembre de 1814, el coronel mayor José de San Martín, flamante gobernador, llegó a Mendoza –entonces capital de Cuyo- para asumir el mando político y militar.

A los pocos días de iniciar sus funciones, se enteró de la crisis de recursos del “erario público” que existía. Eran tan pocos los pesos fuertes que quedaban en la caja del Estado, que apenas se podía cumplir con el pago de sueldos de la administración.

Los empréstitos forzosos de algunos ciudadanos eran una de las herramientas que tenía el gobierno para subsistir. También San Martín puso este recurso en práctica en 1815 y 1816. Pero había otros medios económicos que había que desarrollar.

Las administraciones anteriores a la del Libertador poseían ideas más conservadoras sobre la economía en la región. Es por eso que el Padre de la Patria llegó a estas regiones con una visión muy diferente, y dentro de sus ideales estaban los del progreso económico.

Más allá de ser militar, su concepto de la economía era muy claro y creía firmemente en el potencial de la industria. No hay duda que este pensamiento de desarrollo lo había traído desde Europa al vivir muchos años allí y absorber las nuevas ideas liberales de la época.

Gobernador visionario

A los pocos días, San Martín convocó a su asesor político, Manuel García, para que hiciera un relevamiento de las posibles industrias que se podían explotar en este territorio, ya que solo poseía una rudimentaria agricultura y ganadería que se desarrollaba principalmente en el Valle de Uco, en el sur mendocino y en San Luis.

Mediante la artesanía o manufactura que poseía Mendoza se fabricaban zapatos, sombreros y otros artículos de indumentaria, destinados generalmente para el consumo interno. Al implementar su nueva política, San Martín apoyó a estas pequeñas empresas.

Otra de las actividades que fomentó fue la industrialización de aguardientes y frutas secas, productos que fueron comercializados en diferentes zonas del litoral.

Pero el principal recurso que más le llamó la atención fue la explotación de la minería en la zona cuyana, la que había avizorado cuando, en octubre de 1814, se estableció por unos días en Uspallata para recibir a los exiliados chilenos que llegaban después de la derrota de Rancagua y la pérdida del territorio trasandino por parte de los patriotas.

En lo inmediato, el objetivo fue obtener la mayor cantidad de recursos para enfrentar al enemigo realista que se había instalado al otro lado de la cordillera y que invadiría la región de un momento a otro. Para eso la explotación minera fue una gran solución.

Un recurso ancestral

Desde la llegada de los colonizadores españoles a la región de Cuyo, la explotación de oro, plata y otros minerales fue la prioridad de los gobiernos coloniales desde el siglo XVII.

Después de los acontecimientos de 1810, los miembros de las respectivas Juntas de Gobierno vieron la indispensable necesidad de ocuparse de la industria minera, teniendo en cuenta el alto significado económico que tenían los metales preciosos.

En aquella época, los yacimientos más importantes se encontraban en Potosí (Bolivia), pero en nuestra región estaban la minas de Famatina (La Rioja), gran parte del valle de Uspallata (Mendoza), Jáchal (San Juan) y La Carolina (San Luis) como reservas de gran potencial esperando el turno de su desarrollo.

Es por eso que en 1813 se produjo un hecho histórico y significativo para la minería. Con el propósito de promover la actividad a largo plazo, y convertir a las Provincias Unidas en un país minero, la Asamblea General Constituyente sancionó el 7 de mayo de ese año la primera ley de fomento y la explotación de esta industria.

En esta ley se basó el flamante gobernador de Cuyo José de San Martín para incentivarla en Mendoza, San Juan y San Luis.

La prioridad económica

Después de la Asamblea del año XIII se creó en Mendoza la Compañía Patriótica de Minas. Esta empresa estaba presidida por el licenciado Manuel Ignacio Molina –gran amigo y colaborador de San Martín– quien había encarado, desde fines del siglo XVIII la explotación de diferentes minerales en el valle de Uspallata, en donde se habían encontrado importantes vetas de oro, plata y cobre.

La compañía de Molina contaba en aquel lugar con un gran establecimiento que tenía varios hornos de fundición y un trapiche hidráulico para la molienda de minerales, lo que hoy conocemos como las bóvedas de Uspallata.

Bóvedas de Uspallata a principios del siglo XX, cuando su propietario era Manuel Molina.

Poco tiempo después de tomar el mando, San Martín planteó al Cabildo de Mendoza la necesidad de impulsar el desarrollo minero y envió varios proyectos para debatirlo en la Sala de representantes, los que fueron aprobados por unanimidad.

Pero también como funcionario instó a sus representantes en las provincias de San Juan y San Luis para que promocionaran la minería como un nuevo sustento económico de la región.

Muchas fueron las notas oficiales enviadas al gobernador sanjuanino en donde el Santo de la Espada hacía mención a la activación de esas minas de oro ubicadas en la localidad de San José de Jáchal, en la provincia de San Juan.

Éstas llevaban muchos años de explotación en tiempos coloniales y el apoyo inmediato del coronel San Martín hizo que, en menos de un año, la industria minera comenzara a trabajar activamente. El mandatario de Cuyo envió las mismas instrucciones también a San Luis, las que fueron acatadas.

La vieja capilla de Nuestra Señora del Carmen, ubicada en las minas de La Carolina, San Luis,

Indudablemente, a través de la explotación de los recursos las provincias de Cuyo empezaron a crecer equilibrando sus cuentas y logrando el aumento de sus arcas.

En agosto 1816, el gobernador San Martín fue nombrado general en jefe del Ejército de los Andes y su lugar fue ocupado por el nuevo mandatario, Toribio Luzuriaga, quien siguió con el proyecto.

A pesar de dejar su cargo, el entonces General San Martín no postergó sus anhelos de ver en Cuyo un polo minero de escala continental.  

Esto se concretó a partir de 1824, cuando varias compañías de capitales extranjeros realizaron importantes explotaciones en Uspallata y en Jáchal.