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Mascotas: un amor sin barreras

11 de mayo, 2018 - 10:56

Sabemos que el amor no tiene límites, no hay  barreras físicas, ideológicas o regionales que no puedan sortearlo, aunque la muerte se interpone como una barrera o límite infranqueable que no puede ser vencida. Aunque la desaparición física  resulte imposible de superar no siempre apaga o diluye el amor y hay cientos de ejemplos en el mundo animal. 

Los animales y, sobre todo, los perros nos dan muestras efusivas de su amor y su devoción para con nosotros con simples actos. La genuina alegría que expresan cuando su dueño llega a casa es solo una muestra de lo que significan las personas para ellos. 

También sabemos de mascotas que no se apartan de su dueño convaleciente, o de la recelosa guarda que hacen de niños donde vigilan sus movimientos o sueño como un acto más parecido al amor filial que a otra cosa. Qué decir del apoyo que sentimos cuando estamos pasando por momentos apremiantes de la vida. 

Antes pensábamos que nuestros pequeños amigos tenían un sexto sentido para detectar nuestros estados de ánimo y nuestras dolencias y necesidades, hoy sabemos que a pesar de lo que muchos piensen, esto es empatía, una característica muy especial que hasta hace poco tiempo se creía que era solo patrimonio de los seres humanos. 

Como vemos, tanto los animales como los seres humanos muestran sentimientos o comportamientos semejantes ante circunstancias relacionadas al amor y los vínculos que a menudo solo le pone fin la muerte, aunque no en todos los casos.

 

Capitán, el perro cordobés cuyo amor traspuso la muerte

Capitán era un perro sin raza definida de la localidad cordobesa de Carlos Paz que falleció en febrero de este año y se hizo famoso por la tierna e incomparable historia que protagonizó en su vida. El dueño de Capitán, Miguel Guzmán, falleció en marzo de 2006, y a los pocos meses el animal desapareció de la casa. La familia lo dio por perdido o pensó que había muerto.

Unos meses después, en una visita al cementerio, se dieron cuenta que el perro había seguido el rastro de su dueño y se había instalado a vivir allí, al lado de su tumba. 

Lo sorprendente es que Miguel murió en el hospital de Carlos Paz y su cuerpo fue trasladado desde allí a una casa velatoria, muy lejos de su vivienda, y según el relato de la familia, ni ese día ni ningún otro el perro los siguió hasta el cementerio. 

Un matutino cordobés recoge el relato del director del cementerio Municipal de Villa Carlos Paz, Héctor Baccega: “El perro apareció acá solo y dio vueltas por todo el cementerio, hasta que llegó también solo a la tumba de su dueño. No lo llevó nadie hasta ahí. Y eso no es todo: cada día, a las seis de la tarde, va y se acuesta frente a esa tumba...”.

“Capitán recorre el cementerio conmigo todos los días. Pero cuando llega esa hora se va para el fondo, donde está la tumba de su amo. Este perro nos da una lección: creo que los humanos tendríamos que apreciar más los recuerdos de los que se nos van. Los animales nos enseñan la palabra fidelidad”, dijo Baccega.

 

Alicio aún espera a su amo
Un vecino de la localidad de Monte Cristo, situada a 25 kilómetros de la capital cordobesa fue trasladado de urgencia al dispensario local al cual había llegado junto a su perrito. Debido a las severas complicaciones de salud el hombre falleció en el lugar y en el dispensario quedó un perro mestizo que aguardaba que su dueño saliera y regresara a casa con él.

Los vecinos se solidarizan y atendieron y apodaron Alicio a ese ignoto can, que desde entonces se mantiene en guardia frente al dispensario como esperando el regreso de su amo. 

Siguiendo con esa línea, tenemos la historia de Hachiko, un perro japonés de raza Akita Inu, que acompañara a su dueño hasta la muerte. Este posee una estatua en la estación Japonesa de Shibuya donde acudía todos los días a recibir a su dueño al doctor. Hidesaburo Ueno y lo siguió haciendo hasta el día de su muerte en 1934 a pesar de que el doctor había fallecido nueve años antes. Richard Gere protagonizó la  película  que trasladó esta historia real al cine, llamada Siempre a tu lado.

Existen muchas historias como estas, algunas muy conocidas y otras no, como el rubio can Firulais, que vive en el cementerio de Cañuelas al igual que lo hizo Capitán. Firulais acompañaba a su dueño a llevarle flores a su esposa al cementerio hasta que el hombre también murió. Ahora los acompaña a ambos haciendo guardia frente a los nichos.

Algunos dirán de estas historias que son pura coincidencia, otros que es  casualidad, los eruditos le llamarán apego o costumbre, pero los amantes de los animales sabemos que es amor y que el de los animales, en ocasiones, cruza las fronteras de la lógica.

 

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